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Los ojos del tatuado y de la ojos azul se conectaron generando un ambiente tenso e incómodo, el sol pegaba contra el rostro del tatuado haciendo que sus facciones se marcaran bien, así como eso se marcaba también se marcaban las ojeras negras abajo de sus ojos pesados y rojos.

La pelinegra se acomodó al sentir una corriente de aire pasando por su espalda.

El le generaba tantos recuerdos solo con ver sus ojos, ya no eran los mismos ojos de los que ella se enamoró, aquellos ojos que con solo verlos podía sentir miles de cosas, esos ojos ya no expresaban nada, con mirarlos era como chocar con una roca enorme, como adentrarte en una lluvia de nieve donde todo está frío, donde pensas que no hay ninguna alma.

Su chico, ya no existía.

—Rae—la voz de Neo sacó de los pensamientos a la sacó de sus pensamientos haciendo que miré en la dirección en la que venía la vos, tenía a un niño entre sus brazos.
—decime que sos vos por favor—habló dejando al nene en brazos de una chica pelinegra.

La ojos azules asintió y luego sintió como unas manos de adueñaron de su cuerpo.

Tomas.

La manos del tatuado rodeaban su cintura atrayéndola hacía su cuerpo.

—no me volvas a dejar solo—fue lo único que pronunció antes de esconderse en su pecho.

La ojos azules le correspondió el abrazó, extrañaba los brazos de ese chico.
Los extrañaba tanto que no se dió cuenta cuando se aferró más a el.

Ninguno  de los dos se habían soltado, ninguno de los dos se seguían amando, pero habían tantas cosas que iban a pasar y que ellos no sabían.

Una vez más lo digo: el destinó es una mierda y es cruel, sea quien sea siempre te da sorpresa.

Así como te da cosas buenas te da cosas malas, pero lo malo viene cuando solo te da cosas malas.

𝐂𝐚𝐲𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐫𝐮𝐢𝐧𝐚𝐬 | 𝐂.𝐑.𝐎 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora