Capítulo 27

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Para cuando tuvo permitidas las visitas, ya se podía mover por sí solo.

Le hormigueaba el cuerpo, lo que le hacía sentirse ansioso al grado que ya se había acabado una caja de goma de mascar sin azúcar pero, según el doctor Seo, estaría extrañando esa sensación en unas horas, cuando no pudiera ni reír sin sentir dolor.

No estaba expectante por ello en absoluto.

La habitación estaba casi a oscuras, por lo que casi soltaba un grito cuando Mark entró sin anunciarse y se quedó parado en la puerta sin decir nada. Sólo observándolo.

– ¿Qué demonios estás haciendo ahí? – llevó la mano a su pecho – ven acá. Casi me matas del susto –

– Lo siento – susurró acercándose a pasos lentos – ¿cómo te sientes? ¿Duele? –

– No realmente. Siento como si... –

Como si Mark hubiera estado esperando esa respuesta.

Tan pronto el otro negó, se acercó de golpe y lo besó profundamente.

Suspiró complacido.

El beso fue tan bueno que casi se tragaba el chicle que traía en la boca, por lo que tuvo que separarse para sacarlo y botarlo a la basura.

– Me da gusto verte también – sonrió de lado.

Mark besó gentilmente sus mejillas y barbilla, impregnándolo de su olor.

Lo necesitaba tanto.

– Estaba tan preocupado – arrastró una silla más cerca de la cama y tomó su mano con cuidado de no lastimarlo con las agujas del catéter – debí estar contigo –

– Si te sirve de algo, yo tampoco esperaba que llegara de la nada – comenzó a acariciar el rostro del contrario – creo que a bebé le gustan las sorpresas – arqueó una ceja – ¿tú trajiste las flores? –

– Hyuck me llevó a comprarlas antes de que supiera que estabas aquí – le guiñó un ojo – ¿no soy romántico? –

– Un idiota – lo besó – pero eres mi idiota –

El beso se prolongó y prolongó hasta que alguien carraspeó, separándolos abochornados.

– Siento interrumpir – sonrió Taeyong, abriendo la puerta – hijo, ¿estás listo? –

– No – sacudió la cabeza – ¿y si lo lastimo? –

– Tonterías – rió – Jae, entra ya –

Su estómago se contrajo violentamente y las mariposas revolotearon en su interior cuando vio a su papá entrar a la habitación con un pequeño envuelto entre sus brazos.

Así que así se sentía.

Tal como se lo habían descrito, pero cien veces mejor.

Lo recibió con cuidado.

Era tan, tan bonito.

Fue amor a primera vista. Ni siquiera lo había sostenido diez segundos y ya sentía que lo amaba con todo su corazón. Que podría hacer cualquier cosa por ese bebé. Que detendría el mundo y lo haría girar al revés si se lo pedía.

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