𝟮𝟮| 𝗦𝗔𝗡𝗧𝗔 𝗖𝗟𝗔𝗥𝗜𝗧𝗔.

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El viernes había llegado en un chasquido, había sido una semana relativamente normal y aunque públicamente tenía que mantenerme alejada de Ryan siempre intentábamos vernos, aunque fueran sólo cinco minutos al día siempre disfrutábamos la compañía del otro cuando se nos daba la oportunidad.

Luego de lo que pasó aquel día el ambiente se sentía ligeramente tenso en casa, Ava ni siquiera me dirigía la palabra, Gadriel estaba totalmente en contra de que siguiera hablando con Ryan y trataba de evitar que me topara con el chico a toda costa, y por otro lado, Christopher mantenía discutiendo todo el tiempo con la loca de su novia, sin embargo lastimosamente yo era testigo de que el castaño y la rubia se reconciliaban con un polvazo cada maldita noche, al principio me parecía erótico pero luego se volvió molesto tener que escucharlos coger todo el tiempo, pero más que molesto, creo que realmente sólo estaba ligeramente celosa de que ellos follaran todos los días y yo no.

─Hola, soy Cataleya, no sé si me recuerdas, ¿Tú eres Libertad, no? ─la cuestioné con el ceño ligeramente fruncido.

─Soy América, Libertad es el nombre de mi hermana. ─se detuvo mientras me veía con seriedad─. ¿Qué quieres, linda? ─demandó saber a la par que intentaba atrapar unos fideos chinos con unos palillos.

Me encontraba en la tienda de Trinidad, tanto el sujeto como su hermano tenían varios días ignorando mis mensajes así que al salir del instituto aproveché para averiguar qué demonios estaba pasando.

─¿Le pasó algo a Trinidad?, es que le he escrito estos últimos días y no ha respondido ni un solo mensaje, y Paz tampoco. ─dije claramente preocupada.

─Después de todo no entiendo por qué te sorprende, le mentiste a todos, ¿Acaso esperabas que te hicieran una fiesta o algo por el estilo? ─contestó mientras me veía con algo de rabia.

Fruncí el ceño de inmediato y no pude evitar sentirme ligeramente confundida.

─¿De qué estás hablando?

La chica inspiró profundo y puso los ojos en blanco con frustración.

─Escucha, mi hermano está por allá atrás. ─hizo un movimiento para señalar con la cabeza en dirección al fondo de la tienda─. Puedes pasar, ve a verlo si quieres, la verdad no me interesa, pero no te aseguro que Trinidad vaya a ser muy amable contigo. ─dijo viéndome con cansancio para finalmente regresar la atención a la caja de comida china que tenía entre las manos.

¿Pero de qué demonios estaba hablando?

─Bien, supongo que gracias. ─respondí extrañada.

Procedí a caminar en la dirección que me ordenó la chica y mientras tanto empecé a analizar el lugar, la tienda era grande y estaba muy bien organizada, las estanterías estaban repletas de comida y por el estado del lugar era evidente de que las ventas eran buenas, todo se veía muy bien.

─Ey, te estuve escribiendo toda la semana, ¿Acaso me estás ignorando? ─me dirigí a Trinidad una vez que logré divisarlo al final del pasillo de las frutas acomodando un costal de naranjas.

─¿Qué haces aquí? ─contestó sin siquiera molestarse en hacer contacto visual conmigo.

─No respondiste mis mensajes así que me preocupé, pensé que a lo mejor te había pasado algo.

─No debes estar aquí, así que mejor vete. ─respondió como si estuviera irritado por algo.

Fruncí el ceño intentando comprender la razón por la cual todos estaban actuando raro conmigo.

─¿Estás molesto conmigo?

─Vete de aquí, no lo repetiré de nuevo. ─expresó sin detener lo que estaba haciendo.

PERFECTO DESCONOCIDO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora