𝟯| 𝗙𝗔𝗠𝗜𝗟𝗜𝗔 𝗘𝗦 𝗙𝗔𝗠𝗜𝗟𝗜𝗔.

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─¡¿Estás fumando hierva dentro de la casa?! ─exclamó Teresa realmente molesta.

Me quedé muda y no supe que responder hasta que pude verla acercarse a la cama, depositar todas las bolsas de regalo que traía en la mano y luego arrebatarme el porro.

─En esta casa hay reglas, hay normas que deben seguir, si ustedes dos quieren continuar viviendo bajo mi techo van a tener que empezar a reflexionar sobre lo que hacen o no dudaré ni un segundo en ponerlas en un avión de regreso con destino a Colombia.

Tensioné la mandíbula y presioné los labios intentando no contestar.

─Tengo una vida y una imagen que proteger, enloquecerán cuando sepan que tengo una hija pero me comerán viva si se enteran de que ella anda por ahí fumando marihuana como si nada, cuando todos sepan sobre ti serás un personaje público Cataleya, y créeme, no querrás estar en el ojo de los medios de comunicación por estupideces como esta. ─dijo enseñándome el porro.

Miré al cielo con frustración y sólo pude emitir una palabra.

─Lo siento.

Ella arrugó el ceño con algo de decepción.

─¿Eres... eres virgen? ─me cuestionó de la nada.

Fruncí el entrecejo de inmediato y luego giré la vista en dirección a Sarah, la morena tenía una extraña reacción plasmada en el rostro que me hizo soltar una carcajada que retumbó en la habitación.

─Tomaré eso como un no, así que intentaré contactarme con mi doctor para que te coloquen el implante subdérmico, eres muy joven y no puedo arriesgarme a que aparezcas con un domingo siete tan rápido.

─No es necesario, siempre uso condón.

La castaña soltó una breve risa y luego se llevó el porro a la boca.

─Sí, tu padre también hacía lo mismo. ─dijo antes de darle una larga calada al cigarrillo─. Y nueve meses después naciste tú. ─adjuntó tras soltar una bocanada de humo.

Información innecesaria, qué asco.

Me acaba de prohibir fumar pero ella se está humeando el porro que terminaba de quitarme.

─Que sea la primera y última vez que fumas hierva dentro de la casa o estarás castigada. ─añadió con una sonrisa victoriosa.

Retomé la compostura y mientras la retaba con la mirada sólo pude decir una cosa.

─Muero por ver eso, ¿acaso tendré que sentarme en el regazo de papi para que me nalgueé?, porque bueno, si se trata de Percy quizás lo vea como un premio en lugar de castigo. ─sonreí con malicia.

Pude verla suspirar con frustración y luego observarme fijamente.

─No me retes, Cataleya. ─entrecerró los ojos─. Estoy feliz de que estés aquí, de verdad que sí, pero eres menor de edad así que no me molestaría enviarte a un campamento en Utah lo que resta del año.

Vaya, parece que alguien está sacando las uñas.

─Y tú, Sarah. ─dijo girando la vista hacia ella─. Más te vale que también empieces a comportarte o haré todo lo posible por conseguirte una habitación en San Juan Capestrano.

─¿Qué mierda es eso?

─Un lindo hospital de rehabilitación en Puerto Rico, porque sí, obviamente tuve que investigarlas antes de saber a qué clase de personas iba a meter en mi casa.

Me llevé las manos a la cabeza con frustración tras escuchar lo que decía.

─Toda la vida creí que eras una hija de puta por abandonarme cuando era una niña, pero bueno, me alegra saber que no sólo era mi imaginación, realmente sí eres una hija de puta pero con cabello lacio y lindos dientes. ─añadí entre burlas.

PERFECTO DESCONOCIDO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora