Capítulo 02

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Jaemin esperaba impaciente.

Había entrado al baño y se había terminado de preparar hacía minutos, pero Hendery aún no llegaba, así que estaban él, su soledad, y su erección.

Suspiró resignado.

Estaba a punto de dejar la habitación cuando alguien abrió la puerta del otro lado, haciéndolo retroceder unos pasos.

El recién llegado levantó la mirada y sonrió amable a él, haciendo a Jaemin sonreír de vuelta.

– Lo siento, sólo buscaba un lugar para descansar –

– Está bien – negó – ya me iba –

– No, me iré yo – rió torpemente – buscaré otra habitación –

– De verdad, quédate – insistió – no te preocupes por mí. Yo ya me iba –

– Espera – lo detuvo, tomándolo suavemente de la mano – quédate, ¿sí? Estoy un poco harto de toda la gente allá y tu olor es muy agradable. Podría relajarme un rato –

Jaemin frunció el ceño.

– ¿Olor? – negó – ¿tengo un olor? –

– Hueles muy, muy ligeramente a lirios –

El otro levantó su antebrazo, extrañado, y olfateó superficialmente.

– No lo sabía – se encogió de hombros – pero no es mala idea. Últimamente me marean todos, y tú hueles como a bosque – sonrió – me gusta el bosque –

– Genial – cerró la puerta – por favor – dijo señalando la cama.

Jaemin caminó relajado y se dejó caer acostado.

Observó al otro chico indiscretamente.

Casi su estatura, hombros anchos, cabello rizado, piel nívea, ojos de ciervo, labios lindos y un excelente trasero.

– ¿Te gusto? – preguntó el otro de broma.

– Sí – admitió – eres un alfa, ¿no? –

– Lo soy – asintió caminando hacia él, sentándose del otro lado de la cama.

Jaemin suspiró.

En ese momento quería estar con Hendery más que otra cosa, pero el idiota no llegaba y él se sentía dolorido y extrañamente cómodo con la presencia del otro chico.

No sólo eso. Se estaba calentando mucho.

– ¿Cuál es tu nombre? –

El mayor sonrió confiado, haciendo sus bonitos ojos brillar.

– Mark –

– Jaemin – mordió sus labios – así que, Mark... ¿tienes un condón? –

El otro abrió la boca ligeramente.

– Uhm... sí –

– ¿Estás soltero? –

– Sí – respondió un poco más inestable.

– Y... – se arrastró sobre él, quedando sentado en sus muslos – ¿te sientes tan caliente como yo? –

Mark apenas pudo asentir antes de rodarse sobre el menor para atraerlo en un caliente beso.

– No es seguro – gruñó, mordiendo su labio inferior.

– Dijiste que traes protección – murmuró mientras trabajaba en los botones de la camisa del contrario.

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