—¿Hay algún motivo por el que me estés mirando fijamente desde hace diez minutos? —dijo Dylan abrochándose la camisa de vestir.
Thomas desvió la mirada hacia la ventana. Con las rodillas contra el pecho y sus desnudos brazos enroscados en torno a ellas, se veía pequeño y muy joven. La luz de la mañana se reflejaba en su pelo dorado y coloreaba sus altos pómulos con un brillo saludable. Habría parecido un ángel inocente y puro, si no hubiera algo tan sensual en la curva de su pequeña y rosada boca. No por primera vez, Dylan pensó que el chico parecía más francés que inglés.
—Mira quien habla —dijo Thomas sin mirarlo, con una diminuta sonrisa forzada en sus labios. Estaba de un humor extraño.
Dylan miró su perfil por un momento, antes de decidir que no tenía tiempo para interrogarlo. Thomas había estado particularmente insaciable esta mañana, y Dylan ya estaba llegando tarde por su culpa. Anastasia, pese a lo entrometida que era, no se merecía ser plantada por su hermano el día de su boda.
—No volveré hasta la madrugada —dijo Dylan, poniéndose la chaqueta del esmoquin. —Vlad te traerá tu comida. Mañana regresaremos a Rusia.
Atrapando el labio entre sus dientes, Thomas asintió, todavía sin mirarlo.
—Adiós —dijo, sus brazos apretados alrededor de sus rodillas.
Dylan se detuvo junto a la puerta.
—¿Algo está mal?
Thomas negó con la cabeza, sonriendo torpemente.
—Solo estoy harto de estar atrapado aquí dentro, supongo.
Dylan no estaba convencido, pero realmente no tenía tiempo para esto.
—Te veré esta noche —dijo, abriendo la puerta.
—¡Espera! —En un abrir y cerrar de ojos, Thomas salió de la cama y corrió hacia él, un aluvión de extremidades pálidas y cabellos desordenados. Enroscó sus brazos alrededor del cuello de Dylan y presionó sus bocas. Sus labios suaves, afelpados y desesperados, como si no hubieran pasado horas teniendo sexo.
Dylan rió, hundiendo los dedos en las nalgas de Thomas. Pero le devolvió el besó, tomando el control del mismo como le gustaba al rubito. Fue recompensado con suaves y necesitados gemidos de placer mientras que el muchacho se aferraba a él.
Dylan lo consintió, aunque luego de horas de sexo conseguir una erección era imposible, incluso para un hombre con su libido.
Pero realmente no podría quedarse ni un momento más.
Se apartó, sus labios se separaron con un ruidito mojado y se aclaró la garganta.
—Suéltate de mí camisa, gatito.
Aturdidos ojos marrones lo miraron por unos instantes antes de que Thomas prácticamente saltara alejándose y uniera las manos detrás de su espalda, luciendo nervioso.
Se sonrojaba tan bonito.
Los labios de Dylan se adelgazaron ante la idea. Realmente no le gustaba el efecto que el muchacho tenía en él.
Cuanto antes se deshiciera de Thomas, mejor.
Sin decir nada más, dejó la habitación. La puerta se trabó detrás de él.
🧦
Las bodas eran jodidamente fastidiosas. No lo ayudó el que Dylan hubiera pasado la mayor parte del día teniendo que soportar a sus numerosas tías con sus preguntas sobre su propio estado civil y cuándo este iba a cambiar. Aparentemente, estar del lado equivocado de los treinta y ser soltero era "trágico, simplemente trágico".
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(in)correcto ᵈʸˡᵐᵃˢ
Romancedonde dylan es una persona horrible, pero thomas igual se enamora. adaptación dylmas. libro seis.