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❝No me hables más después de esto, Felix.❞

JiSoo estaba tomando su auto para ir hasta el hospital, temblando un poco pero más tranquila al saber que su hijo se encontraba fuera de peligro. Ver la casa sola y sin HyunJin adentro la hicieron sospechar cosas, llamándolo así.

Nadie contestó, pero al hacer una llamada al teléfono de JeongIn recibió todo lo que debía saber para sentirse algo dolida; su hijito visitó el hospital por primera vez en su vida y seguro estaba muy asustado.

Después de un rato de ir manejando, la femenina llegó a su destino y pidió entrar a la sala para verlo. Debieron sacar a JeongIn para que ella entrara.

—Salió de casa y pasó esto.— dijo Yang, sintiéndose culpable. —Lo siento tanto, yo tengo la culpa.

—Oh, cariño, la verdad no sé la razón por la que Jinnie salió así de enojado, pero los arranques de mi hijo son algo enfermizos— puso una de sus manos en el hombro de su hijastro. —, así que no fue tu culpa. Este niño deberá entender no enojarse tan drásticamente con esta lección.

—Lo siento tanto, JiSoo noona.— hizo una reverencia de 90° para la contraria.

La Hwang mayor revolvió los cabellos del chico y le sonrió dulcemente, para después dirigirse adentro y ver a HyunJin en la camilla. Juraba que no lo regañaría, pero sus instintos de madre la hicieron arder en rabia por lo torpe que era.

Luego de eso, JeongIn marcó de nuevo a un número de teléfono, siendo esta vez con ChangBin para que fuera a recogerlo; el mayor se ofreció a llevarlo de regreso a casa cuando le explicó todo por mensaje de texto.

Pero ahí estaba su actual dolor de cabeza; Na JaeMin.

Que aunque no tenía toda la culpa, pareció disfrutar de cómo se desesperaba al no encontrar opciones y arreglar su problema. Había actuado como todo, menos como un amigo.

—Podemos empezar nuestro día juntos desde hoy...— dijo sin mucha importancia, ganándose la asqueada mirada del de hoyuelos. —Apenas son las 10:10 PM.

—Jodete.— dijo alzando su dedo medio, para después salir fuera de ese lugar que lo hacía sentir extraño, recordando sus épocas de niño enfermizo.

Ni siquiera esperó a JaeMin, sólo estando afuera encontró a Seo y se subió al auto, dejando al otro chico allá sin saber qué hacer. Estaba muy enojado, con él mismo, con su amigo; todo había sido más su culpa que del otro, pero aún estaba enojado por eso.

El de menor estatura se limitó a dar unos buenas noches y nada más, porque en verdad estaba temiendo del aura y mirada matadora (en mal sentido) de su amigo. Seguramente había sido algo malo para que estuviera así.

—¿Y qué? ¿No vas a preguntar?— JeongIn habló, volteando su cuello hacia el de barbilla afilada. Al parecer estaba dispuesto a contar las cosas.

—Eres tan malhumorado, que tenía tanto miedo de preguntarte.— rascó su nuca aún con una de sus manos en el volante. —Pero si estás bien contándome, te escucho, Innie.

—¿Recuerdas a JaeMin?— preguntó, ganando un asentamiento por el contrario. —Ayer llegó y lo invité a casa, pero íbamos a hacer otra cosa y HyunJin hyung entró al cuarto.

No había palabras, más que una mala cara por parte de ChangBin, odiando lo estúpido que iba a actuar su pequeño amigo con apenas quince años de vida. De verdad que las hormonas se vuelven locas en una edad determinada.

𝘽𝙧𝙤𝙩𝙝𝙚𝙧 ; hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora