Capítulo 06

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Vomitó todo el día.

Se sentía mareado, no podía comer nada por que devolvía todo, y estaba exhausto.

– Te ves muy mal, bebé – negó su mamá, preocupada – creo que debemos llevarte al hospital –

– Quiero decir que no, pero no creo que pueda resistir un momento más – tragó duro – debemos ir ahora –

En el camino en auto, vomitó dos veces más. Fue un alivio llegar al consultorio. El olor a limpio le hizo muy bien. Además, su papá de verdad se estaba conteniendo, pero el olor del miedo estaba completamente sobre él ahora, así que era bueno estar rodeado de Betas que no iban a pelear con él. Estaban a salvo.

– ¿Has comido algo en mal estado? –

– No he comido nada completo en días – murmuró – sólo verduras al vapor sin sal y algunos sueros –

El hombre lo miró dubitativo.

– Tendremos que hacerte un examen de sangre. Esta mañana tuve un caso similar –

– ¿Y fue algo horrible? –

– Sólo quiero descartar algunas cosas – rió.

Con sumo cuidado, se dedicó a extraer dos pequeños frascos de los brazos del menor.

La espera fue interminable, pero ahora Jaemin agradecía que el doctor lo hubiera llamado a él solo, sin sus papás.

Los ojos y la nariz cosquilleaban por las ganas de llorar. Era imposible respirar y quería vomitar de nuevo. Las manos se le helaron y su corazón latía tan fuerte que juraba que explotaría.

– ¿Co-cómo que un obstetra? –

– Estás esperando – respondió con todo el profesionalismo del mundo – tienes seis semanas –

Hizo la cuenta.

No se había acostado con Hendery desde que se había presentado. Hendery ya no lo quería así. Y antes de él... no. No podía ser cierto.

– Sáquelo de mí – comenzó a llorar histéricamente – no lo quiero – se levantó rápidamente, aferrándose a la bata del mayor – no lo quiero –

– Está bien si decides que así es como deben ser las cosas, pero debes tomar en cuenta un par de detalles – lo arrastró a una de las sillas, colocándose de cuclillas junto a él – primero, es muy peligroso que estés en ese estado sin estar marcado. Incluso si decidieras interrumpirlo, puedes morir de tristeza después – lo miraba con compasión – segundo, no podemos llevar a cabo el procedimiento sin la aprobación de sus papás –

– Esto no está pasando – sollozó desconsolado – prefiero morir –

– Está bien. Puedes conseguir ayuda si tus papás no te apoyan y... –

– No me preocupan ellos – susurró – es... es el alfa. Él no... no está conmigo – tragó – fue una noche y ya. En realidad no lo conozco –

El hombre abrió la boca.

Oh.

– Eso... – carraspeó – no te preocupes. Hay muchas vitaminas que pueden ayudarte si te debilitas. No te voy a asegurar que vas a estar bien por que es muy posible que no lo estés, pero podemos ayudarte –

Jaemin levantó la mirada.

– No lo quiero – insistió.

El otro suspiró pesado.

El chico era un saludable omega, pero hasta ellos podían salir muy mal si se enfrentaban a algo así. Era bien sabido que, sin marca, podía perder al bebé. Incluso la vida.

– Te recetaré vitaminas, pero debes decidir que quieres hacer ahora – pidió suavemente, antes de caminar a la puerta.

– ¿Señor? – llamó Jaemin, inseguro – ¿puede llamar a mi mamá? –








Toda la situación era un desastre.

Sus papás se gritaban en la planta baja. Estaban furiosos, pero no sabía exactamente la razón por la que estaban peleando tanto.

Tal vez por que su único hijo había hecho todo lo que un omega no debía hacer con el único alfa con quien no debía.

Su corazón se rompió en mil pedazos cuando escuchó a su papá decir que la mejor idea era que él se fuera. Que el chico se hiciera responsable.

Su mamá, en cambio, insistía que era mejor que interrumpieran la gestación.

Él quería eso también, pero su lobo... estaba abatido. Estaba realmente deprimido ahora.

Negó enojado.

Consigo mismo, con el alfa, con todo.

Se levantó de su cama con las pocas ganas que le quedaban y, apenas iba a abrir la puerta, alguien la abrió del otro lado.

Su lobo se encogió aterrorizado.

Su papá se erguía frente a él y estaba tan enojado que vibraba.

– Te largas – espetó – empaca tus cosas. Y no vuelvas a poner un pie en esta casa –

Jaemin lo miró perplejo.

Luego, miró a su mamá. Ella negó decepcionada, caminando al final del pasillo, dándole la espalda.

Literal y metafóricamente.

Cuando su papá azotó la puerta comenzó a llorar de nuevo.

No lo pensó dos veces.

Tomó su teléfono con las manos temblorosas y llamó a la única persona con la que sabía que podía contar en un momento así.

– ¿Hola?

– Necesito ayuda –

– ¿Estás llorando? ¿Pasó algo? –

– Pasó lo peor – sorbió su nariz – ¿puedo quedarme contigo unas noches? –

– Todo lo que necesites, amigo – respondió sin dudarlo – ¿quieres que vaya a recogerte? –

– Encuéntrame en la tienda a dos calles de mi casa –

Estaré ahí en media hora – aseguró, cortando la llamada.

Jaemin se sintió un poco más aliviado al oír esas palabras.

Sabría que siempre podía contar con un amigo como Hendery.

Siempre estarían para el otro.

Por que el público lo pidió, aquí les van tres trágicos capítulos más.

¿Ustedes qué creen que debería hacer Jaemin?

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