Los créditos de la película rodaban sobre un fondo negro, en la pantalla de la recámara de Valentina; el tazón de las palomitas estaba tan vacío como los demás trastes que contenía la bandeja; la noche había caído y la luz de la luna iluminaba parcialmente la habitación. Juliana y Valentina estaban recostadas sobre sus costados, mirándose de frente; cubiertas por una abrigadora manta.
Luego de quince minutos al teléfono, Juliana había bajado en busca de Valentina; no sabía que la tenía más desatinada, si la discusión que -por enésima vez- había sostenido con Chema, o el regusto amargo que le dejó el haber roto abruptamente ese momento tan lindo que estaba compartiendo con Val. En los ojos de su amiga no vio otra cosa que amabilidad y comprensión cuando se fue, ofreciéndole privacidad para su llamada. Valentina era así, toda generosidad y dulzura. Si algo le molestaba o dolía, no siempre y no con todos lo dejaba salir... De hecho, con Juliana, casi nunca. La trataba como a un terrón de azúcar que se le podía desbaratar, así que era difícil saber qué sentía y pensaba realmente en circunstancias...así.
Para Juliana, las cosas con su novio iban de mal en peor; y eso venía pasando desde...hace tanto, que ya ni recordaba la última vez en que todo había estado bien entre ellos. No era tan injusta como para dejar caer toda la responsabilidad sobre Chema. Tenía que admitir que quizá él había empezado a cambiar en cuanto ella dejó de disimular su falta de interés. Se metió en ese noviazgo por las razones equivocadas, y eso acabó pasándole factura más temprano que tarde. Ella se fue enfriando sin esmerarse mucho en ocultarlo, lo que fue sacando la parte más oscura del carácter de él; como consecuencia, ella más distante se volvía y él más se enojaba. ¿El resultado? Un círculo vicioso que le estaba intoxicando la vida y le arruinaba los mejores momentos. Era necesario ponerle un fin a eso, se dijo Juliana otra vez; ojalá pudiera ser pronto.
Encontró a Val sentada en uno de los banquillos altos de la cocina; con los antebrazos apoyados sobre la barra y la vista perdida en algún punto indefinido. Su expresión era contemplativa, ausente. Como si sus pensamientos la hubieran llevado muy lejos del lugar y el momento en el que estaba. Ni siquiera se percató de que su invitada estaba en el umbral, observándola con una mezcla de fascinación, preocupación e intriga.
Una vez que Juls la trajo de regreso de esos mundos por los que andaba dispersa, Val le dedicó su mejor sonrisa y volvieron a la recámara. Se acomodaron sobre la cama y empezaron su maratón de películas de terror. Poco a poco -sin proponérselo, pero sin evitarlo tampoco- habían ido moviéndose hasta que sus cuerpos quedaron uno pegado al otro por el costado, disfrutando de su cercanía. La cabeza de Val encontró acomodo en el espacio libre entre el cuello y el hombro de Juliana; de la manera más natural, cruzó su brazo sobre el abdomen de su amiga... Y así pasaron las horas, entre risas, palomitas, gritos de susto, una o la otra arrebujándose contra su acompañante cuando la tensión de la trama era insoportable. Felices y satisfechas con un placer tan simple como compartir una tarde viendo Nétflix. Estaban en su burbuja... Todo lo demás era lo de menos.
Una vez que la última película terminó, ya bien entrada la noche, se reposicionaron frente a frente sin ensanchar el minúsculo espacio que las separaba. Seguía la hora de las conversaciones serias; las dos lo sabían y ninguna pensaba evadirlas. Fue Valentina, para no variar, quien se atrevió a romper el silencio.
-¿Está todo bien, Juls? -Le preguntó mientras jugaba con el dedo índice de su amiga, acariciándolo lánguidamente-. No te veías muy animada cuando bajaste por mí.
-Está todo... -Juliana hizo una pausa, obligándose a desechar la respuesta automática que acostumbraba a darle a todo el mundo cuando le hacían esa pregunta; estaba ante quien se preocupaba genuinamente por ella, y no le iba a mentir-. No, Val; no está todo bien con él.
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EL CIELO EN TU MIRADA - JULIANTINA
FanficEsto es sólo la historia de Val y Juls recontada, siguiendo la línea argumental original, pero con ciertos cambios de enfoque. Porque hay historias tan hermosas que merecen ser contadas mil veces y de mil maneras distintas. Una hermosa muchachita...