Capítulo 28

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Ya eran las 6 de la tarde.

Satisfecho, cerró su laptop y comenzó a empacar sus cosas para ir a casa.

Como una de muchas veces, se quedó apreciando la foto de su escritorio.

En ella se apreciaba él, usando una toga y un birrete, abrazando a Jaemin que usaba y traje casual mientras cargaba a su pequeña niña.

Los meses se iban volando cuando ya tenías hijos.

Su bebé ya tenía casi treinta semanas.

El sólo hecho de imaginar que su bonita sonrisa lo recibiría tan pronto llegara a casa, acompañada de un beso de Jaemin, hacía sentir que había completado un exitoso día más en su vida.

Como era viernes, comenzó a planear su fin de semana mientras conducía.

Hacía unos meses, Jaemin había comenzado a trabajar en un gran almacén, así que sus sábados libres normalmente los usaban para pasarlos en familia.

Seguramente tendría planes de ver otro departamento, al que lo llevaría para pedirle su opinión que al final probablemente no iba a tomar en cuanta por que Mark diría algo como "no importa como sea, lo que importa es que es contigo". Lo que era verdad, en su defensa.

Luego, cuando el sol estuviera escondiéndose, llevarían a su hija a caminar al parque. Uno de ellos empujaría la carriola mientras el otro los alimentaba a ambos con un pretzel del puesto donde siempre los compraban.

Y, al finalizar el día, cuando su hija durmiera junto a su cama, pasaría tiempo con Jaemin. Lo que más le gustaba.

Todo eso habría sido posible si su omega no hubiera cambiado totalmente sus planes.

– ¿Entonces no estás en casa? –

Nope. Tienes que ir a la dirección que te envié –

– ¿Y Lucy? –

Con sus tíos y abuelos – rió – muévete antes de que me cortes la inspiración – colgó la llamada.

Mark miró brevemente su teléfono, extrañado.

Lo más rápido que pudo, abrió la dirección que el otro le había enviado y se guió por el navegador para llegar.

Llegó a un vecindario que hacía unos años había sido construido a unos veinte minutos de su casa.

Cuando dio con el número que buscaba, se estacionó en la entrada y caminó dubitativo a la puerta, buscando algo que le fuera familiar.

Se sintió aliviado cuando Jaemin abrió, sonriendo brillante.

Estaba tan lindo.

Traía maquillaje, estaba vestido para la ocasión y olía rico.

– Bienvenido a casa, mi amor – saludó, jalándolo de la corbata para hacerlo entrar.

El otro lo habría bombardeado de preguntas si no hubiera estado demasiado ocupado besándolo de vuelta.

– ¿Qué hacemos aquí? – preguntó contra sus labios, envolviéndolo con sus brazos.

– Esta es nuestra casa temporal – se separó brevemente, señalando alrededor.

Mark entró en sí de nuevo.

Con que de eso se trataba.

– ¿Encontraste un lugar y no me dijiste? – comenzó a caminar alrededor, observando lo que ahora sabía sería su hogar.

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