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Tenía dieciséis la primera vez que vio a YoonGi de veinte.

No era la persona más hermosa que hubiese visto en su corta vida, pero estaba seguro de que seguía siendo impresionante.

—Ese es el heredero de los Min.

JiMin asintió hacia los comentarios chismosos y el pequeño círculo de adolescentes, todos hijos de socios en común con sus propios padres.

Ah si, YoonGi.

YoonGi parecía tranquilo, con todo el escenario jodidamente tenso a su alrededor. Y JiMin se preguntó cómo alguien podía lucir una chaqueta de cuero en una fiesta privada, llena de socios comerciales ridículamente ricos.

Tal vez ese fue el efecto más llamativo en el hombre. Tal vez no fue su hermosa sonrisa y el atractivo rudo detrás de su atuendo y el cabello rubio revuelto.

—Yo quiero ser como él algún día. Los Min parecen no poder controlar una mierda de su vida y además..

—Ah, ah, jodidamente esta con Aoi.

Aoi era un chico de rizos castaños y la sonrisa más encantadora del lugar. A diferencia de YoonGi, él lucia encantador en su conjunto a tres piezas y sus relucientes zapatos negros, con las puntas de los mismos sobre los Dr. Marteens de Min YoonGi.

JiMin casi podía reconocer el apellido, porque después de todo, no existían muchos Aoi en Corea y en su esfera.

Las miradas del grupo se dispararon en su dirección y JiMin intentó hacerse más pequeño debido a la atención. Kim SeokJin lanzó una risita en su dirección y se acomodó a su costado, deslizando una mano sobre su brazo.

¿No es la familia Aoi un socio directo de tu padre?

JiMin frunció el entrecejo y asintió, pero no del todo seguro.

—Yo.. bueno, sí, creo.

SeokJin levantó una ceja y su hermoso rostro se sonrojó cuando TaeHyung, el guardaespaldas personal del padre de JiMin, se acercó en silencio.

TaeHyung ignoró al menor y asintió en su dirección. El largo flequillo marrón cubriendo sus ojos.

Tu padre quiere que te acerques un momento.

Asintiendo, JiMin se deshizo del pequeño círculo que le había rodeado con la esperanza de obtener más información sobre Aoi y siguió la ancha espalda de TaeHyung.

Ocultó totalmente la mueca en sus labios cuando la atención de su madre se enfocó en él y accedió a la muda orden de acercarse a su costado y quedarse de pie, escuchando atentamente la conversación entre un par de sus socios.

Sin embargo y pese a que conocía el castigo que podría enfrentar si desobedecia a su madre, sus ojos se movieron de nuevo hacia el espacio de Min YoonGi. Aprecio la suave curva de su rostro y la sonrisa en sus labios, ignorando también el frenético golpeteo de su corazón.

La mano de YoonGi estaba sobre la cintura de Aoi y su atención totalmente sobre el chico que se apoyaba de vez en cuando contra su pecho. Ambos parecían lo suficientemente entretenidos entre sí como para fijarse en cualquier otra cosa, incluidas las miradas duras que los Min le lanzaban de vez en cuando.

JiMin también conocía a los Min y cada vez que tenía que forzar un saludo, su cuerpo temblaba ante la dura mirada del hombre mayor.

—JiMin.

La realidad le golpeó fuerte y su mirada fue de nuevo hacia la de su madre. Esperó recibir algún siseo o una mala mirada, pero en su lugar, Yuna casi le sonrió.

Ella parpadeo hacia Min YoonGi y de regreso hacia él y de nuevo, hacia el par de personas que hablaban sobre las próximas inversiones en el extranjero.

JiMin mantuvo la conversación a partir de ese punto y Yuna asintió con una enorme sonrisa.

Ese es el heredero de los Min. —Yuna finalmente dijo, alejándose del círculo en el que habían permanecido por más de veinte largos y torturosos minutos. —Haz las cosas más fáciles y dime que también tienes su atención.

JiMin abrió los labios y negó, recibiendo un suave chasquido de labios pintados.

—Yo no.. no lo conozco, mamá.

Yuna tarareo, deteniendo sus pasos para enfrentarlo con una sonrisa traviesa atravesando sus rasgos.

—Tu lo haces JiMin.

JiMin parpadeó. La tenue luz de su habitación y la suavidad de sus sábanas le obligaron a regresar a su realidad. Se mordió el labio inferior con fuerza y salió despacio de la cama, ignorando el dolor en su espalda.

YoonGi le había dicho que llegaría a cenar pero las horas se habían prolongado hasta después de la media noche y JiMin entendió que el otro debía estar lleno de trabajo y cosas por hacer.

Recordar a YoonGi le hacía sentir tranquilo, seguro. Como si su sola presencia bastara para hacerle saber que absolutamente todo estaría bien y que no debía temer.

JiMin volvió a suspirar, cerrando los ojos y recordando de nuevo la advertencia tácita en las palabras de su madre. El mensaje era claro; te lo di pero te lo puedo quitar.

La verdad detrás de eso le rompió el corazón, porque sabía que podía ser así y que podía perder su matrimonio en un solo chasquido. Pero un corazón roto no era suficiente para traicionar a la persona que le había hecho sentirse vivo y querido por primera en su vida y aunque el peso de sus errores era demasiado, JiMin sabía que no quería traicionar así a YoonGi.

Así que ignorando las punzadas en su cabeza y el dolor en su cuerpo, tomó una sola resolución.

A cualquier precio, no volvería a herir a YoonGi.

Más que esto © YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora