𝟰| ¿𝗤𝗨𝗘́ 𝗛𝗔𝗬 𝗘𝗡 𝗟𝗔 𝗠𝗢𝗖𝗛𝗜𝗟𝗔?

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La pelea se había intensificado en cuestión de minutos, Teresa, las mellizas y Gadriel habían aparecido en un santiamén para intentar separar al dúo que estaba a punto de matarse a golpes. Con mucha dificultad lograron separarlos luego de un rato, noté de inmediato que Percy había ganado ya que a diferencia de Christopher él no tenía marcas ni rastro de sangre tras los escasos puñetazos que recibió del castaño.

Supe que lo mejor sería abandonar la escena así que tomé a Sarah del brazo y la obligué a caminar en dirección a mi nueva habitación.

─Oye, yo sí quería seguir disfrutando de la pelea. ─dijo algo irritada.

La ignoré por completo hasta que logramos llegar a la recámara.

─¿Alguna vez habías visto algo así?, mierda, padre e hijo, qué puta locura. ─dije ligeramente emocionada.

Caminé hasta el balcón, abrí la puerta de cristal y dejé que la brisa marina acariciara mi rostro. Recién terminaba de empezar a oscurecer, debido a la ubicación de California el sol se ocultaba a eso de las 8:30pm según las estaciones del año.

─¿Crees que Oliver volverá? ─indagó Sarah reclinándose sobre el barandal junto a mí.

Me tomé unos segundos para analizar sus palabras y finalmente contesté.

─Sí, sé que así será, es un hombre, los hombres siempre vuelven.

─Papá no lo hará. ─respondió con la voz apagada.

Un nudo se formó en mi garganta.

─Lo sé, pero tenemos que seguir adelante, eso es lo que él hubiera querido.

Giré la vista en dirección a ella y la observé por unos instantes.

─Por cierto, olvidé felicitarte, hoy cumples un mes sobria, estoy muy orgullosa de ti. ─dije tomando una hebra de su espeso cabello y acomodándolo detrás de sus pequeñas orejas.

Me acerqué y coloqué un corto beso en su mejilla.

En el piso de abajo aún se escuchaban gritos, claramente la discusión duraría un buen rato.

Algo dentro de mi bolsillo trasero empezó a vibrar, fue así que me llevé la mano a toda velocidad y me saqué el móvil.

─Carajo, es Shakur. ─mencioné tras leer su nombre en la pantalla.

─Cat, no contestes. ─sugirió ella de inmediato.

Me quedé viendo al teléfono y la idea de ignorarlo se me hizo atractiva por unos minutos, sin embargo sabía que lo mejor sería atender.

─¿Hola? ─respondí tras deslizar el botón verde y llevarme el teléfono a la oreja.

─Oh, mi hermosa Pocahontas, no tienes ni la menor idea de lo feliz que me hace escuchar tu dulce voz.

Me quedé en silencio esperando a que siguiera hablando.

─Me ha contado un pajarito que te mudaste a otro país de la noche a la mañana sin avisarle a mis chicos, demonios, pensé que éramos amigos, al menos te hubieras tomado la molestia de pasar a despedirte.

─Tu vendías drogas y mi novio era tu mejor cliente, pero eso es todo, no somos amigos, imbécil.

─¡Hija de puta, deja de mencionar eso por teléfono, la jodida policía siempre escucha las conversaciones, maldita perra ignorante! ─gritó.

Miré al cielo con frustración.

─El cabrón de tu novio me debe mucho dinero Cataleya, la última vez que lo vi tuve que darle una paliza, dijo que ahora vives en California con la zorra de tu madre.

PERFECTO DESCONOCIDO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora