CAPÍTULO TRIGÉSIMO SEGUNDO: DULCE SORPRESA

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CdMx, México

Junio 11, 2023

-Juli, mija... ¿Estás bien? Estuviste un poco ausente durante el almuerzo.

-Estoy bien, má. Contenta y muy agradecida contigo, con Panchito y con Perlita por el festejo... Fue una linda sorpresa, Lupe.

-Sí, hija; ellos estaban muy felices de poder compartir este día contigo. Teníamos pendiente celebrar tu graduación también.

-Yo sé eso. Les agradecí de todo corazón a los tres.

Lupe y Juliana estaban caminando hacia la entrada de su casa al mediodía. Era un precioso día de mediados de junio; el sol caía a plomo, iluminando un cielo límpido y brillante, sin una sola nube a la vista. Las jacarandas perfumaban la acera con los aromas estivales; una brisa suave les despeinaba los cabellos, mitigando el calor de finales de primavera.

Ambas, madre e hija, tenían sonrisas en sus caras bonitas. Lupe sonreía con orgullo profundo y una satisfacción que no era capaz de ocultar; Juliana, en cambio, sonreía un poco a medias, como si la mitad de su alegría estuviera dispersa. Estaban regresando del restaurante de Perlita, en donde se habían reunido alrededor de las nueve de la mañana para celebrar, con un exquisito almuerzo, el vigésimo tercer cumpleaños de Juls... y también la exitosa culminación de su carrera como diseñadora de modas.

Casi cinco años habían transcurrido desde que Guadalupe y su hija habían llegado a la Ciudad de México, dejando atrás un pasado difícil, y decididas a empezar de nuevo. Y estaban más convencidas que nunca de que fue la mejor decisión que pudieron tomar. México las había recibido con los brazos abiertos, dándoles las oportunidades que por tanto tiempo les negó la vida. Desde su llegada tuvieron la suerte de encontrarse con ángeles que les brindaron ayuda, apoyo, cariño y cuidados. Su vida cambió a grado tal, que les resultaba difícil recordar lo que antes sufrieron.

Seguían alquilando la misma casita que les brindó refugio a su arribo a la capital, pero en realidad no era mucho el tiempo que pasaban ya ahí. Lupita dormía muchas noches de la semana en la casa que Pancho había conseguido luego de su divorcio. Y Juliana, por su parte, prácticamente ya vivía más en el departamento de Valentina que en cualquier otro lado. Si dormía en su casa tres veces por semana, ya era decir mucho. Madre e hija estaban felices en sus respectivas relaciones; estables y bien encaminadas. De modo que ambas sabían que desocupar esa vivienda era cuestión de tiempo nada más...y de muy poco tiempo, en realidad.

Sin embargo, Juli tenía casi una semana quedándose en casa de Lupe. La semana anterior había sido su ceremonia de graduación; misma que fue emotiva por más de un motivo. Tanto Guadalupe como Valentina, León y Lucía se habían encargado de hacer ese día especial e inolvidable para la diseñora. Sin demasiados aspavientos, sin las grandilocuencias que tanto incomodaban a Juls, sus seres queridos se aseguraron de hacerle sentir la felicidad y el orgullo que ese logro les inspiraba.

La entrega de su título fue mero protocolo, a decir verdad; pues Juliana tenía ya tiempo trabajando en su propio taller. Esforzándose por dar cada paso tan independientemente como le era posible, pero siempre aceptando consejos y apoyo de quienes la querían bien. El financiamiento que consiguió, asesorada por Valentina, estaba rindiendo frutos impresionantes; como decía León, ese negocio tenía futuro y presente. Juliana era una estrella emergente del mundo de la moda y su crecimiento era imparable. Todo debido a que una estrella asiática de pop había usado varios de sus diseños en videos musicales y eso fue una catapulta impactante que tenía su nombre y su marca en ascenso irrefrenable hacia los cuernos de la luna.

Las redes sociales y su auge tras una difícil pandemia obraron a su favor y la suerte estaba echada: su nombre estaba adquiriendo un valor monetario tal, que incluso la última fortaleza acabó cayendo; Evangelina Carvajal había aceptado su relación con Valentina, convencida ya de que no era el interés lo que movía a Juliana. No eran las grandes amigas ni mucho menos, pero sí era su cliente regular, para beneplácito de Val y León.

EL CIELO EN TU MIRADA - JULIANTINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora