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—Padme Gray.

Me gire para enfrentar al dueño de aquella voz.

No podía creer que fuera él.

—¡Nicolas!

No evité sonreír.

Se acerco y nos abrazamos cortamente. Hace tanto no lo veía.

—Él mismo. ¿Cómo éstas ahora?

—Mejor, ¿qué haces aquí?

Nicolas miro alrededor como buscando la respuesta a mi pregunta.

—Acompaño a Danna, ¿y tu? Escuche que estas con Poe. —me señaló divertido —¡Wooh! Cómo cambian las cosas en su manada, ¿no? Les gusta dar de que hablar.

Así parecía.

—¿Qué te puedo decir? —sonreí y una vez más escuché a alguien hablar detrás de mi.

Esta vez una mujer. Me gire de nuevo.

—Supongo que debo empezar a llamarte sobrina. —si, esa era Danna.

—Hola. —ambas dimos un paso adelante para saludarnos de beso en la mejilla. —¿Cómo has estado?

—Muy bien, gracias, pero mejor estaré si me acompañas. Poe me ha mandado por ti y si no llegamos en el segundo que pidió que estuvieras con él, me matará. 

Tiro de mi mano levemente pero firme el agarre y me guió por unos pasillos.

No tardamos mucho en llegar a un espacio amplio, en el habían sillones de cuero, lujosos y que olían muy bien. Un espejo grande, era la decoración más llamativa de ese lugar. Luego se encontraban distribuidas algunas macetas de mármol en color blanco con pequeños árbolitos bien recortados de forma circular. Del techo colgaba un candelabro que seguro era de plata, llevaba en cada extremo un trozo de piedras preciosas en distintos colores.

No podía esperar menos, se trataba de la casa de los señores Verne.

Después mi atención cayó en el hombre rubio que estaba esperando por mi, de pie en uno de esos bonitos sillones se encontraba Poe, sonriendo como de costumbre.

—Mi Pastelito.

—Listo, señor Verne, ¿algo más? —hablo divertida Danna.

—Gracias Danna, es todo.

—Pues bien, porque tengo que recibir a Hanson.

Después de eso se fue contorneando las caderas en un elegante caminar.

—¿Qué te parece?

—Espectacular. 

—Gracias, Pastelito, hoy me he puesto guapo para ti.

—¿Seguro que solo hoy? —le acaricié el rostro, muy cerca a su boca.

Casi me lame la mano cuando...

—¡Hijo!

Nuestra atención se desvío ante la presencia de una mujer que entraba al salón.

—Madre —Poe se adelanto a saludarla con un abrazo. —¿Cómo está tu cabello?

Una sonrisa se dibujo en mi boca al recordar lo que Poe me contó en la mansión Hanson, mientras éramos cazados.

—Pues ahora que lo preguntas, esta un poco rebelde y sin vida. Pero, ¡bah! Cosas de la edad. Agradezco que aún tenga cabello. —después de ese saludo tan emotivo me miro con una sonrisa —Ella debe ser tu hermosa novia.

AMBROSÍA | Poe & Padme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora