- ¡¿Que le dijiste qué a quién, Valentina?!
-A mi papá...que estoy enamorada...de ti. Bueno, lo de que se trata de ti, más bien lo adivinó él solito.
-Pero... Val... ¿Cómo lo tomó? ¿Qué dijo? Ahora debe odiarme y no te va a dejar que vuelvas a verme, ¿verdad?
-Juls, calma, chiquita... Respira. Por favor, respira.
Luego de un día ajetreado para las dos; de las casi doce horas transcurridas entre que despertaron y que sus ocupaciones les dieron un respiro suficiente para llamarse -conformándose en el inter con mensajes instantáneos y audios- Valentina y Juliana al fin pudieron tomarse el tiempo para dedicarse una a la otra sin que nada más dividiera su atención.
Valentina recién había llegado a casa, luego de su última clase del día en la universidad. Durante todo el camino había estado mensajeando con quien se había convertido en la causa de su sonrisa, tratando de convencerla de que la dejara ir por ella al trabajo. Pero fracasó en el intento, pues Juls había tenido que salir antes para acompañar a su mamá a algún lugar a petición expresa de Lupita; así que había quedado de avisarle a Val cuando estuviera lista para que la llamara y acordaran lo que harían el resto de su viernes...y de su fin de semana.
Apenas recibió Valentina luz verde por parte de Juliana, y accedió a la marcación rápida, impaciente por escuchar en tiempo real la voz de la mujer que le robaba el sueño y los suspiros. Juliana enlazó la llamada casi con desesperación; ansiosa por disfrutar de la parte más bonita de su día: el momento de estar con Valentina...a través del medio que fuera.
La llamada transcurrió en calma hasta el momento en que Valentina soltó -a bocajarro y sin más contexto- el resultado de la conversación entre ella y su padre durante el desayuno de ese viernes. Un intercambio tan revelador que la dejó oscilando al filo de algún impreciso borde entre la de euforia y la sorpresa por el resto del día. Había pasado las horas debatiéndose entre si adelantarle algo a Juliana o no acerca lo sucedido con León; moría por hacerlo, pero decidió que algo así era mejor tratarlo con más calma y, como mínimo, por teléfono. Aunque ya que estaba viviendo el momento por el que había esperado todo el día, se preguntaba por qué mejor no esperó a verla en persona y así poder ver su carita hermosa cuando reaccionara ante la noticia. Después de todo, sólo la estaba escuchando y ya le parecía tan adorable como divertida la manera en que Juls estaba tomándose las novedades.
Al otro lado de la línea, una atónita Juliana se incorporaba abruptamente de su cama -en la que se había dejado caer en cuanto llegó a casa para recibir la llamada del objeto de sus anhelos- tan pronto como su cerebro registró lo que sus oídos estaban recogiendo en las palabras de Valentina. La delicada piel de su rostro se tiñó de un intenso tono carmesí a causa de la impresión y del temor irracional que la invadió al percatarse de las posibles implicaciones de lo sucedido.
Sus recuerdos surgieron, trayendo al escenario central de su mente la imagen señorial de León Carvajal, sentado en su imponente escritorio, dándole las gracias a ella por devolverle su billetera, para luego dedicar valiosos minutos de su tiempo a contarle sobre sus tres grandes amores: sus hijos. Demorándose deliberadamente en la que, sin lugar a dudas, era la niña de sus ojos; la más pequeña, Valentina.
La devoción y el orgullo con el que León Carvajal hablaba de su princesa era tal, que no se necesitaba ser muy observador para darse cuenta de que era ella la que ocupaba el trono en el corazón de su padre; que él estaba dispuesto a dar la vida y más por protegerla y librarla de todo mal. Tal certeza era la que estaba provocando que en Juliana se detonaran las inseguridades y los miedos sin darle siquiera paso a la felicidad que debería causarle el hecho de que Valentina hubiera dado un paso tan importante para su relación. Lo único que pasaba por su mente era lo que León llegaría a suponer de la relación con su hija. Que pudiera malinterpretarla o considerar que eran motivaciones mezquinas y deshonestas las que movían a Juliana a estar con Val. Esa posibilidad la asustaba... Y no porque le importara demasiado lo que los demás pensaran de ella; las circunstancias en las que creció la volvieron inmune a tales menudencias. Era la amenaza de que algo así terminara separándola de la persona que tanto amaba lo que la aterrorizaba.
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EL CIELO EN TU MIRADA - JULIANTINA
FanficEsto es sólo la historia de Val y Juls recontada, siguiendo la línea argumental original, pero con ciertos cambios de enfoque. Porque hay historias tan hermosas que merecen ser contadas mil veces y de mil maneras distintas. Una hermosa muchachita...