Catorce.
"He sido la presa
Gritando: ¿Quién podría dejarme, cariño?
¿Pero quién podría quedarse?"- The Archer, Taylor Swift
Sebastian observaba como Lily se cambiaba de vestido por octava vez mientras el estaba sentado en su sofá bebiendo un café y leyendo un libro. Era pasado el mediodía, pero su esposa parecía dispuesta a verse perfecta para la madre de su esposo.
- Mi madre ya te adora ¿Lo sabes verdad? – cuestiona el sonriendo, dándole un último sorbo a su café
- Me conocía como lady Pugh, ahora soy la esposa de su hijo el coronel, claro que estoy nerviosa- dice Lily a punto de perder la cordura- ¿Qué pasa si me odia? ¿Si cree que no soy lo suficiente buena para ti?
- No creerá eso
- ¿Cómo lo sabes? - susurra ella nerviosa- lejos de lo que todos creen, no soy perfecta, no todo el mundo me adora... si ella lo hiciera se rompería mi corazón sabiendo lo importante que es para ti.
Su esposo se coloca de pie dejando su libro en la mesa, ganándose tras de ella abrazando su cintura para besar su mejilla.
- Me gusta como te queda el vestido celeste- susurra el acariciando sus brazos tratando de reconfortarla.
- ¿No me veo como una niña con él?
- No- responde el tomando el vestido que estaba en el suelo subiéndolo pro sus piernas mordiendo su nalga derecha en el proceso riendo roncamente.
- ¡Sebastian! -dice ella sonrojada
- Fue divertido admítelo
Lily niega riendo, mientras el abrocha su vestido abrazándola por la cintura.
- Mi madre sabe que eres demasiado para mí, eres demasiado buena y perfecta para cualquier hombre de Inglaterra, yo soy el afortunado de tenerte.
Su esposa gira negando, poniendo sus manos en su mejilla besándolo despacio, Sebastian sonrie abrazándola de la cintura. Desde que nadaron en el lago, ambos habían estado mas unidos que nunca, Lily averiguo más de su esposo que lo que lograban mujeres en año.
Sebastian amaba despertar temprano, siempre cabalgaba al menos una hora antes de volver a darse un baño y desayunar. Usualmente comía bastante en la mañana y podía pasar el resto del día sin siquiera comer. Le gustaba cazar a pie para practicar su tiro, no bebía vino, no le agradaba, era demasiado bueno con la gente y lo descubrió cuando fueron al pueblo, siempre ayudaba a los más desposeídos pese a su "posición". Según el no le agradaban los niños, pero no tuvo problemas de cargar un día al hijo de una doncella que no dejaba de llorar a causa de la fiebre.
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La esposa del coronel Stan | Sebastian Stan.
Fiction Historique¿El seria lo suficientemente cruel para romper el corazón de su joven e inocente esposa?