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No huyas.

No lo hagas.

En realidad no puedes.

JiMin mordió su labio con fuerza y su mano se volvió un doloroso puño, mientras observaba el rostro sonriente de su madre.

YoonGi le había dicho que no tenía porque verla si no quería y no lo hacía. Pero seguía siendo su madre y de todas las vueltas del mundo, uno nunca puede terminar de huir de lo que en realidad quiere.

Así que esa mañana, se había despertado solo un poco después de que YoonGi se fuese a trabajar y había trotando hasta la cocina para empeñarse en cocinar algo que pudiese gustarle al mayor. Se había casi cortado de regreso y el chef en turno le había sonreído, antes de ayudarlo a elegir las verduras y los condimentos a llevar.

Era estúpido que YoonGi decidiera comer algo que le iba a preparar quien claramente no sabía cocinar, en lugar de esperar por lo que su talentoso personal le prepararía o incluso si no quisiera eso, simplemente ir a un buen restaurante y disfrutar. Pero ese día en particular, JiMin quería hacer esto.

Lo había visto en una película y la escena lo cautivo, porque aceptaba con desdén que todavía era joven y esas escenas le mostraban experiencias estúpidas y cursis pero que deseaba tener. Así que lo hizo y se preparó, con la esperanza de no ser reñido o ridiculizado.

No conocía bien los horarios de YoonGi pero el dirigía el lugar, así que si la comida era decente, JiMin probablemente no obtendría un regaño o una rápida despedida.

Frunciendo el entrecejo, él había negado.

YoonGi tenía sus defectos pero ese claramente no era parte de alguno y hasta ese día, él había sido paciente con él. Así que eso no podría cambiar por algo tan pequeño como llevarle el almuerzo que había preparado con ilusión y ganas de aprender.

A mitad de camino se arrepintió. Quiso pedirle al chófer que regresara a casa, tal vez incluso pasar a comprar algo que fuese más comestible que lo que llevaría, algo real y que no fuese a causar lástima o alguna mala reacción de YoonGi.

JiMin lo ignoró de todas formas.

Cuando bajó del auto y arreglo su camisa, tomó el pequeño bolso donde almacenaba el almuerzo, quiso volver a subir y regresar a casa. Incluso cuando desistió y sus pies tocaron el firme y pulcro piso dentro del ascensor, se arrepintió de nuevo porque no había forma de que eso no fuese infantil y estuviese mal.

No había madurado ni un carajo y cuando el ascensor llegó al último piso y se abrió para él, JiMin entendió que uno nunca debería ignorar las claras protestas dentro de tu cabeza.

Su madre lo observó un momento, distraída en gran parte. Pero cuando sus pensamientos parecieron conectarse, ella le sonrió de esa forma que le erizaba la piel y le hacia sentir pequeño y asustado.

JiMin ya no era pequeño. Pero si estaba asustado, porque está persona en particular le había causado sus primeros ataques de absolutamente todo. Y dios mio, él estaba sanando tan lentamente que el escozor de una nueva herida, empezó a formarse en su interior.

Sujetó con fuerza el pequeño bolso y se movió a un lado, para permitir el paso de las personas que pretendían subir al ascensor. JiMin intentó enfocarse en la decoración del lugar y el personal a la vista, pero la mano en su brazo le atrajo de nuevo a la dura sensación de estar bajo agua.

La asfixia comenzó a subir por su garganta y apretó aún más el puño, consciente del escozor que le mantenía fijo en su lugar, impidiendo que se perdiera de lo que sea que fuese a pasar.

No pasaría mucho. Ellos estaban en público y conocía a esta mujer lo suficiente como para saber que no haría ningún escándalo ni le lastimaria de cualquier forma. Por lo menos podría estar a salvo de las heridas físicas.

—Creí que nunca saldrías del cascarón JiMin. —Ella dijo. —Pero me alegra saber que la civilización aún mantiene los brazos abiertos para ti.

JiMin observó a su alrededor de nuevo y suspiró.

—Yo.. vine a ver a YoonGi para..

—No para mucho, claramente. —Yuna soltó su brazo, detrás de un par de murmullos de oficina, pero se mantuvo firme a retenerlo. —No vengas a estorbar a tu esposo si no tienes nada que aportar, a menos que tu aporte ya se esté gestando.

El sabor amargo en la boca de JiMin no se hizo esperar y por instinto, retrocedió un paso. Su espalda tocó la pared y los ojos de Yuna le recorrieron de arriba hacia abajo.

—Una pena, veo que no.

—Tú no sabes. —Respondió en automático, arrepintiendose al segundo.

—Puede que sí o puede que no. —Yuna aceptó, encogiendo sus delicados hombros. —Pero dudo mucho que este pasando, a juzgar por la forma en que YoonGi se refiere a ti.

Un latido pasó, mientras las palabras se acentaban en su cabeza y la angustia le recorría. El dolor también, pero más que otra cosa, la angustia.

—Supongamos que no estas siendo un buen chico, Minnie. Y eso repercutirá tarde o temprano en tu matrimonio. Tú sabes, las personas también son desechables y aunque no sería nada beneficioso para nosotros que este matrimonio se arruinara porque no lo sabes hacer.. creo que sería peor para ti. —Yuna aún suspiró, como si realmente le doliera su situación. —Si YoonGi decide que no sirves para llevar su apellido y compartir la cama, ¿quién te va a querer?

La asfixia tronó en su garganta y JiMin supo el momento exacto en que su pánico se abrió paso a través de sus pulmones.

Relajate.

Cálmate.

Lo que dice no es verdad, pero ella sabe jugar sus cartas.

Cálmate.

¿Quién? —Yuna insistió. —No eres nadie si nadie te protege. No sabes hacer nada, más que esperar a que alguien te cuide, mirate ahora, buscando con la mirada una salvación en lugar de hablar y defenderte tú.

Si.

JiMin inhalo, atascando el oxígeno en sus pulmones y moviendo su mano para tocar nada en particular, sólo porque se sentía tan expuesto, humillado y aterrado de este monstruo.

Yuna pareció saberlo justo en el momento en que su boca se abrió y negó, con expresión divertida.

—Anda con YoonGi, Minnie. Es la puerta del fondo, simplemente no toques.

Su cuerpo se movió fuera de su línea de visión y JiMin se apuró a salir del lugar, siguiendo las malditas órdenes y dirigiéndose a la oficina de YoonGi.

Él ignoró a la mujer que gritó tras su espalda y por dios, no le importó si YoonGi estaba en alguna junta de la que no sabría absolutamente nada.

Más que esto © YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora