diciotto

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—¡Qué Carajos! —gritó Ryan frustrado frente a la televisión cuando Arsenal nuevamente falló un gol.

Jack Montgomery escondió su sonrisa en el hombro de Ryan. A diferencia de su novio, no sentía ningún amor por Arsenal, por lo que su constante imposibilidad de meter goles era bastante divertida para él. Sabía que era mejor no decirlo en voz alta de todos modos.

La sonrisa de Jack se desvaneció cuando vislumbró a Thomas despatarrado en el otro sillón. "Despatarrado" probablemente no era la palabra adecuada para describir la forma en que su amigo estaba sentado: había algo rígido y poco natural en la postura de Thomas. No era la primera vez que Jack notaba eso en Thomas desde que regresó a casa. Jack no podía identificar que era. No era que Thomas luciera infeliz, en sí. No lo hacía. Solo que había algo raro en él. A veces.

Jack se mordió el labio. Pensó que ofreciéndole a Thomas un empleo en las empresas de su familia distraería su mente de lo que le había pasado. Mientras que parecía ayudar, Thomas claramente estaba feliz de hacer algo en lo que era bueno, y contento de no tener que depender de su padre; algo seguía estando mal. Thomas ya no era el mismo. Jack no sabía qué hacer al respecto. Le había dado algo de espacio a Thomas, no queriendo presionarlo hasta que estuviera listo para hablar. Pero ya habían pasado tres semanas desde que Thomas regresó y todavía se reía del tema y lo evadía completamente. Era como si... como si algo le hubiera pasado mientras que estuvo en Rusia. Algo de lo cual Thomas no quería pensar, ni hablar.

Jack se estremeció y se acurrucó más cerca de Ryan, aspirando su familiar fragancia.

Ryan giró la cabeza.

—¿Jackie?

Jack señaló con su vista hacia Thomas y susurró:

—Tú también lo ves, ¿verdad?

La mirada de Ryan se movió hacia Thomas. Asintió.

—¿Crees que le pasó algo mientras que esa gente lo retuvo? —dijo Jack, con cuidado de mantener la voz baja.

Ryan frunció el ceño.

—Jackie, unos criminales lo tuvieron secuestrado por dos meses. No fueron exactamente vacaciones. Es natural que luzca alicaído.

—Eso creo —dijo Jack, pero no estaba convencido. Thomas era la persona más positiva y optimista que había conocido. Ser retenido por dos meses no debería haberlo afectado en semejante forma... si todo realmente hubiera sucedido como decía Thomas.

—Quiero intentar hablar de nuevo con él —dijo Jack.

Ryan lo estudió antes de asentir.

—Si te hace sentir mejor —dijo, besando una comisura de la boca de Jack y luego la otra. —No es tu culpa, osito. Lo sabes, ¿verdad?

Jack enterró su rostro en el cuello de Ryan, frotándose en él.

—Sí —dijo, sin demasiada convicción. Racionalmente, sabía que era muy poco probable que pudiera haber evitado el secuestro de Thomas, pero una parte de él se seguía preguntándose qué habría pasado si hubiera sacado su culo de la cama e insistido en acompañar a Thomas a San Petersburgo. Si hubiera tenido un ánimo adecuado, habría hecho eso. Pero se había sentido tan como la mierda sin Ryan, que no le había importado lo suficiente. Debería haber sido un mejor amigo. Thomas y él siempre se habían protegido las espaldas mutuamente. Tenían muy pocos secretos entre ellos... habitualmente. Por eso era que le preocupaba tanto el que Thomas no se abriera respecto a sus días de cautiverio. Thomas no era del tipo preocuparse en silencio. No era del tipo de preocuparse, punto final.

(in)correcto ᵈʸˡᵐᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora