-Es que no lo entiendo, papá... Realmente no te entiendo. ¿Qué tienes en la cabeza?
-Evangelina, primero que nada, modera tu tono -le respondió León a su hija con serenidad y firmeza-. Y, en segundo lugar, que te quede claro que yo no tengo por qué darte explicaciones. De hecho, creo que ya te di las suficientes...especialmente tratándose de un tema que no es de tu incumbencia.
-¡No, no, no, papá! -siguió Eva con tono airado, altanero, demandante-... ¡No me vengas con eso ahora! Todo lo que les pasa a mis hermanos es asunto mío. Puede ser que con ese argumento hayas podido deshacerte de Lucho, quien, por cierto, no hizo otra cosa que acudir a ti con las mejores intenciones, pero conmigo vas a necesitar más que eso para apaciguarme.
-Ni a él ni a ti tengo que convencerlos de nada, Eva; ya te lo dije -León dio unos pasos en dirección a donde su hija estaba de pie, furiosa como una hidra, mirándola fijamente y con una advertencia implícita en el tono y en la mirada clara-, la vida privada de tu hermana es eso: privada...y suya nada más. Ni a Lucho, ni a ti, ni a nadie le voy a permitir que intervenga
En una de las lujosas estancias de la casa Carvajal tenía lugar el desagradable enfrentamiento entre León Carvajal y la mayor de sus tres hijos. Esa mañana estaba resultando particularmente complicada para el pobre hombre. Primero, la repentina y muy temprana aparición de Lucho, el ex novio de Valentina; quien exigió hablar con él nada más para ponerlo al tanto de un asunto que de sobra conocía: la naciente relación entre su princesa y la hermosa Juliana. Una vez que se encargó personalmente de despacharlo con cajas destempladas, Eva se apersonó con sospechosa oportunidad, para seguir abogando por la causa perdida del desafortunado jovencito. Ya llevaba casi dos horas de ese día desperdiciadas entre los prejuicios y las insensateces de quienes pretendían dictar el rumbo de la vida de Vale... Prejuicios mismos a los cuales, tenía que admitir, alguna vez él mismo estuvo atado.
Realmente agradecía la confianza de su hija al confesarle sus sentimientos por Juliana...y a Lucía por haberle acompañado en ese camino hacia la comprensión y la aceptación. Valentina era una de las personas que más amaba en la vida, sino es que la que más, y estaba dispuesto a apoyarla, cuidarla y protegerla contra el mundo entero para que ella conservara esa felicidad y calma en que había estado envuelta desde que Juliana llegó a su vida. Y si esa batalla tenía que empezar por ponerle los puntos sobre las íes a Evangelina igual que como lo hizo con Lucho, no tenía reparo alguno en hacerlo.
-¿Qué quieres decir con que "no me vas a permitir que intervenga"? -Rebatió Evangelina, iracunda, fuera de sí-. Se trata de mi hermana... de tu hija pequeña, papá. ¿Qué parte de que Lucho la vio besándose con la tipa esa no te está quedando clara? Por el amor de Dios, reacciona.
-Por el amor de Dios, reacciona tú -le ordenó furioso y exasperado-. Baja la voz, Evangelina; a mí no me vas venir a gritar a mi casa -se acercó a su hija hasta quedar apenas a unos centímetros, moderando el tono, pero revistiéndolo de una serenidad helada y cortante; una advertencia clara en su mirada y sus palabras-. Así que no se te ocurra volver a intentarlo... Eso es, por un lado; por el otro, te voy a hacer una advertencia y lo haré una sola vez: deja a Valentina en paz con su vida privada y sus decisiones. Ella es mayor de edad. Y, por si eso no fuera suficiente, yo soy su padre y estoy aquí para velar por ella. De modo que no hay ninguna necesidad de que tú intervengas. Si llego a enterarme de que haces algo en contra de ella o de Juliana, me vas a responder a mí. ¿Entendido?
Evangelina conocía la suficientemente a su padre como para saber exactamente cuando era mejor guardar silencio, tragarse el coraje, y retirarse. Irguió la cabeza en señal de desafío, intentando rescatar un poco de su dignidad antes de lanzar una última mirada furibunda hacia el lugar desde el cual Lucía había sido silencioso testigo de la desafortunada discusión, para después marcharse airadamente de la casa de su padre. Mientras se encaminaba hacia su coche con paso firme y furioso, por su mente sólo pasaba una cosa: su padre estaba muy equivocado si pensaba que su amenaza iba a evitar que ella tomara cartas en ese penoso asunto. Tenía que proteger a su hermana, a su familia, su fortuna de esa muchachita oportunista. Si León se había vuelto tan blandengue e insensato -por culpa de Lucía, se decía a sí misma- como para permitir un desatino así, ella tenía que hacer todo lo que fuera necesario para resguardar a los Carvajal de una desgracia más...Después de todo, ya con Lucía tenían más que suficiente.
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EL CIELO EN TU MIRADA - JULIANTINA
FanficEsto es sólo la historia de Val y Juls recontada, siguiendo la línea argumental original, pero con ciertos cambios de enfoque. Porque hay historias tan hermosas que merecen ser contadas mil veces y de mil maneras distintas. Una hermosa muchachita...