PERFECTO DESCONOCIDO © » 1M8.

𝟭𝟵| 𝗘𝗟 𝗥𝗔𝗧𝗢́𝗡 𝗗𝗘𝗟 𝗤𝗨𝗘𝗦𝗢.

El lunes había llegado con rapidez, después del tema del diario no había logrado ser capaz de dormir bien y fue como si de repente me hubiera vuelto paranoica, estaba aterrada, es que todavía no lograba procesar todo lo que había leído, todo lo que había escrito Ryan sobre... mi.

No lo había visto desde la pelea, no sabía absolutamente nada de él, es como si de repente se hubiera esfumado de la faz de la tierra, y fuera de que ahora me había convertido en una mujer ❝famosa❞, tampoco supe más nada de Cuchillas desde aquella reunión en San Diego, mi relación con la familia había mejorado significativamente de un día para otro y de repente todo en mi vida parecía ir relativamente bien.

Demasiado bien para ser verdad.

─Bien, ¿Tienes todo lo que te hace falta? ─me cuestionó mi madre algo histérica mientras se paseaba por la habitación.

─Sí, creo que sí.

─¿Llevas la laptop y el cargador de tu móvil?

Fruncí el ceño ligeramente confundida y por un segundo no supe de qué carajos estaba hablando.

─Mamá, ¿De qué laptop estás hablando? ─demandé saber mientras la veía extrañada.

─¡¿Acaso no has abierto las bolsas que te di cuando llegaste?! ─exclamó de repente, casi al punto de perder la cordura.

Oh, carajo.

─¡¿Dónde las pusiste?! ─demandó saber mirando a todos lados como loca.

Inspiré profundo y señalé en dirección al armario.

─¿Por qué estás tan enfadada? ─pregunté con algo de miedo tras imaginarla abalanzándose sobre mi mientras me ahorcaba cegada por la rabia.

─¡Porque se supone que hoy te integrarías en el instituto, debías estar en la escuela a las ocho en punto, son más de las diez, los chicos se fueron hace horas y tú sigues aquí! ─gritó sacando las bolsas y acomodándolas sobre la cama.

Lo siento, no fue mi culpa haber estado despierta toda la noche y alcanzar a pegar el ojo a las siete de la mañana.

─Perdón, no volverá a suceder. ─dije sin ánimos intentando calmarla mientras me encontraba posada a un lado de la habitación y la veía con cautela.

Mi madre abrió una de las bolsas y de esta sacó una caja blanca que decía ❝MacBook❞ sobre la tapa, en un santiamén le quitó el plástico protector y de repente ya tenía una preciosa laptop plateada sobre sus manos.

─¿Dónde está tu bolso? ─demandó saber observando a todos lados.

Antes de que pudiera abrir la boca para responder logró visualizar la mochila negra que descansaba en el suelo, la tomó y procedió a guardar el computador en su interior.

─Eres tan irresponsable, Dios mío, yo a tu edad me despertaba a las tres de la madrugada porque debía caminar unos diez kilómetros para llegar a la estación de buses, luego debía tomar dos camiones, caminar unos diez kilómetros más y de ahí tenía que...

Y de repente la mujer empezó a narrar la forma en que debía atravesar la selva amazónica, pelear con un león, cazar dos tigres y matar un dinosaurio para llegar a la escuela.

─De acuerdo, ya tienes todo listo. ─dijo mientras se llevaba la mano al bolsillo trasero del pantalón para tomar su cartera─. Aquí tienes dinero en efectivo

y... ─hizo una pausa mientras sacaba un montón de tarjetas y las analizaba con cuidado.

¿Por qué toda la gente con dinero tiene mil tarjetas?, ¿Acaso no pueden guardar todo el billete en una misma cuenta de banco o algo por el estilo?