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Otro día más con dieciocho años. Había recuperado la cercanía con su padre y se había mudado de nueva cuenta a la casa de los Yang. Estaba de nuevo en su lugar.

Habían pasado al menos una semana de su reencuentro con HyunJin, y su vida se había tornado muy buena a lo que antes era; tenía a su papá, su tiempo, una carrera que llevar a cabo y un pretendiente que le ponía mucha atención.

Así es, Hwang cada día enviaba un ramo de rosas al pequeño de sus ojos en forma de conquista, le llevaba paletas de helado por las tardes cuando sabía que ya había salido de la escuela, le escribía los buenos días y le deseaba un dulce sueño. Era perfecto, estaban avanzando.

Para la sinceridad de JeongIn, no pedía ser conquistado de esa forma, prefería más tiempo y comprensión, como antes pero más maduro. Pero tampoco se iba a quejar de más, era un lindo gesto. Además, ¿quién va a negar paletas de helado?

Caminando para la escuela, llegó primero a una panadería a pedir un cupcake de chocolate porque no había desayunado, también pidió un batido de chocolate. Si iba a estar encerrado en una jaula con más changos, necesitaba fuerzas.

Al cabo de unos diez minutos más, se encontraba dentro de su universidad, tan grande que aún no se acostumbraba a ver, era demasiado pintoresca y las pinturas en ellas le hacían motivarse. Había entrado a una carrera de artes escénicas, así que era de esperarse que su escuela fuese artística.

—La vaca lola, la vaca lola— para llegar a su salón, JeongIn se puso a cantar cualquier canción que viniera a su mente para pasar el rato.

No había conseguido ni un solo amigo aún, era muy malo socializando luego de haber vivido años traumáticos en su preparatoria y que todo mundo se haya dado cuenta que era gay. No sabía quién podría actuar mal con él, todos eran doble cara y no tenía tiempo para interactuar con irrespetuosos.

Por eso mismo, el consejero escolar le había pedido de favor que hiciera amigos o tendría que cursas algún taller extra además de sus clases. Estaría a punto de abandonar su carrera si eso llegase a pasar.

Metido en su propio mundo, sin interés en la realidad movida y desastrosa, subió las escaleras tranquilamente. Bueno, hubiese sido tranquilo si no chocara con otra persona.

—Disculpa, fue mi-— el contrario calló de repente al darse cuenta de con quién había chocado. —¿JeongIn? ¿Eres JeongIn?

Yang volteó la vista al frente para ver quién lo había reconocido entre demasiados JeongIns de la vida y de haberse acordado de su cara para ser exactos.

Lo inspeccionó varios segundos, por no decir que casi un minuto, tratando de saber quién era. No encontraba respuestas, no recordaba quién era y tampoco le parecía familiar. El chico frente a él tenía unos lindos cachetes de ardilla, ojos expresivos y su piel era canela y suave.

Nop, no sabía quién era.

—Hola...— pronunció sin mucha confianza, tratando de que el otro le dijera su nombre al darse cuenta que no estaba seguro de quién era.

—¡JiSung! Han JiSung de la escuela— le sonrió en grande y lo tomó por los hombros, estaba muy eufórico de encontrar al famoso JeongIn, cercano al profesor MinHo.

—Eres... El... Novio— aún con duda, pronunciaba de a poco.

—¡Sí!— le contestó antes. —¡El novio de tu amigo MinHo!

Ahora todo tenía sentido, se acordó de aquella vez que encontró a su amigo besando a un estudiante en la enfermería, o la vez que fue por asesoría y el chico estaba encima del regazo de Lee, o la vez que lo presentó formalmente como su pareja. ¿Cómo cuántos años se llevaban? ¿Cinco, diez o casi los veinte? Vamos, tampoco era tan viejo su amigo.

𝘽𝙧𝙤𝙩𝙝𝙚𝙧 ; hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora