𝟯𝟭| 𝗛𝗘𝗥𝗠𝗢𝗦𝗢, 𝗣𝗘𝗥𝗢 𝗧𝗢́𝗫𝗜𝗖𝗢.

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El corazón me iba más rápido que el aleteo de un colibrí, podía sentir cada latido en la tráquea, casi como si tuviera dicho órgano vital palpitándome en la boca.

─Hogar, dulce hogar. ─dijo Ryan abriendo la puerta principal de su cabaña en el bosque.

El aroma a madera era embriagador, todo se veía tan limpio y muy bien organizado que realmente me sorprendía el hecho de que un hombre pudiera mantener su casa tan pulcra y perfectamente aseada.

─Disculpa, debo hacer una llamada. ─expresó mientras se quitaba la camiseta ensangrentada y la arrojaba a un lado para luego tomar su móvil y tras deslizar su dedo un par de veces por la pantalla dirigirse a la cocina.

Lo miré en silencio hasta que lo pude escuchar empezar a hablar mientras se lavaba las manos en el fregadero.

─Hola papá, ¿Cómo estás?

Aparentemente el chico ya había solucionado el asunto con el imbécil de su padre.

─Sí, escucha, necesito verte urgentemente.

El castaño cerró la llave del agua y cruzó junto a mí en dirección a la puerta para luego abandonar la casa y caminar una distancia relativamente considerable en busca de hablar con su padre sin que al parecer yo pudiera escucharlo.

─Idiota. ─bufé dejándome caer sobre el mueble totalmente exhausta.

Podía verlo a unos cuantos pasos de la casa mientras hacía ademanes hablando con Rix al otro lado de la línea, recorrí su cuerpo lentamente de arriba hacia abajo y debo admitir que a pesar de todo su culo se veía muy bien en esos jeans negros que le quedaban algo ajustados.

Ryan se giró un poco y quedó diagonal en mi dirección, sus mejillas estaban algo coloradas y me tardé un instante en procesar el hecho de que a pesar de la pelea en el restaurante no le había quedado ningún moretón, sólo un breve rasguño en el pómulo izquierdo después del puñetazo de Gadriel.

Empecé a bajar mi atención desde los ojos de Ryan y me enfoqué en su boca, tan hermosa que me generaba unas profundas ganas de sólo levantarme la falda y...

─Mierda. ─interrumpí mis propios pensamientos al darme cuenta de que podía leerle los labios, fue así que entrecerré los ojos y luego de tratar de enfocar la vista todo lo posible empecé a tratar de descifrar todo lo que salía a través de su boca.

Sí, sí, le dije que si lo hacía filtraría toda la información de...

¿Información de qué?, o peor aún, ¿De quién?

Él se giró de nuevo dejándome con el mensaje a medias, estuvo hablando de espaldas por un par de minutos hasta que luego se volteó en mi dirección una vez más.

Por supuesto que lo sabe, carajo, lo supo desde el comienzo, ¿Acaso se te olvida que...

El castaño se dio la vuelta con brusquedad y en un chasquido se perdió de mi vista mientras discutía completamente enojado con su padre a través del teléfono, estuve sola por unos diez minutos hasta que pude ver esos preciosos ojos verdes apareciendo una vez más en mi rango visual.

─Escucha, iremos al centro de la ciudad, tengo que reunirme con mi padre. ─dijo luego de ingresar a una de las habitaciones y salir tan rápido como un rayo mientras se ponía una camiseta limpia.

─No iré.

─¿Disculpa? ─me miró como si tratara de confirmar el hecho de que terminaba de negarme a su petición, misma que se escuchó casi como una orden.

─No iré contigo, te esperaré aquí.

─¿Por qué?

Fruncí ligeramente el ceño y lo observé confundida.

PERFECTO DESCONOCIDO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora