Una historia de dioses y demonios contra la humanidad

Prólogo

Los humanos tienden a idolatrar lo que creen inalcanzable, ponen sus expectativas tan altas que simplemente parece un chiste (uno malo).

Los dioses eran la forma de explicar lo que no se podía explicar, el ciclo del día y la noche, el comportamiento humano, fenómenos naturales, y más...

Después, cuando los dioses se personificaron con diferentes personalidades, pasaron de ser simples creencias pero...

No era suficiente. Nunca lo fue.

¿Cómo iba a ser creíble que seres tan increíbles eran cómo ellos?, inaceptable, por decir lo menos, así que optaron por idealizarlos como la máxima expresión de las virtudes humanas.

Es así como se dio la imagen aquellas figuras cómo seres virtuosos.

Por supuesto también tuvieron que dar forma a los desperfectos y diferentes males del mundo.

Es aquí donde entran los tan infames demonios, monstruos, bestias y aberraciones.

Seres de aspectos asimétricos y grotescos que simplemente no iban con la imagen de los humanos.

Rechazándolos al instante y crucificando todo lo que se les pareciera.

Es a ellos a los que se les concede la malicia humana, encarnando todo el mal que puede hacer un humano.

Lamentablemente... la realidad es otra.

Los dioses no son perfectos... los demonios no son imperfectos... ambos, como una moneda tiene dos caras, tienen sus virtudes y sus defectos.

Es algo natural.

¿Dónde deja eso a los humanos?

Fácil.

Un dios nunca será más virtuoso que un humano porque el humano ama con más intensidad que cualquier dios...

Un demonio jamás será más malicioso que un humano porque el humano destruye más que cualquier demonio...

Es la humanidad quien puede superar a los dioses y a los demonios en aquellas cosas que por definición creen ser superiores.

Pues...

El potencial humano es infinito.