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Sálvame

Jamás unas palabras me habían afectado tanto.

La manera negativa en como el sonido golpeaba mi pecho se sentía asfixiante.

Después de aquello, Padme se había quedado dormida.

No faltaba mucho para que ocurriera, las horas debidas ya habían pasado. La cargue para llevarla a nuestra habitación, ahí la recosté sobre la cama y la abrigue antes de apagar las luces, cerrar el ventanal para que la luz exterior no la molestará cuando amaneciera, y de igual manera dejar a oscuras el cuarto. Salí de la habitación pasandole seguro a la puerta.

-¿La encierras?

Guarde la llave en el bolsillo de mi pantalón, me limite a observarlo.

Damián se encontraba recargado en la pared frente a la habitación. Con los brazos cruzados y la mirada en dirección a la nada. Luciendo como otro de mis objetos favoritos justo ahí.

-Es lo que ahora tengo que hacer.

-Será mejor que nos vayamos ya -asentí.

Le seguí el paso, pasando por los pasillos que nos conducían a las escaleras y por fin a la planta principal, ahí se encontraba Eris.

-Hola, pelirroja malvada.

-Hola, Poe, ¿cómo sigue Padme?

-Empeorando -conteste con una sonrisa triste -¿Nos vamos?

-Vamos.

Los tres salimos en dirección a mi auto, Eris subiendo a la parte trasera.

Era de madrugada, nos dirigíamos a los barrios bajos de Asfil.

-¿Les dijeron dónde era? -les pregunté al par, sin despegar mi vista de las calles.

-Si. -contesto Eris -Tatiana hablo de unos edificios viejos, me mando la ubicación.

Le paso su celular a Damián y él lo coloco frente a mi con el portacelulares.

-Bien, ¿y por qué debemos ir a esta hora? ¿También les dijo?

-Ah no. La hora no importaba, solo quería añadirle suspenso al momento -mire a la pelirroja a través del retrovisor -¿Qué?

-¿Añadirle suspenso? -bufé -¿No te parece demasiado el suspenso que ya vivimos?

Se encogió de hombros -Nunca será suficiente.

-Bueno bueno -hablo Damián -. Será mejor que se centren en lo que nos dirán, de eso dependen nuestras vidas.

-Pues ya esta.

Unos minutos más tarde nos encontrábamos caminando por la acera que nos llevaría a aquel edificio en mal estado.

Esta escena pintaba a un grupo de amigos cualquiera queriendo visitar un lugar vacío, quizá para vivir la experiencia de haber estado en un lugar, ¿embrujado?

Era grande, y lucía olvidado, casi como aquello que solo se recordaba en momentos difíciles.

Justo como este.

-Es ese piso -señaló Eris.

Nos dimos prisa en llegar. El pasillo estrecho nos conducía justo delante de una puerta con algunos seguros de más, luciendo innecesarios.

-Aquí. -Damián fue quién llamó a la puerta.

Dando tres toques como Tatiana les había indicado.

La verdad no creí que fueran tan amables en abrir a tres desconocidos, siendo casi las cuatro de la madrugada, pero sorprendentemente si abrieron.

AMBROSÍA | Poe & Padme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora