Estoy bloqueada y es lo peor que me ha pasado.
***
Mi mano se mantuvo ilesa en contacto a mi mejilla por unos segundos más. La separé de esta y de inmediato, sentí como la brisa helada rozó el sector ardoroso y me produjo un sutil estremecimiento. Mis ojos se encontraban perdidos, sin un lugar determinado al cual enfocarme debido al vasto aturdimiento que se ocasionó en mí, minutos posteriores de sentir el golpe de mi padre. Los involuntarios movimientos de mis dedos hicieron que cerrara mis puños y los llevara a mi pecho con el objetivo de detener los espasmos.
«...Hijo, perdóname, no sé qué me pasó...»
«...No fue su intención, Jason...»
Las palabras no cobraban el adecuado efecto al entrar en mis oídos. Bajé mi cabeza, esperando que algo sucediera; que mi madre llegara y me sacara de aquí, que alguien me salvase de tal situación a la cual no sabía cómo yo mismo resolver. El hombre que me había criado, al que más admire, ya no me provocaba más que decepción, tristeza...
El hombre frente a mí dio un paso hacia adelante.
—No... —hipé—. No te acerques —mascullé levantando débilmente mi brazo y señalando que detuviera cualquier próximo movimiento. Lo miré a los ojos y pude ver el gran arrepentimiento que sentía.
—Por favor, hijo —dijo con la voz baja.
Lo que más me dolía era que se atrevió hacerlo. Ni siquiera fue un golpe fuerte; era el hecho de que a pesar de todo lo que le dije, después de ver a mi mamá, después de ver mi patente desagrado a su nueva mujer, se haya molestado por todas las verdades que mencioné. No me sentía arrepentido de ninguna palabra, se lo merecía, ahora más que nunca.
Esta situación era lamentable. Se me hacía dificultoso ordenar mis pensamientos. Tuve que mordisquear mi lengua con demasía. Todas las palabras y frases que deseaba gritarles en sus caras se quedaron estancadas en mi garganta, produciéndome una sensación ardiente; mi cuello dolía. Presentía que mis ojos en cualquier minuto explotarían, reprimiendo los litros de penosas lágrimas que esperaban deseosas por escabullirse por mis pestañas hasta deslizarse por mis mejillas y morir esparcidas en alguna parte de mi ropa o el suelo; y algunas quedarían aprisionadas en mis pestañas inferiores para ser removidas después por mi mano.
Eso sí que no lo permitiría, humillarme frente a tal mujer y de ese hombre (además de la decena de personas que miraban la escena con interés). La imagen de mí lanzándome a ellos, gritando cualquier incoherencia, tomando ambos floreros y rompiéndolos en el suelo por satisfacción mía, ya la presentía venir.
Debía irme, necesitaba escapar, huir de esto.
Mis piernas por poco perdieron el hilo de coordinación y antes de salir por la puerta, vacilaron décimas de segundos. Cuando escuché el sonido de la campana, anunciando que al final me había librado de la presencia de las personas que menos quería ver en este momento, dejé salir un gran y profundo respiro. La brisa de pre verano chocó en mi cara y los pelos de mis brazos se erizaron. Miré a mí alrededor y lo único que había eran tiendas, personas y más personas. El aire lo sentía irse, como si ya no quedara nada. Mis pies se movieron en el cemento, cada vez los pasos aumentaban su rapidez e inicié una corrida con un destino desconocido.
Cuando el cúmulo de personas desapareció de mi campo de vista, mis pasos disminuyeron su velocidad y sentí como otra vez el aire se hacía presente. Me quedé quieto, apoyando mis manos en mis rodillas para tranquilizar mi errática respiración y pude sentir el calor calándose por mi cuerpo. Mis piernas se sintieron frágiles, por lo que deprisa, con una ojeada a mi contorno, divisé una banca a unos metros. En el momento en que apoyé mi espalda rudamente en el respaldo, mi vista quedó en lo alto de un árbol que desprendía cantidades de ramas, que terminaban en el inicio de otras y así una hilera de árboles deleitaban a mis ojos con una sensación plácida. Estaba en un parque. Después de darle un vistazo más profundo, pude darme cuenta que nunca había estado aquí o simplemente algunas ocasiones, pasé por aquí en el auto de mi madre, dándole una fugaz mirada; incapaz de retenerlo en mi memoria.
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Me confesé al chico equivocado
Teen FictionJason es un chico que esconde sus pensamientos bajo las sombras y se adentra cada día más al mundo de las fantasías. Una de ellas y, a la que más dedica tiempo, es Andree; la persona que le robó el aliento en el primer momento en que lo vio. Y, al...