Los hombres de las maletas.

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            LUNA

Volvíamos de la cafetería con cuatro cafés y muchos dulces para desayunar con los chicos. Habíamos esperado un poco a que la cafetería abriera porque aun era muy temprano . El panadero nos miro raro pero en un descuido de Sol le hice un pequeño gesto amenazante, solo como para que fuera educado.

Vamos, Sol no era tonta y mucho menos inocente. De los seres mas poderosos que conocía. Pero su calidez a veces era un problema, a ella no le molestaba que  las personas fueran mal educadas. A mi me desesperaba, soy un poco mas fría.

El ánimo del hombre después de ese gesto se puso mucha mas dócil, nos entrego los cafés con una sonrisa. Buen Trabajo Luna.

Cuando nos encontrábamos a  una cuadra de la casa sentimos una vibra extraña.

- Luna, espera.- Sol paró lentamente y puso una mano por delante de mi pecho.

- También lo siento.

 Repasamos el lugar, no había nada extraño. Al menos no a simple vista.

- Mira- Sol apunto disimulada al hombre que estaba con una maleta sentado en un banco bajo el árbol, mirando su reloj como un turista cualquiera.

- Allí- apunte con mi cabeza levemente al hombre que paseaba a un perro policial casualmente por la vereda ¿ lo extraño? tenía una maleta.

Nuestras miradas se encontraron luego de divisar a otro sujeto, estaba en la esquina, supuestamente esperando al semáforo, pero no cruzó cuando se puso en verde. Adivina que, el maldito tenia una maleta.

- ¿Son los que la están buscando?¿ Los viste esa noche?

- No, pero no necesito haberlos visto para saber que son ellos.

- Vamos, baja tus vibraciones y sonríe. Esconde los dos cafés restantes en tu chaqueta, cuida los detalles.- la frialdad en el tono de Sol solo determinaba lo calculadora que estaba siendo en ese momento.

Pusimos nuestra mejor sonrisa y caminata jovial hasta llegar al departamento. El maldito del árbol nos miró mas de la cuenta pero luego volvió a su supuesto distraimiento.

Cuando llegamos ni siquiera pese en descalzarme.

- Luna despierta a los chicos, yo preparo la mochila. Posiblemente no volvamos aquí.

 Asentí con mi cabeza y me dirigí a la habitación. Ambos seguían dormidos, tan serenos, tan ignorantes del peligro. La cara de Gio era tan dulce...

- Ey, tontos, arriba- lo dije lo suficiente alto como para que ambos se despertaran de golpe.

-¿La necesidad de ser tan brusca donde está? - Gio apenas estaba abriendo los ojos y frotándose los mismos.

- Mantengan la calma, asegúrense de no dejar ninguna de sus pertenencias aquí ¿Se entendió? los tipos malos están afuera.

Los ojos de Gio parecían dos canicas, su cara se estaba empezando a enrojecer, no era miedo, era enojo, y se notaba. Podía jurar que hacia más frio que hace un rato.

Su hermano le dio un abrazo y ella respiro profundamente. Giró su cabeza y me dedico una mirada. De nuevo aquella sensación, no golpeó tan fuerte pero aun así estaba. me miró a los ojos y asintió con la cabeza.

Saqué una daga de mi cómoda y abrigos. Fui hasta donde Sol que tenia 3 mochilas, una llena de comida, y las demás de ropa y utensilios. No era la primera vez, antes era divertido, ahora algo no se sentía bien.

- ¿Todo?- Mi pregunta obtuvo un asentimiento.

-Cierra las cortinas, veré si hay gente por la puerta de atrás.

Corrí a cerrar las cortinas. En la ultima del ventanal que me quedaba por cerrar, el mismo tipo del árbol me miró a los ojos. Sus intenciones se veían desde aquí, acercó un celular y podría jurar que había mandado una orden, solo dejo de mirarme cuando se paró lentamente. Ese tipo no obtendría una pizca de miedo de mi parte. Le regale una sonrisa socarrona cargada de desafío.

Cerré con fuerza la cortina y giré rápidamente, mi cabello estaba hecho una maraña, me até una coleta y amarre mi campera a la cintura, cuando levante la mirada vi unos ojos marrones pintados de desesperación. Sin dudas los había divisado a través de la ventana. La chica respiro hondo cerrando los ojos y hasta soltar todo el aire no los abrió, como si el aire frio la cargara de valor.

-¿ Por donde vamos?- su tono frio escondía bien todo el pánico que debía estar sufriendo .

la puerta se abrió, en seguida vimos a Sol.

- Por atrás no se puede. Esta lleno de ellos. Nos resta la ventana.

- Ey, estamos en un tercer piso- Maxi apareció revolviendo sus rizos castaños.

Sol me miro por unos segundos.

- Se van a asustar- Realmente quise que Sol no estuviera hablando en serio.

- No hay otra opción.

- Se van a alejar y sin nosotras no van a durar.

- No hay otra opción- dijo Sol calmadamente una vez más.

suspire y mire mis manos, mi mirada recorrió a los inusuales hermanos.

- No hay tiempo, haremos lo que tengamos que hacer- La frialdad de Gio me convenció, lo que no me convencía era Maxi pegado a la puerta fijándose que no llegara nadie.

- ¡Están viniendo!

Maldición.

-A la ventana, todos.

No se si fue el tono que empleó Sol o el miedo a morir, pero ninguno siquiera refutó. Aunque las miradas atónitas no faltaron.

- A las tres saltamos todos ¿Quedó claro?

- Muy chistosas chicas¿ Ahora cual es el verdadero plan?- la sonrisa de a cara de Maxi se borró en cuanto mi mirada decidida lo alcanzó- Están mal de la cabeza.

- ¿No lo habías notado? Ahora cuando digan ellas tu saltas.

- ¿Desde cuando confías fueguito?

- ¿Ves otra puta opción?

- ¡Tres!- Grité en una risa, la situación me daba un poco de risa, y mas cuando los empuje a ambos y Sol saltó.

Extendí mis manos y el cielo se oscureció un poco, imperceptibles para los ojos de quien no supiera lo que estaba haciendo. Cerré los ojos y me asegure que estuviéramos cayendo a una distancia cercana, mi coleta ondeaba y el viento me golpeaba violentamente. Diablos, me encanta la adrenalina, la sentí recorrer todo el cuerpo. Los chicos gritaban y parecía que pasaba en cámara lenta. Sol me miró por un pequeño instante, como una orquesta, mis manos fueron dirigiendo el aire, este fue atajándonos hasta llegar al piso sanos y salvos.

 El pelo de todos estaba revuelto y los Hermanos estaban mudos. Maxi se tocaba la cara como para comprobar que estaba entero. Gio solo se limitó a mirarme con su usual cara de loca cuando estaba exaltada. Unas horas y ya sabia una de sus manías. Perfecto. 

 Tomé la mano de la pelirroja y empecé a correr por donde Sol corría con Maxi. Ella se dejó dirigir sin oponer resistencia alguna, se limitaba a revisar si alguien los pisaba los talones.

- Chicos, corran mas rápido, ahí vienen.

- Sol ¿A la feria?- grité

- Si, tenemos que apurarnos- gritó sol, en cuestión de segundos estábamos corriendo todos a la misma altura.

Doblamos a la esquina, faltaba poco para llegar. Se veían cientos de personas en puestos callejeros, no nos verían con facilidad.

- Lamento decirlo pero intenten camuflarse, gorras, camisas, lo que decidan.

- Como ordene capitán- dijo Gio con una sonrisa maliciosa, esta chica estaba mal.  Le regale otra sonrisa y nos adentramos a la feria.






Raíces ensangrentadas, una historia de Sol y LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora