𝟭𝟱| 𝗜𝗡𝗠𝗔𝗖𝗨𝗟𝗔𝗗𝗢.

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Me quedé mirando a la nada por aproximadamente unos treinta minutos, la soledad me ayudó a divagar intentando repetir una y otra vez las palabras que rato antes habían salido de la boca de mi madre, todavía no tenía muy en claro lo que debía hacer pero sí estaba plenamente segura de una cosa: tenía que decidir lo más pronto posible.

En medio de una charla conmigo misma me percaté de que el suelo estaba vibrando, igual que las ventanas, era como si el edificio estuviera a punto de derrumbarse en cualquier momento.

Caminé rumbo a la salida y a medida que avanzaba se escuchaba ruido cada vez más y más fuerte, eran gritos de emoción y música puesta a un nivel alarmante.

─Disculpe, ¿Ha visto a un chico alto, delgado, de ojos verdes y cabello castaño que va vestido igual que yo? ─me dirigí a la mujer detrás del mostrador en el lobby.

─Ustedes fueron los que llegaron hace un rato, ¿No? ─me regresó la pregunta.

─Sí.

─Lo vi tomar ese pasillo. ─dijo señalando uno de los corredores a un lado del salón─. Quizás está en la fiesta con el resto de las personas que llegaron esta mañana.

¿Fiesta?, vaya, eso explica muchas cosas.

─¿Puedo pasar también?

─Sí, seguro, usted es una huésped del hotel así que puede ir a cualquier parte del edificio que desee.

Fruncí el ceño confundida de inmediato.

─¿Disculpe?

─El señor... ─se detuvo para mirar algo en la pantalla del ordenador frente a ella─. Campbell reservó la suite principal por una noche, así que bienvenida al hotel Hilton.

¿Qué?

Me tardé un par de segundos en procesar todo y luego de un rato logré reaccionar, al parecer lo de la cita sí seguía en pie.

─Gracias. ─dije con una sonrisa fingida.

Me giré sobre mis talones para ir en busca del castaño, pude ver gente a la distancia entrando y saliendo de una habitación, el ruido me indicó de inmediato que claramente de ahí provenía la fiesta así que me acerqué y crucé el umbral.

Habían no menos de cien personas reunidas en el lugar, todo estaba ambientado de color rosa y neón, la mayoría de los presentes eran mujeres, algunas vestidas de forma masculina y otras completamente de brillos y lentejuelas, habían Drag Queens como las que salían en la televisión y los escasos hombres que se encontraban estaban casi desnudos, lo único que cubría sus partes íntimas eran unas tangas de colores y modelos llamativos.

No tenía que ser muy inteligente para saberlo, era una rumba LGBT.

Me introduje entre la muchedumbre y comencé a examinar todos los rostros esperando a encontrar el de Ryan, y tras recorrer casi todo el lugar, ser manoseada y casi besada por un montón de gente no tuve éxito hallando al chico.

─Hay barra libre, ¿Quieres algo de beber? ─me cuestionó uno de los sujetos detrás del mostrador tras acercarse a mi oído para que pudiera escucharlo con claridad.

Era un chico de aproximadamente veintitrés años, tenía el cabello negro y lacio, le llegaba más abajo de los hombros y lo usaba recogido con una coleta baja. Tenía ojos café claro y un par de lindos hoyuelos a un lado de cada mejilla.

─No, estoy bien, muchas gracias, es que estoy buscando a un amigo y si realmente quiero encontrarlo necesito estar sobria. ─contesté acomodándome en uno de los taburetes frente a la barra.

PERFECTO DESCONOCIDO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora