Capitulo II

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Arco I.

Vino Escarlata

Capítulo 2

[...]

Las reglas existen para sobrevivir.

[...]

La cercanía de una tercera persona lo hizo temblar, le aceleró el pulso y le robo un suspiró impropio a la situación, era lo único que le faltaba, que otra persona lo observara estando tan débil y vulnerable, incapaz de si quiera sostener una amar. El ruido que ocasionaba las suelas de los zapatos al estamparse en el grupo marfil blanco se detuvieron. Y una sombra, más oscura, y profunda tomo presencia en la puerta, provocando que la luz blanca no diera a sus ojos.

-Cosa è successo al piccolo?-Menciono, en un perfecto italiano.

Con el ardor de sus rodillas más que palpable en su piel; estaba sangrando de nuevo, en exceso. Con un dolor de cabeza inmensurable, con sus piernas temblando, sintiendo el ácido gástrico jugueteándole en la garganta, su vista se había nublado, al grado de no distinguir nada; se desmayaría. Lo único que lograba distinguir era aquella sombra con profundidad muy oscura en el lumbral de la puerta. Aún así, se puso de pie, acción que no le costo tanto como en la mañana, lo hizo para no pasar más vergüenza y pobre de él porque sus piernas temblaron y sus rodillas cedieron, lo único que logró sentir fue un agarré en su cintura, y unos latidos ajenos. El agarré no se sentía como el de aquel alfa que lo había llevado al baño con anterioridad, este se sentía diferente, y raramente bien.

Las manos que tocaban de su cintura eran cálidas y pequeñas. Y el agarre se sentía protector, firme y seguro. Cómo si la persona que lo sostuvo lo conociera...era como si ambos se conocieran.

En un intento de calmarse decidió dejarse embriagar por el fuerte aroma que desprendía el alfa, acercando su mejilla al pecho ajeno, escondiendo su rostro entre aquel traje negro, olvidado todos los protocolos, y negando que le podría hacer algo malo. Los brazos que lo sostenían se sentían fuertes (como si se ejercitara), su omega interno se sentía satisfecho y atendido. No sabe cómo, y mucho menos cuando pero estaba sobre el regazo de aquel alfa que lo atrapó para evitar que cayera y recibiera un golpe.

Sus piernas no colgaban, causando que sus pies se encuentren con el suelo de lo que parecía ser una camioneta, o una limosina, lo desconocía por completo al estar cayendo a los brazos de Morfeo. Las manos del alfa que lo sostiene en su regazo lo acaricia con tanta delicadeza, como si temiera de romperlo. Sus párpados se habían vencido al igual que él, el estar encima del alfa que lo acariciaba solo le daba más sueño.

Y entre las caricias que el alfa desconocido le proporcionaba sonreía, sin embargó algo-alguien interfirió; una manos ajena. Esta distinta, gélida, y que sin permiso le tocó el rostro, tratando de quitar los rizos que cubrían su rostro, al sentir lo gélida que estaba gimió bajito, haciendo una mueca un tanto exagerada para ser solo un simple toque. Desencadenando un gruñido proveniente del alfa que lo sostenía en brazos encima de su regazo. El muchacho que intentó acariciarlo brincó en su asiento ante el gruñido de su amigo, alejándose lo más posible, deseaba llegar vivo a su casa.

"No, no nos toques, solo él puede"

Se sentía tan bien entre unos brazos extraños, que él mismo se desconocía. No podía negarse, no a esas manos hábiles, ni al cálido pecho donde depositaba su cabeza, mucho menos a los pequeños besos en sus rizos. Se desconocía por completo, ya que ronroneaba como lo haría un gatito, esto por supuesto al ser mimado de una manera tan delicada que a veces siente que no lo toco y solo fue una hermosa ilusión. No lograba percibir nada hostil, ni miedo entre las personas que sentía cerca, si logró olfatear el fuerte olor del alcohol, pero no percibió nada mas, nada que lograra alertarlo.

Vino EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora