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𝐑𝐚𝐞 𝐂𝐚𝐦𝐛𝐫𝐚

Ruidos irritantes hicieron que me pusiera alerta al igual que Tomas, mis hermanos no estaban, los había dejado donde mi tía.

Las puertas de cada cuarto se empezaba a abrir haciendo que mi cuerpo temblará.

¿Quién mierda iba a ser a estas horas?

Tomás me miró, él abrió sus brazos y me acosté rápidamente en su pecho hundiendo mi cabeza contra su cuello.

—hacete la dormida—habló haciendo mimos en mi cintura desnuda, sabía que eso me relajaba y claro que lo estaba haciendo.

El cubrió nuestros cuerpos hasta la cintura, normalmente dormíamos así y si ese alguien nos estaba vigilando desde hace mucho tiempo lo sabía perfectamente.

La puerta del cuarto se fue abriendo lentamente haciendo que mi nerviosismo explotará, pero los mimos de Tomas me controlaban.

La puerta se abrió, no estaba viendo, pero si escuchando, los pasos y ruidos que hacía eran tan terroríficos que mi cuerpo y mi mente en cualquier momento iban a jugar en contra.

La respiración tranquila de Tomas me tranquilizaba a mi también.

Un pesó a mi lado hizo que claramente pensara que alguien nos estaba viendo, nos estaba viendo muy de cerca, podía sentir su aliento, era una combinación de alcohol y cigarrillo, su respiración era acelerada y pesada.

Sentí como algo punzante tocó mi piel siguiendo una linea desde mi hombro hasta donde terminaba mi cintura.

Mi cuerpo se tensó al sentir como con cada movimiento iba ensartando cada vez más el cuchillo o lo que sea que tuviera, antes de que ese artefacto punzará mi piel el timbre sonó haciendo que esa persona corra y se esconda en mi baño, el timbre sonó una vez más, otra y otra.

—Tomi—hablé intentando hacerme la dormida, funcionó y empecé a mover a Tomas hasta que "se despertó".

—¿Qué pasó?—preguntó.

—Tocan la puerta, es muy noche y me da miedo ir sola—le dije.

—Vamos—dijo poniendo su camisa al igual que yo, caminamos rápido hasta la puerta y la cerré, corrimos hasta la planta baja hasta llegar a la puerta principal, puse la llave y abrí rápidamente, Lucas fue lo que apareció en mi vista.

—Vamos—me dijo Tomas tomándome la mano y caminando hasta su casa, al entrar en esta el sentimiento de tranquilidad que sentí fue hermoso.

𝐂𝐚𝐲𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐫𝐮𝐢𝐧𝐚𝐬 | 𝐂.𝐑.𝐎 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora