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Terminando de pagar las cuentas de Felix, los tres chicos se dirigieron a su departamento para que el menor pudiera al fin darse una ducha y vestirse decentemente. ChangBin le extendió una camisa de botones de satín color blanca, unos pantalones de vestir negros y el collar que había comprado al inicio del día, también le dejó unos bonitos zapatos que quedaban a la perfección con su atuendo.

De mala gana, en parte porque sus mejores amigos no estarían con él y otra porque debía admitir que odiaba las sorpresas, se vistió lo más rápido que pudo porque Seo le estaba apurando desde afuera de su cuarto.

Felix se encargó del peinado, alisando más su bonito cabello y poniendo un poco de fijador para que su flequillo se quedara en su lugar, lo maquilló un poco y se encargó de pintar sus labios. Parecía un príncipe según las palabras de sus mayores, y eso logró sacarle una sincera sonrisa.

¿Él pensaría que soy lindo a los dieciocho? Dejó que su subconsciente preguntara por voz propia, dejándolo caer en un sentimiento de melancolía en su interior, su pecho ardió en una especie de esperanza y sus ojos se llenaron de brillantes lágrimas, iguales a los diamantes más preciados.

Pero no dejó que el dolor le consumiera, debía entender que cualquier cosa que tenía que ver con Hwang HyunJin debía quedar en el pasado, como una travesía que le enseñó muchas cosas, sintió lo que jamás creyó sentir y se volvió experto en reprimir. Ahora era un nuevo Yang JeongIn, su cumpleaños le permitió renovarse.

—Perfecto, mi niño, debemos irnos— el tono acaramelado de ChangBin le hizo sentir una oleada de calidez por su cuerpo.

Estaba completamente agradecido con él, desde haber sido su amigo a pesar de las circunstancias, hasta haberlo criado hasta ese momento. Ningún número podría explicar lo tan grande que era su agradecimiento y cariño. Seo era una especie de ángel en su vida, la iluminó y le mostró un buen camino.

—Gracias— musitó suavemente mientras abrazaba el cuerpo de su amigo y dejaba escurrir las lágrimas que había retenido.

—¿Por qué me agradeces?— preguntó incrédulo, aunque aceptando el abrazo.

—Por todo, cada una de las cosas que hiciste por mí— le respondió y sin decir más, sin esperar una respuesta, se subió al auto que estaba estacionado frente a ellos.

Sin saber de qué forma reaccionar, simplemente subió al auto para llevar a su pequeño sol a su destino.

Las piernas le temblaban y las palmas de las manos le sudaban en sobre manera, estaba verdaderamente nervioso de que aquella sorpresa saliera mal. Era un adulto de veintidós años que temía de que algo saliera mal y complicara ya las cosas.

No dijo nada durante el camino, y miró a JeongIn temblar de vez en cuando mientras miraba por la ventana, observando como mordía su labio inferior en un intento de apagar la ansiedad creada hasta el momento.

Paró el auto justo en frente de una bonita playa, la luna ya estaba puesta y las olas se escuchan como una magnifica canción de cuna. Era divino ver el mar de noche.

—¿El... mar?— preguntó apenas saliendo del carro en donde lo habían traído.

—Me parece algo realmente bonito, ¿no lo crees?— ChangBin le preguntó, mientras pasaba una de sus manos por los hombros de su amigo. —Como el hombre adulto que comienzas a ser, sigues solo. Mucha suerte, pequeño.

Yang no tuvo tiempo de responder más a sus palabras, simplemente vio a Seo subir de nuevo a su vehículo y dar regreso a casa, suponía. Sus pies temblaron, ya que no sabía a dónde seguir.

Estaba aturdido, perdido y nervioso. No podía encontrar una respuesta a que lo hayan dejado ahí, a su maldita suerte. ¿Será que ChangBin ya estaba harto de él y lo arrojó a una bonita playa para que sobreviviera solo? Si era así, estaba totalmente indignado con la decisión de su amigo.

𝘽𝙧𝙤𝙩𝙝𝙚𝙧 ; hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora