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El sol brillaba desde el cuarto de JeongIn, estaba demasiado brillante para ser real. Era como si el astro supiera que ese día era una fecha importante.

No se hubiese levantado de su cama si no fuera por su mejor amigo ChangBin que llevaba consigo un bonito pastel color azul cielo en sus manos. Era el gran día, sus preciados dieciocho.

Hacía ya unos dos años que el pequeño Yang había decidido cortar lazos con la familia rota que le daba los buenos días, dejó atrás aquel ambiente insano que le rodeaba, y su padre JinYoung aceptó la propuesta; solamente se mudaría de casa, con su amigo más cercanos que se ofreció a cuidarle, y el señor Yang seguir pagando algunos gastos ya que, después de todo, no abandonaría a su preciado crío. Seo le había recibido en su departamento y como adulto responsable, también por los años al lado del de hoyuelos, el progenitor de nuestro querido protagonista confió. 

A veces salía con su otro amigo, SeungMin. Luego de haber hablado esa tarde tanto hasta quedarse dormidos en el pasto de la casa de Kim, decidieron remediar lo que estaba roto, pegaron todas aquellas piezas que astillaban y lograron recuperar todo aquello que consideraban perdido. Los amigos inseparables había regresado. 

No se espanten por el chico, después de soltar todo lo que traía guardado en su corazón, decidió ir por ayuda psicológica, y también pidió orientación para la situación de sus padres que no hacía nada más que atormentarle en demasía. Era impresionante cuánto había avanzado en esos años transcurridos. 

En cuanto a JeongIn, sonriendo recibió aquel pastel que tanto había llamado su atención desde que interrumpieron su momento junto al sol.

—¡Feliz cumpleaños, Innie!— el pecoso, que había llegado hace un rato al hogar para también entregarle la sorpresa, le felicitó con la característica sonrisa deslumbrante. —¡Mayor de edad en varios países! ¿No es eso genial?

—Lo es, gracias, Lixie.— atinó a decir luego de probar del betún azulado que acompañaba el biscocho de vainilla.

—Feliz cumpleaños, JeongIn— le dijo ChangBin guiñándole un ojo, ambos chicos se miraban sospechosos. —, y recuerda que hoy salimos por tu cumpleaños. Tu padre está en la sala, quiere desearte un feliz día.

Confundido, ya que JinYoung solía llamarle primero para decirle que iría a visitarlo, se quitó por fin las sábanas blancas de encima, se puso su chaqueta porque afuera hacía algo de frío y optó por usar pantuflas, y se dirigió por fin a su destino.

Seguía un tanto dormido, pero no se detuvo aunque estuviera por caerse; en realidad, extrañaba a su papá un poco, tenerlo todos los días y regresar a lo que eran en un pasado. Lástima que no se sentía bien al lado de su madrastra, y lástima que regresar a esa casa le traía recuerdos.

No culpaba a su padre, sufrió tanto en el pasado por la despedida de su madre que no deseaba quitarle la felicidad de nuevo. El problema por más que fuera muy grande, tampoco le incomodaba irse de su hogar; sentía paz, privacidad y comodidad. Por más enojado que esté con JiSoo, amaba a su padre.

Cuando se encontró en la sala, el señor Yang estaba de frente a él con una sonrisa con un ramo de Camelias tan hermosas como el mismo cielo. Las lágrimas de ambos no dudaron en salir cuando sus brazos envolvieron el cuerpo del otro. Estaban en su más íntimo hogar.

—Lo siento, mi niño, lo siento tanto.— su padre se disculpaba mientras el salado llanto llegaba a parar en el hombro del menor. —Me duele tanto estar tan alejado de ti. Te prometo no alejarme más.

Confundido aún más que hace rato, JeongIn rompió el abrazo para llevar sus ojos llorosos hacia los otros que estaban aún peor que los de él. La mezcla de sentimientos le hizo hipar, sacando así una sonrisa triste del mayor.

𝘽𝙧𝙤𝙩𝙝𝙚𝙧 ; hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora