Capítulo 11

309 52 2
                                    

Jaemin se miraba en el espejo de decoración que estaba en la sala, colgado sobre uno de los sillones.

Estaba usando un pijama de Hendery y no le gustaba nada lo que veía.

La cosa esa todavía ni se notaba y él ya se sentía completamente expuesto. Y estaba odiando mucho sentirse así.

– ¿No me veo más gordo? – preguntó al aire.

Hendery, que lo miraba desde hacía rato, resopló una risa.

– Tus mejillas son un poco más redonditas, pero te ves bastante bien –

– No me agrada – frunció el ceño – cuando saque esta cosa de mí, me pondré en forma de nuevo –

El otro suspiró decepcionado.

Al parecer, Jaemin seguía firme con su decisión, y a él no le quedaba otra que apoyarlo en todo.

El sonido de suaves golpes en la puerta lo sacaron de su ensoñación, lo que fue una especie de alivio, ya que no quería discutir de nuevo con el omega. Su omega.

– Yo atiendo – se levantó sin ánimo, arrastrando los pies a la puerta.

Apenas abrió, sintió el aire atorado en su garganta.

Estaba seguro de que había más de una persona ahí, pero su vista se había nublado y enfocado en nada más que la deslumbrante luz que emanaba de el bello ser frente a él.

Estaba soñando. Debía estarlo.

Nada, en todo el mundo, podía ser tan impresionante y ser real.

– ¿Él está adentro? – preguntó inseguro.

Hendery parpadeó, pero seguía como hipnotizado.

– ¿Quién? –

El menor rodó los ojos y lo jaló fuera, cerrando la puerta.

– Escucha, dudé mucho acerca de hacer esto, pero mi hermano me dijo lo que sucedió, ¿es... –

Perfecto.

Así, como se lo había imaginado, un beso de Haechan era perfecto.

Se sentía como cuando pruebas tu bebida favorita después de anhelarla por días, pero mil veces mejor.

Como cuando tienes eso por lo que esperaste tanto. Sí. Ese tipo de satisfacción abrumadora.

Sus labios eran suaves y llenos, su aroma adictivo, su calor reconfortante, y sus manos aferrándose a su camisa eran delicadas y fuertes al mismo tiempo.

Era mucho mejor de lo que había esperado.

– Te necesité tanto – murmuró sin separarse, sin abrir los ojos – tanto –

Donghyuck no respondió.

Todo lo que provenía de él era el sonido de su respiración agitada y temblorosa.

– Cada día que no estabas, yo moría – lo atrajo contra su cuerpo – estaba muriendo sin ti –

Tal vez él era más alto y más construido que el menor, pero no era un secreto para nadie quién estaba sosteniendo a quién.

– Te extrañé, Hendery –

– Yo te extrañé a ti, mi sol – lo besó de nuevo – te anhelo como a nadie. Tu aroma, tu piel... tu cuerpo –

El menor se ruborizó, separándose lentamente.

En otra circunstancia no lo habría hecho, pero estaba frente a su hermano mayor. Uno no quiere ver a su hermanito haciendo esas cosas.

What it wantsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora