Capitulo I

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Arco I.

Vino Escarlata

Capítulo 1

Sicilia, Italia, 5 de Agosto.

2:00 p.m.

El astro rey estaba siendo expuesto en todo su esplendor, era tan abrazador que sentía su piel caliente y asimismo arder, a pesar de que sus guardias lo cubrían con paraguas por completo, aún así él podía sentir como los rayos de sol penetraban las sombrillas y quemaban de su piel. No odiaba el calor-o tal vez si, pero era conocedor que nada iba suceder si se quejaba del horrible clima que acecha ese día. Trató de pensar en que solo no era el momento y que mucho menos traía la ropa adecuada para poder disfrutar del clima. Era eso, porque si estuviera en la playa, gozaría del agua cristalina y de un hermoso bronceado. Lamentablemente no era su caso, y por ello, era que se sentía tan desdichado.

Unos lentes negros que ocultaban el precioso color de sus ojos, adornaban de su rostro, ocultando la galaxia que se concentraba en sus fanales esmeraldas, de los mortales, un maravilloso espectáculo impedido por dos simples vidrios negros, triste pero cierto. Sus definidos y largos rizos eran dominados por pinzas y ganchos no visibles, conteniendo de su cabello en un moño.

El traje era ajustado, remarcando lo ancho de su espalda, y sus marcadas clavículas- que eran ocultas por el cuello de la camisa. Un saco negro a su medida le daba un porte de elegancia y poder. La camisa blanca de botones, era ceñida a su cuerpo, dejando apreciar su acentuada cintura, cualquier persona que se detuviera unos instantes podría observar la bonita figura que se escondía debajo del saco. Sin omitir el pantalón que hacía lucir sus torneadas y largas piernas, y a su vez resaltando su abultado trasero, que se ve aprisionado en aquella tela negra, resultado algo muy sexy. Le encantaba como su pantalón se pegaba a su cuerpo, no resultaba tan sexy como el cuero, pero si daba una perfecta imagen que dejaba a más de uno sin respirar.

Sabía que era el centro de atención, las personas que pasaban lo miraban por largos momentos, y a él no le incomodaba en lo absoluto, sabía que lo miran tal y cómo lo harían con una pintura, embelesados por su simple caminar, quedando cautivos de él, provocando que detengan su caminar y lo miren por más tiempo. Sabía que sólo lo veían, que ni si quiera llegarían a tocarlo, y no era el hecho de que guardaespaldas lo estuvieran rodeado por completo, eras más que eso.

Y es eso lo que le daba cierta sensación de superioridad, la cuál se alojaba en su pecho y lo hacía sentirse vivo. Muy egocéntrico de su parte, pero cariño, era un maldito narcisista...¿Qué esperabas?

Todo un espectáculo digno para quedar maravillado, asombrado y envidiar de quien tuviera el placer del simple hecho de verlo caminar. Todos podían ver que sus eran modales son exquisitos y encantadores, sus pasos parecían perfectamente planeados, dando la ilusión de ser un modelo de pasarela.

Sus pasos eran firmes y seguros, acompañados de un semblante serio, con una de sus manos agarrando la orilla de su saco, aferrándose a la suave tela. Ya que se encontraba más que agobiando, al borde de casi perder los estribos por el horrible calor.

En cierta parte era culpa de sus deberes, debido a que había estado despierto desde las cinco y media de la mañana, porque era necesario asistir a todas esas juntas, firmas de papeles, y uno que otro cabo suelto. Logrando que lo único que desee es llegar a la mansión, para ahora sí poder desprenderse de aquella tela negra ajustada, que lo único que lograba era que transpirara en exceso. No planeaba hacerlo en público, a causa de que estaba sudado de la espalda, y al tratarse de tela no tan oscura, se notaria más, se vería un tono más alto, más marcado, resultado en algo muy desagradable.

Vino EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora