Ellos

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Solo habíamos regresado tres.

Los demás después de tanto, decidieron festejar por su parte. Después de todo Danna tenía que regresar a sus obligaciones en la mansión Hanson. Aspen la esperaba así que Nicolás muy amablemente la llevo.

Archie y Tatiana... Ellos no quisieron acompañarnos a mi casa para emborracharnos.

Los muy aburridos.

—Seguro Archie está caliente y le ha susurrado a Tatiana que se fueran —les cuento al resto de miembros de la manada.

—Claro que estaba caliente —contesto Padme.

—Le has quemado el culo con un fósforo —concluyo Damián.

Me reí.

Era cierto. Había tomado uno de los fósforos y lo deje cerca de él, se incendió un poquito su pantalón y al final yo había corrido de su furia cuando intento lanzarme con los cadáveres al pozo.

—Creo que Tatiana iba a curarle esa quemada —Padme nego en mi dirección.

—Que conveniente para el señorito enojón.

Minutos más tarde aparque mi auto frente a mi casa.

—¿Seguro Eris vendrá? ¿No quieres que pasemos por ella? —Padme le dedico una mirada tímida a Damián al preguntarle.

—Debe estar bien ocupada, dijo que nos alcanzaría más tarde.

—Bien, Pastelito y Mataconejitos, vamos a bebernos todas mis reservas de ambrosía, vino y todo lo que tenga que ver con perder el control.

—Paso.

—De eso nada.

Me encargue de bajar por los hombros a Padme. Ella protesto entre risas y pequeños golpes que me daba en la espalda. Me dedique a observarla desde esta posición. Gracias al punto de inclinación sobre mi cuerpo podía verle un enorme y...

—Deja de verme el culo —reclamo.

—Es mío.

Escuchamos a Damián resoplar.

La deposite sobre el sofá, dejando un beso en su frente.

Dan se dedico a traer para nosotros las bebidas y algunas botanas.

Levanté la botella de ambrosía, serví las primeras tres copas que ni siquiera disfrutamos por beber en un solo trago.

Y tras cada trago que daba, no podía evitar no pensar en lo que quería hacer en ese preciso momento.

...

Padme

¿Cómo se respiraba?

El aire me faltaba cuando reía por las ocurrencias de Poe.

Estábamos a un punto en el que incluso Damián se había soltado un poquito.

Poe había roto la mesa de cristal de centro al haberse subido encima para bailar. Los trozos de vidrio desperdigados por el piso.

—No vayas a lastimarte —le recomendé.

—Padme —la voz tan cercana de Damián me sorprendió. —¿Me pasas la botella?

Mire en la dirección donde él señaló. Hice caso pasandosela por la cara antes de atraerla de nuevo a mi, riendo por mi gran hazaña.

AMBROSÍA | Poe & Padme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora