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¡Padme no!

De nada servía que le gritara, no podía detenerla.

En estos momentos ella era más fuerte, casi invencible.

Su rostro se oscureció, me miro con determinación y me fijo como punto. Tenía que huir, porque pelear con ella no era una opción viable.

No iba a hacerle daño a pesar de todo, guarde mi daga y solo camine hacia ella, esperando hacerla volver en si. Necesitaba que tuviera un momento de lucidez, no podía hacerme daño o sabía que después se arrepentiría y las consecuencias de su comportamiento incrementarian.

Pastelito —hable más tranquilo.

—No soy tu Pastelito, Verne —fue lo que respondió con la voz cargada de odio.

Eso...

El rechazo, de alguna manera se sentía mal.  

—¿No lo eres? Padme, escúchame —tome sus mejillas entre mis manos —. Eres mi novia, y te voy a ayudar a superar esta etapa.

—Ni lo pienseszanjó saltándose de mi agarre —Que sea la última vez que me tocas.

Tiro de mi pecho, logrando una herida superficial con su cuchillo.

El mismo que yo le había regalado.

La sangre brotó apenas por la tela de mi camisa blanca, eso a ella le fascino. 

—¡Hey no! —retrocedí cuando me percate de sus intensiones.

Ella bufo pero lo entendió, en ese momento dejó de comportarse irracional. Corrió adentrándose al bosque y yo quedé tendido en el suelo, tratando que no saliera más sangre de la herida al hacer presión con todas mis fuerzas, las que me quedaban.

Cerré los ojos sintiendome frustrado.

>> Soy duro de matar, Pastelito <<

Recordé cuando se lo dije en la mansión Hanson. Su sonrisa esa vez al verme bien. El alivio que cruzaba su rostro y la esperanza en sus ojos por escapar, fueron que me incentivaron a sacar a mi manada de ese maldito lugar. Claro que las cosas no habían salido a la perfección pero, estábamos bien después de todo.

Me quede con ese pensamiento, hasta no pensar nada más.

—Poe —sentí un peso menor sobre mí —Poe.

La voz familiar me trajo en sí y es así que pude ver su rostro frente al mío.

—Pastelito...

—Estabas teniendo una pesadilla —dijo ella tomando con delicadeza mi rostro.

Oh, era eso.

Mire a mi alrededor.

Era verdad, estábamos en nuestra habitación, las luces se encontraban encendidas y algunas cosas estaban tiradas por el piso, parecía un desastre y entonces lo recorde.

AMBROSÍA | Poe & Padme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora