Mi mamá no iba volver en todo el día. Por la mañana, cuando la fui a saludar, me dijo que necesitaba este día para ir a resolver algunos problemas pendientes. Algo me decía que se trataba de mi padre, pero no le quise preguntar. De igual manera, ella me dijo que cuando llegara iba a hablar conmigo. Me sentía aliviado que no me escondieron cosas.
Quería estar presente en todas sus decisiones, que iba a apoyar sin peros. Al igual que ella, yo no lo esconderé más secretos. La noche anterior, destruimos la barrera que nos mantenía alejados en nuestro lazo de madre e hijo. Llegamos al punto en el que mi madre me molestaba, con ninguna intención ofensiva, sobre Damon.
Pues sí, había descubierto que mi madre era un amante de los amores juveniles. Y ahora sabía que ocuparía su tiempo en mis problemas amorosos, en vez de las telenovelas de la tarde que daban en el canal veinte. Por una parte me tranquilizaba, ya que prefería que su atención estuviera conmigo que en los conflictos y peleas futuras que, posiblemente, ocurrirían con mi padre.
Mi celular ha vuelto a mis manos. Mi mamá lo había escondido en su cartera, lo que hacía entendible el hecho de que no lo haya encontrado. Jamás en mi vida pensaría entrar en un bolso de una mujer y menos al de mi madre. Una vez me pidió una simple pinza y terminé en la alfombra (como mi espacio de búsqueda), con las cosas todas esparcidas y sin ningún éxito. Resultó estar en un bolsillo secreto de la esquina interior ¿Cómo se suponía que supiera? En fin, desde ese momento les tengo terror.
Mensajes de Alexa comenzaron a aparecer en pantalla. Podía adivinar lo que decía en algunos, así que para no leer todos y no demorarme una eternidad, la llamé. Esperé hasta el tercer sonido y hablé.
—Hola.
—¿Se puede saber el porqué de tu ausencia, Jason? —contestó con clara molestia en su voz.
—Te lo contaré cuando llegue a la escuela, no por aquí —contesté sujetando el celular con mi hombro, mientras tomaba mi bolso y la llave de la casa.
—Espero que lo que me cuentes sea lo suficiente para hacer desaparecer mi enojo —bufó.
—¿Y por qué estás enojada? —pregunté distraído, tratando de meter la llave en su respectivo orificio.
—No estuve en contacto contigo por un día entero, casi dos y eso no es normal —suspiró—. Hablé con Damon por si sabía algo de ti y me dijo que iría a tu casa. Es obvio que me preocupé.
—Perdón, Alexa, en serio. No sabes lo que pasó. Todo fue tan rápido que aún trato de asimilarlo —salí de la casa y me encaminé en dirección a la parada del autobús, mientras tenía sujeto mi bolso cruzado con mi mano.
—Me cuentas, entonces. Pero de castigo tendrás que comprarme un batido de camino aquí. Que sea de frambues-
—Frambuesa con chispas de chocolate y doble bombilla, porque siempre muerdes la primera —adiviné. Reí y escuché un soplido de sorpresa fingida de Alexa.
—Hablas como si me conocieras de hace tiempo.
—Sí, ¿extraño, cierto? —reí otra vez.
—Bueno, empieza a mover esas piernas de fideos que muero de sed. —Antes de que le contestara, dijo: — Ah, cierto ¡También tengo que contarte lo que pasó con Andree!
—Está bien, está bien. Empezaré a correr ahora mismo —bromeé y escuché su risa. Finalmente nos despedimos y guardé mi celular.
Cogí el autobús y me bajé en la tienda de la Señora Travis, llena de sus famosos dulces, tortas y helados. No me llamaban la atención las cosas dulces por mi gran gusto a las cosas saladas, así que no se me hizo tan difícil salir de ahí. Cuando veníamos con Alexa tenía que obligarla a salir y cuando llegábamos a la puerta, ella sin poder evitarlo se pegaba al ventanal, donde los dulces se alzaban, tentándola a mirarlos con deseo. Terminaba arrastrándola a su casa, recibiendo patadas y golpes, solo porque no le había dejado comer más dulces.
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Me confesé al chico equivocado
Teen FictionJason es un chico que esconde sus pensamientos bajo las sombras y se adentra cada día más al mundo de las fantasías. Una de ellas y, a la que más dedica tiempo, es Andree; la persona que le robó el aliento en el primer momento en que lo vio. Y, al...