trenta

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Dylan nunca fue del tipo de caricias y acurrucos.

Algunas veces había complacido a sus parejas, pero nunca lo disfrutó particularmente en lo personal. Pero no podía negar que le gustaba el peso de la cabeza de Thomas sobre su pecho, le gustaba sostener cerca al chico después del sexo, le gustaba Thomas soñoliento y mimoso. Realmente era un monstruo abrazador.

—¿Recuerdas que me dijiste que el setenta por ciento de tu negocio era legal? —Thomas murmuró repentinamente.

Dylan hizo un sonido afirmativo, pasando los dedos por el pelo de Thomas.

—Podrías convertirlo en el cien por ciento.

Dylan abrió los ojos.

—¿Qué?

Thomas cruzó los brazos sobre el pecho de Dylan y apoyó su barbilla en ellos, su expresión seria pero vacilante.

—Eres multibillonario. No haría gran diferencia para ti. Sería prácticamente una gota en el océano.

Dylan rió.

—No exactamente una gota en el océano.

Thomas frunció las cejas.

—Nunca necesitarás tanto dinero.

—Probablemente no —concedió Dylan.

—¿Lo ves? —exclamó Thomas sonriéndole, con sus arruguitas en todo su esplendor.

Dylan reprimió un suspiro.

—¿Y por qué, exactamente, debería renunciar al treinta por ciento de mis ingresos? —dijo secamente. —Estamos hablando de millones. Y antes de que me digas que es hacer lo "correcto", nunca me importó hacer lo correcto y no voy a empezar ahora.

—No es... No estoy hablando sobre hacer lo correcto. Me refiero a que, por supuesto que hacer lo correcto es importante, pero ese no es el motivo principal —Thomas se quedó callado por un ratito. —Sé que crees que mi padre era un idiota, pero no lo era. Era inteligente, astuto y peligroso. Y aun así, está muerto —Mordiéndose el labio, Thomas bajó la vista por un momento antes de volver a encontrar la mirada de Dylan. —Me pongo nervioso cada vez que tardas en llamarme cuando estás fuera. Quiero dejar de sentirme así, dejar de vivir con miedo.

Dylan lo miró, una cálida sensación extendiéndose en su pecho, una sensación que se volvió muy familiar últimamente.

—No soy fácil de matar, solnyshko —dijo, y por primera vez se dio cuenta de que no había un dejo burlón tras el mote cariñoso.

Quizás no lo hubo por un tiempo. Solnyshko encajaba. Luz del sol. Su pequeño sol. Thomas le dio una pequeña sonrisa que no llegó hasta sus ojos.

—Estoy seguro de que mi padre pensó lo mismo. ¿Por favor?

Dylan estaba acostumbrado a tratar con hombres peligrosos. Muchos lo llamarían un hombre muy peligroso, también. Pero este joven delgado con cara angelical, suaves sonrisas, rulos dorados y ojos fervientes, era lo más peligroso que había enfrentado. Esta cara debería haber sido prohibida.

Dylan apretó su brazo alrededor de la espalda de Thomas antes de girarlo y rodarlo sobre él. Se inclinó y besó ligeramente sus rosados y acolchonados labios, luego otra vez, y otra vez. Su cuerpo estaba completamente saciado luego del sexo, pero él estaba hambriento, con un hambre que nada tenía que ver con la lujuria. Quería tragarse la dulzura de este chico y hacerla suya.

—¿Eso fue un sí? —Thomas jadeó contra sus labios.

—Fue un quizás —dijo Dylan, apoyándose en sus codos. Este era un tema delicado. Por supuesto que podría encontrar alternativas legales para compensar en parte la pérdida de ingresos, pero racionalmente no tenía motivos viables para cambiar lo que ya funcionaba perfectamente. Sin embargo, sabía que este probablemente podría ser uno de los compromisos que debería asumir si quería mantener al muchacho... y mantenerlo seguro. Ya había evaluado la situación. Pero Thomas no necesitaba saber eso. Thomas no necesitaba saber cuan confundido estaba. —No es una decisión que pueda tomar a mi antojo.

(in)correcto ᵈʸˡᵐᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora