Capitulo V

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Arco I.

Vino Escarlata.

Capítulo 5

[...]

El ardor quemando su piel provocando que nazca el placer.

[...]

Los insultos no bastaban para aquellos basta tardos que intentaron abusar de las condiciones en las que se encontraba el omega, las crueles amenazas parecían no ser suficientes para aquellos animales. Estaba más que claro que el dulce aroma que desprendía el cuerpo de Harry había llamado su atención, dejando a unos cuantos por los suelos, suspirando y desenado ser quiénes lo ayuden. Sus ojos destilaban lujuria pura, cosa que se impregnaba en sus sucios rostros. Louis se encargó de todos ellos, algunos con simples palabras, otros con leves empujones, toques que apenas eran sensibles a su piel. Bueno, siempre habían existido "hombres" que por más que uno les dijera que no, insistía, y Louis sólo se sorprendían al ver tales acciones.

Ante las acciones de los alfas que perdían el control por el dulce olor, de aquellos oídos que se perdían por los gemidos  fuertes. Louis sabía que eran audibles para todo el personal hospital, incluyendo a los pacientes. Asimismo por los intento de alfa, todos deseando y omegas observando. Al parecer el omega tenía una garganta muy resistente, se extrañaban al no escucharlo desafinar o gritar de agonía por el dolor que los gritos podrían ocasionarle en sus cuerdas vocales.

El dulce olor envolvió al hospital atrayendo a las alfas como pez a un anzuelo. Era como pastel y ellos niños pequeños. Louis nunca permitió que si quiera se acercarán a la habitación donde descansaba el bonito omega, tampoco dejó que alguien más, fuera de las enfermeras, quienes le otorgaban medicamentos y algunas cortas instrucciones. Pero el dejar solo al omega no parecía ser lo más razonable, así que ante el caso extremo tuvo que tomar medidas drásticas, así como encerrarse con el rizado, claro no sin antes pedir medicamentos, agua, vendas y algunas cosas que ayudaran al omega a pasar su celo menos doloroso y un poco tranquilo.

Por que sabía que los alfas que se ofrecieron ha atenderlo no querían tocar al rizado, sus intenciones no eran acariciarlo, sino emboscarlo. 

Desesperados, necesitados, intentos fallidos de alfas.

En el momento idóneo que cerró la puerta, unos golpes estruendosos fueron audibles, estos proviniendo del otro lado de la puerta.

-¡Vete a la mierda!- Los gritos encolerizados de Louis acapararon la atención del omega que se removía con impaciencia en la cama.

Sus muecas eran agrías, su boca se abría en exceso, algunas veces gritando al borde de gemir, y con algo de cordura renaciendo de la calentura logra callarse. Si, había segundos en los que podía mantenerse en silencio, mordiendo de sus labios, los cuales los relamía con desespero, ensalivándolos hasta morderlos, volviéndolos presas de sus dientes blancos y afilados. No los soltaba, se mantenía fiel a su piel lastimada, aún así bebiera de su propia sangre, ocasionadas por las bruscas mordidas.

Todo esto debido a que el cosquilleo en su vientre sólo incrementaba, el hormigueo no abandonaba su cuerpo. El ardor lacerante se negaba dejar a su piel en paz. Sus manos picaban al no poder tocar la piel de aquel alfa. Todo junto, ardiendo en conjunto.

Los minutos eran lentos, y ardientes, y a pesar de estar herido de gravedad, con golpes latentes, lograba percibir  la saliva estancándose en su boca. Ante el la noción del tiempo perdido y la cabeza del alfa, un gemido acaparó su completa atención.

Vino EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora