MARATÓN-1/4
-¿Quieres desayunar, Juls? Preparé pancakes; hay yogurt con fruta, jugo, café.
Valentina le ofreció con ternura, sin dejar de verla a los ojos con tanto amor, que Juliana sintió que las piernas se le doblaban y sus brazos le hormigueaban con la necesidad de ese abrazo tan anhelado.
-Siento el estómago raro -respondió Juls con voz ronca y trémula; nerviosa y un poco huraña-... Y la cabeza me duele como si me fuera a explotar.
-Eso se llama cruda -dijo Val, condescendiente, atenta, dulce como sólo ella sabía serlo-. Debes comer algo, hidratarte y tomar éstas -señaló con la cabeza un par de analgésicos que descansaban sobre la mesa junto a un vaso con agua y el resto del desayuno.
Con delicadeza y caballerosidad, Valentina retiró una de las sillas, invitándola a sentarse. Juliana, atontada por los malestares de la resaca y embelesada por el amor y los cuidados de Val, no atinó más que a sentarse, dar una mordida a su pancake y tomar el par de aspirinas con la esperanza de que su cabeza dejara de atormentarla con esas punzadas de dolor.
Mientras tanto, Valentina se quedó observándola con adoración durante un largo minuto, deleitándose en la contemplación de quien para ella era la mujer más hermosa y que, aun con una resaca tremenda encima y enfurruñada como un gatito furioso, desprendía belleza y encanto. Fue la voz de esa preciosidad lo que la sacó de su trance, devolviéndola a la realidad que debían enfrentar.
-Val... vas a desayunar tú también, ¿verdad? -Juliana preguntó en un tono que se indefinía entre el enfado y algunos remanentes de vergüenza por el espectáculo de la noche anterior.
-Sí -respondió Vale suavemente mientras se sentaba de frente a Juliana y volvía a posar su mirada azul en el hermoso y cansado rostro que se había vuelto una constante en sus sueños y sus desvelos-. Vamos a comer, Juls; tu estómago necesita asentarse.
Desayunaron en medio de un silencio tenso en el que flotaba la incertidumbre y el peso de una conversación tan compleja como necesaria. Valentina lo hacía con prisa, como si quisiera acabar pronto con ese trámite y pasar a lo siguiente; totalmente enfocada en Juliana, en cada gesto, en cada movimiento. Ahogándose en esa duda que llevaba clavada en la mente desde la tarde anterior y que era peor que la peor certeza.
Juliana sentía la mirada de la otra chica sobre ella, intensa e insistente; sin embargo, no se atrevía a encontrar sus ojos con los de Val. Había un buen número de emociones hechas nudo que se lo impedían. Pena, enfado, celos, temor... Sobre todo, eso, temor a comprobar sus peores sospechas. De modo que comió sin alzar la vista, como si de pronto su plato fuera el objeto más interesante del planeta.
Así pasaron los minutos, implacables y constantes; hasta que terminaron sus respectivos desayunos. La hora de enfrentar su situación había llegado y no se podía postergar más.
A pesar del silencio incómodo y de lo que sabía que estaba por venir, Juliana se dio cuenta de que, al menos físicamente, se sentía mejor. La sensación de incomodidad en su estómago había desaparecido; la cabeza le dolía menos; el malestar general había disminuido...gracias a los cuidados de Valentina. Otra vez pasaron por su mente los recuerdos de la noche anterior; las muchas maneras en que Val la atendió y cuidó de ella desde que llegó de esa fiesta de la que ni siquiera recordaba mucho, excepto que se negó a parar de beber pese a las súplicas de sus compañeras del trabajo. Sus pensamientos viajaron hasta más atrás...a la llamada telefónica que desencadenó todo el caos. Y entonces los celos volvieron a hacerse presentes; las imágenes de Valentina siendo abrazada por una hermosa mujer que la contemplaba como si se le abriera el cielo; y que solía llamarla con nombres cariñosos que Juliana quería que fueran exclusivos de ella... Otra vez sintió que se le revolvían las tripas de temor y celos.
Algo -o todo- debió reflejarse en su cara, porque la expresión de Valentina cambió en respuesta, volviéndose cautelosa...y después, dura. Llevaba horas pensando como abordar la platica tan delicada que debían tener; debatiendo consigo misma cuál debía ser su postura... y era hora que no llegaba a conclusión alguna.
Por un lado, sabía que durante su ausencia habían sucedido cosas que pudieron ser malinterpretadas por Juliana y que, evidentemente, la lastimaron. Conocía a esa mujer casi tan bien como se conocía a sí misma, y esa actitud huraña, reservada y distante gritaba -desde el helado silencio- la molestia y dolor de su exnovia. Pero por el otro lado, ella misma estaba dolida y enfadada...por más de un motivo; y todo tenía el mismo origen: las decisiones de Juliana...o quizá sería más exacto llamarles impulsos.
Dos meses atrás ella terminó su relación sin muchos miramientos; Val le concedió su espacio y tiempo a pesar de lo mucho que la extrañaba, y esperó pacientemente a que el tiempo de reintentarlo llegara; luego, cuando parecía que era el momento adecuado, voló durante muchas horas para llegar a Juliana tan pronto como le fue posible...y cada una de esas horas las pasó mortificada porque no había logrado hablar con ella aun cuando Juls la había llamado por teléfono.
Arribó a la CdMX ansiosa, desesperada por llegar hasta la única persona capaz de hacerla feliz; pero nada salió como lo esperaba. Acabó el día anterior con la incertidumbre anidada en lo profundo del pecho y lidiando con una Juliana rejega y hosca que, para variar, no se la ponía fácil. Así que, sí, estaba oscilando entre la duda, el temor, el enfado, los celos...y el amor infinito que sentía por ella y que, irremediablemente se imponía por encima de todo lo demás. Aunque en realidad ese parecía ser precisamente el problema - pensaba muchas veces Valentina-: cómo podía permanecer enojada con esa belleza de mujer, cuando la amaba con locura, más allá de todo y de todos.
-Val -la voz trémula de Juliana, en la que se detectaba un dejo de preocupación, la devolvió de golpe a una realidad que exigía ser atendida sin mayores dilaciones-... ¿Estás bien?
-La verdad es que... no, Juliana; no estoy bien.
La frase salió tajante y cortante, luego de un suspiro profundo mediante el cual Valentina pretendía hacer acopio de una serenidad y una paciencia que empezaban a escasear.
-Pues si es porque estás aquí conmigo, no tienes que quedarte -el genio siempre vivo de Juliana hizo, una vez más, su inoportuna aparición-. Supongo que preferirías pasar el día con tu...amiga esa...o lo que sea, en vez de tener que soportarme a mí.
-¿De qué estás hablando, Juliana?
En ese momento ambas supieron que la precaria calma había colapsado y estaban en pie de guerra. Conocían demasiado la una sobre la otra como para reconocer las inequívocas señales de la tempestad en pleno estallido.
***
¡Hola! Por favor no me acribillen con comentarios de "no demores tanto en actualizar"; no sean malites conmigo. Déjenme comentarios, pero lindos ;) Tengo los tres siguientes capítulos listos para un maratón navideño, la frecuencia de publicación depende de las estrellitas, comentarios favorables y follows. Ayúdenme a mejorar el ranking de la historia, please. Desde ya se los agradezco. Disfruten este primero de cuatro y de la respuesta depende cuándo se publica el siguiente.
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EL CIELO EN TU MIRADA - JULIANTINA
Hayran KurguEsto es sólo la historia de Val y Juls recontada, siguiendo la línea argumental original, pero con ciertos cambios de enfoque. Porque hay historias tan hermosas que merecen ser contadas mil veces y de mil maneras distintas. Una hermosa muchachita...