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🔥 CAPÍTULO SORPRESA 🔥

La hora había llegado.

Hoy me convertiría en la acompañante de Poe Verne, lo cual me causo gracia y a su vez nervios.

¿Cómo era que debía actuar? ¿Debía colgarme todo el rato de su brazo?

Me miré una vez más en el espejo y el resultado me convenció. Él estaba por llegar y mi madre ya sabía que saldría por lo que en cuanto escuche que llamaban a la puerta corrí escaleras abajo.

Primero estuvo la reacción de mi madre, estaba asombrada y con su mirada me decía que lo había hecho bien y después... Bueno, Poe parecía desorbitado. Sus ojos estaban bien abiertos y su boca igual.

—Señora Carmindy, pellizqueme por favor. Siento que estoy en un sueño —mi madre y yo reímos.

—¿Nos vamos? —pregunte evitando el seguirme sonrojando.

—Claro. Vamonos, Pastelito. Señora mamá de mi Pastelito, nos vemos —y dándole un beso en el dorso de su mano, se despidió de mi madre y partimos.

Afuera nos esperaba un auto tan negro y brillante como una noche de invierno. Poe me ayudo a subir del lado de copiloto mientras él subió al de piloto y así terminaba por dar inicio al viaje.

La biblioteca central no quedaba muy lejos de mi casa por lo que demorariamos unos quince minutos en llegar. Nos dedicamos a cantar algunas canciones que sonaban a través de los altavoces de su sonido.

—Hoy, Pastelito, te voy a presumir como nunca nadie lo ha hecho. —dijo Poe.

Sus manos blancas parecían ser un adorno del volante negro. Un contraste bien definido, pues, sus largos dedos envolvían con confianza y destreza el material. De vez en cuando se giraba en mi dirección solo para lanzarme besos al aire.

—Para ya, Poe —le pedí con una risita nerviosa.

—Hace tiempo no te veía así, ¿sabes? Y me alegro que yo sea quién causa tu buen humor.

Pues si, debía agradecerselo. Me sentía muy bien. Por fin me estaba olvidando de mis problemas, les hacía espacio a mis buenos momentos y ahora eran decorados por una sonrisa encantadora, cabellos dorados y unos ojos con mirada profunda que lograban hipnotizar aún en la oscuridad de la madrugada.

Lo mire. El rosado del atardecer del cielo de Asfil lo hacía lucir fresco, despreocupado y a la vez magnífico.  Todo en él gritaba a poder e indicaba el camino a tu perdición. 

¿Yo sería capaz de perderme en ese poder?

Quizá. 

No lo dudaba.

Después de todo lo que paso en mi vida últimamente, ya nada me sorprendía.

—Llegamos a nuestro destino. —Poe estaciono el auto. Lo espere a que abriera la puerta por mi porque así me lo había pedido.

—Gracias —le dije tomando su mano para no caer. Caminar con tacones tan altos no era mucho de mi agrado pero la ocasión lo ameritaba.

Caminamos hasta una entrada ancha iluminada, dónde nos esperaban reflectores y cámaras. 

—Sonríe, Pastelito —Poe se acerco aún más a mi envolviendo mi cintura con uno de sus brazos.

Me sentí grande a su lado, más bien, me sentí grande por él y genuinamente respondí regalandole a las cámaras mis mejores sonrisas y poses. Seguro eran para el periódico de Asfil.

AMBROSÍA | Poe & Padme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora