dicianove

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—Me gustas, Thomas.

Thomas levantó la mirada del plato y la barrió por el restaurante antes de fijarla en el hombre sentado al otro lado de la mesa. Los tranquilos y claros ojos de Will Poulter encontraron su mirada y la sostuvieron.

Will tenía un rostro fuerte y hermoso, con estilizado cabello rubio, ojos claros y una boca firme y sensual. Era solo cuatro años mayor que Thomas, veintisiete años, pero tenía un aire tan sereno, decidido y confiado que parecía mayor.

Fue Jack quien los presentó. Él y Jack... realmente no conversaron sobre lo que pasó hace una semana (a Thomas le gustaba pretender que su desmoronamiento en el callejón no había pasado), pero Jack parecía decidido a apartarlo de la mente de Thomas y había preparado un encuentro con Will, uno de sus muchos primos lejanos. Pese a descender de un linaje empobrecido de la familia de Jack, Will había hecho verdaderamente una carrera para sus veintisiete años y se había ganado una lujosa oficina, un piso arriba de la de Thomas en Grayguard.

—¿Sí? —dijo Thomas, dándole a Will una sonrisa ladeada. —No sabría por qué.

Will bebió su vino.

—¿Estás buscando halagos? —Tenía una buena voz, sexy, grave y ronca.

—Nop, sé que soy lindo —Thomas sonrió más amplio. —Es solo que... Por lo que he escuchado de ti por parte de Jack, no respetas demasiado a las personas que nacieron con una cuchara de plata en la boca, lo que es algo gracioso. Estás emparentado con un montón de aristócratas.

Will rió, pero no lo negó.

—Deben ser la sonrisa. Siempre tuve cierta debilidad respecto a ellas.

Thomas solo pudo devolverle la sonrisa. Estaban coqueteando, ¿no es así? Coquetear era bueno. Jack estaría tan orgulloso de él.

La expresión de Will se puso seria.

—Mira, voy a ser directo contigo. No quiero ninguno malentendido aquí. Quiero asegurarme de que estamos en la misma página —miró a Thomas a los ojos. —Estoy cansado del ambiente de los clubs y las relaciones ocasionales. A esta altura, me gustaría tener un marido y un par de niños que malcriar —Will se encogió de hombros. —Realmente me gustas, pero si una relación seria no es lo que te interesa, es mejor que me lo digas ahora.

Thomas tragó saliva, intentando luchar contra la ola de pánico.

Esto estaba bien, ¿verdad? Era lo que había estado buscando. Will era atractivo y confiado sin ser arrogante, era firme sin ser dominante, era verdaderamente agradable sin parecer débil. Tenía una voz sexy y unos músculos agradables debajo del traje. También quería hijos. Will cubría todos los requisitos. Era prácticamente perfecto. El hombre de sus sueños.

Thomas se llevó el vaso a los labios y tomó un sorbo de su bebida, tratando de ganar algo de tiempo. Will sonrió, viéndose divertido.

—No estoy proponiéndome ni nada —dijo, estirándose sobre la mesa y tomando la mano libre de Thomas. Su mano era grande y cálida. —No quiero que te espantes. Solo digo que me gusta lo que veo... una sonrisa como la tuya no es mentirosa... y realmente me gustaría conocerte mejor. ¿Te gustaría llegar a conocerme?

Era razonable.

Thomas sonrió y asintió, tratando de ignorar el nudo de ansiedad en su estómago.

El resto de la cita salió bastante bien. Era fácil hablar con Will. Era un buen oyente y un gran conversador. Era divertido, inteligente y atractivo. A Thomas le gustaba. Le gustaba mucho.

Después de la cena, Will le compró flores de camino al departamento de Thomas y lo besó castamente al final de su cita, con una mirada cariñosa y fascinada.

En general, fue genial.

Luego esa noche, mientras que Thomas miraba las hermosas rosas blancas en su mesita de noche, pensó que Will prácticamente era lo que había estado buscando toda su vida.

Se durmió con una sonrisita en los labios, sintiéndose satisfecho y optimista sobre su próxima cita.

Soñó con manos ásperas y posesivas, fríos ojos mieles y un cuerpo pesado y caliente encima de él. Se despertó, sin aliento y jadeando, su cuerpo hormigueando de anhelo y hambre, del tipo que nunca había sentido antes.

Lágrimas de ira brotaron de sus ojos. No era justo. No quería esto. Quería a Will. Quería soñar con Will, que era el epítome de todo lo que deseaba en un hombre.

Se preguntó qué estaría haciendo Dylan ahora mismo.

Thomas gimió frustrado. Deja de pensar en él, idiota. Había pasado un mes desde que Vlad y Anastasia lo ayudaron a escapar. Dudaba que Dylan le dedicara algún pensamiento, e incluso si lo hiciera, probablemente sería porque estaba molesto de haber perdido una valiosa ventaja contra su padre. O quizás Thomas fue un peón tan insignificante que Dylan apenas notó o se preocupó por su fuga.

Thomas odiaba cómo esa idea lo hacía sentir estúpidamente molesto. Sus díscolas emociones le demostraban que había hecho bien en escapar cuando lo hizo. Al ritmo en que iban, unos pocos días más con Dylan lo hubieran convertido en un juguete sexual sin cerebro, enamorado y feliz de estar encerrado y ser usado cuando su captor estuviera de humor.

Había otra cosa que estaba constantemente en el fondo de su mente: había pasado un mes y todo estaba demasiado tranquilo. Aunque Thomas no esperaba que a Dylan le importara lo suficiente como para buscarlo y secuestrarlo de nuevo, sí esperaba que Dylan hiciera algo para vengarse de su padre. Pero hasta ahora, nada había pasado. La falta de reacción era un poco desconcertante. Incluso si a Dylan no le importaba Thomas, seguro que sí le importaba hacer pagar a su padre. ¿O no?

Suspirando, Thomas se giró sobre el estómago, abrazó su almohada y trató de enfocar sus pensamientos en Will, recordándose que los problemas de su padre ya no eran su preocupación. Había tomado esa decisión. No quería tener nada que ver con la mafia, el narcotráfico o el mundo criminal en general.

No conocía a su padre tan bien como para preocuparse demasiado por él como persona, y lo que había descubierto sobre él por Dylan, no le había precisamente simpatizado. No amaba a su padre, y su padre ciertamente no lo amaba a él. Esto último se había vuelto abiertamente obvio, cuando su padre había perdido rápidamente su interés en Thomas, cuando le dijo que no sabía nada sobre su secuestrador.

"Eres un inútil", fue lo único que Mark Sangster había dicho antes de irse. Thomas no dejaría que lo afectara, la falta de cariño de su padre no era nada nuevo, pero cuando Jack le ofreció un trabajo en su compañía, no lo dudó. Ya tuvo suficiente de intentar ser un buen hijo. Estaba tan harto. Su padre y Dylan podrían matarse mutuamente por lo que le importaba. Thomas no daba una mierda por ninguno de ellos. Iba a ser feliz. Iba a ser feliz y nunca tener que mirar por encima del hombro.

Con eso en mente, Thomas cerró los ojos y pensó decididamente en la sonrisa de Will.

A la mañana siguiente, el helicóptero de su padre se estrelló en Colombia.

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ngl, es la primera vez que leo este libro y estoy muerta de curiosidad por saber qué pasará dsps

(in)correcto ᵈʸˡᵐᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora