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JiMin saltó desde su sitio a un lado de su tocador, cuando la puerta de su habitación fue abierta cerca de las 11 de la mañana.

La mirada cansada de YoonGi se movió rápidamente por su cuerpo y regresó a sus ojos, conectandolos por medio del espejo.

—Me alegra de que estés arreglado, porque vamos a salir.

Tragando los nervios, JiMin dio media vuelta y se enfrentó por primera vez desde su ataque. Al menos de ese modo.

Todavía se sentía un poco incómodo a su alrededor, incluso cuando ambos compartían cama y muchas otras cosas a lo largo de esa semana.

—Yo no... —Frunció el entrecejo, atando sus propios pensamientos. —Si vas a obligarme a ir..

—Eso lo resolvemos después, pero lo hacemos. Por ahora iremos de compras, creo que ha pasado un tiempo y que debo ser más.. más tu esposo y esas mierdas cursis.

Abriendo y cerrando la boca, JiMin apoyó la cadera contra el filo del mueble y negó, un poco incrédulo pero emocionado. Sin embargo, también avergonzado.

De todas formas ¿por qué estaba ganando una salida después de comportarse tan mal?

Paciencia no iba con Min YoonGi, entonces era muy difícil de asimilar.

—Vamos, JiMin. No me arruines las ganas antes de siquiera subir al auto. —YoonGi chasqueo un segundo después, dando vuelta y saliendo con las llaves en la mano.

Con el corazón latiendo rápidamente, JiMin tomó su móvil y corrió, bajando a tropezones las escalares donde YoonGi lo esperaba con la mirada perdida en la puerta de entrada. El hombre murmuró para sí y continuó, hasta salir de casa y subir a su automóvil.

Tan apresurado como todo había sido, JiMin subió, cerró su puerta y ajustó el cinturón de seguridad, dejando las manos sobre sus muslos, abriendo un poco los ojos cuando los seguros fueron activados y el mayor encendió el vehículo.

YoonGi no dijo mucho cuando salieron del lugar, ni tampoco cuando encendió la música y subió el volumen. No lo hizo cuando, muy probablemente, lo vio peinarse los cabellos con los dedos.

Todo había sido tan rápido que realmente agradecía tener el hábito de arreglarse a profundidad cada mañana, cuando se suponía que YoonGi estaría en su oficina.

Pero ese día estaba siendo la excepción y JiMin tampoco mentiría al decir que eso no le parecía tan emocionante.

—¿Que necesitas? —Finalmente YoonGi habló. —¿Ropa? Seguro que sí, pero te he visto más cómodo pidiendo en linea. Tal vez.. ¿accesorios? Sí, quizá accesorios. Se que te gustan.

El hombre continuó hablando, aunque más para sí mismo. Eso no evitó que la mirada del chico se moviera hasta su perfil, realmente sorprendido de que supiera acerca de su gusto por la joyería.

Bueno, eran detalles tan sutiles que al parecer no pasaron desapercibidos.

—Incluso podrías querer de esas botellitas de colores que te vi esconder debajo de la cama.

Sonrojandose, JiMin abrió la boca de nuevo para terminar cerrandola. Era casi como si su voz se hubiese esfumado a otra parte, mientras YoonGi hablaba y hablaba en un mundo que parecía ser todo lo contrario al que estaba acostumbrado.

—No yo no. Yo no.. no necesito eso. Son cosas que t-tengo por colección, realmente no me..

—¿Como es que se llaman? —YoonGi preguntó aún con la mirada fija sobre la carretera. —Las botellitas.

Apretando los labios, JiMin sintió el sudor recorrerle la espalda. Si hablaba, YoonGi se pondría enfadar mal. Si no lo hacía, también.

Y a él le hacía mucha ilusión salir de casa, después de semanas.. aunque todo fuese tan rápido como un chasquido.

—Esmaltes.

—Esmaltes. —YoonGi respondió, asintiendo. —Bueno, podemos intentar buscar algo que guste. Si te gusta eso, vamos por ello.

—Son cosas de chicas ¿sabes? Te agradezco que estés pendiente de mis necesidades, pero algunas cosas las tengo por colección y no porque me agraden.

YoonGi se mantuvo en silencio por largos minutos y JiMin se acomodó mejor en el asiento, sintiendo como los ojos le picaban de un momento a otro.

—Si tus padres te metieron también eso en la cabeza, son unos pendejos. Ya ni me extraña viniendo de ellos, pero si lo hace que siendo tan toca pelotas como lo has sido en estos días, no tengas el coraje de aceptar que esas cosas te gustan.

JiMin tragó grueso. La humillación golpeandole en las mejillas y bajó la mirada hacia sus manos. Sus uñas tenían una leve capa de esmalte transparente que se desprendía poco a poco.

—Son de chicas. —Respondió de nuevo, sumido en todas las veces que su madre le había abofeteado y gritado cuando le descubría tocando los frascos de colores que ella sí podía usar.

Esas cosas eran de chicas y él no lo era. Independientemente de cualquier cosa.

—Déjame buscar en la etiqueta algo que especifique que son hechos exclusivamente para chicas y entonces te compraré un perro. —YoonGi murmuró, flojo. —Mientras eso no suceda, te tiene que interesar nada lo que los demás digan. Si quieres usar eso, adelante. Si quieres usar maquillaje, hazlo. No te detengas ni te límites por lo que un par de vegestorios tercos te indiquen o por lo que yo pueda decirte, que de paso sea dicho, me importa un carajo. Yo no mando en tus decisiones a menos que me afecten. Y sinceramente, tus gustos son tuyos, así que no trates de negarte algo cuando te he repetido que hagas lo que desees.

Habia algo en el tono de YoonGi que aunque flojo y sin apararente interés, le decía claramente que estaba apoyandole abiertamente y eso era.. como una de las mejores cosas que le habían pasado en la vida.

También era la primera.

Más que esto © YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora