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Con unas cuantas copas encima, YoonGi se volvía especial.

Mientras JiMin lo observa en silencio, casi agradece que el mal momento con uno de sus socios se hubiese acabado.

—Deberías cuidarte JiMin, siempre dicen que un hombre mayor le quita los años al menor.

La sonrisa del sujeto que ha intentado sacarle conversación por un buen rato, termina por lograr su objetivo. JiMin sonríe totalmente sonrojado, con la mirada sobre su regazo.

—Apuesto que lo escuchas muy a menudo, pero permiteme repetir que te sacaste la lotería. Min, tu esposo es precioso.

—Pienso lo mismo, Kim. Por favor, no lo veas mucho.

Al parecer YoonGi quiere humillarlo un poco más y mientras la conversación continúa, JiMin obtiene un suave apretón en su muslo y una mirada cristalizada por parte de un casi ebrio YoonGi.

El momento de parar se da poco después, cuando uno a uno se despiden y YoonGi decide hacer lo mismo porque está cansado.

—Buena suerte con tu esposo feliz.

JiMin escucha decir, con YoonGi entrelazando sus dedos con los suyos y tirando hacia la salida a pasos torpes.

—¿No se supone que en una reunión de trabajo no se debe terminar así? —Pregunta, igualando el paso de YoonGi.

—¿Así como? —YoonGi asiente hacia el chófer que ya los espera, deteniéndose para darle paso al subir primero.

—Vergonzosamente ebrio.

—No estoy ebrio. —YoonGi niega, tirando de su flequillo hacia atrás y acomodándose en el asiento a su lado.

El aire acondicionado del auto es reconfortante y JiMin se permite suspirar de gusto.

—Pero estoy un poco caliente, si a eso vamos.

JiMin abre los ojos un poco más, buscando la broma detrás de las palabras del mayor, pero sin poder encontrarlas. Es justo entonces cuando la realidad le golpea.

Puede que YoonGi diga la verdad o puede que solo esté jodiendo.

Pero después de todo.. el hombre tiene necesidades y JiMin sabe por bocas ajenas que el alcohol es un buen denotante para encender la situación. Sumado a eso, también se permite recordar que ellos no han tenido intimidad desde que se casaron y que una cosa siempre puede llevar a la otra.

—¿Por qué no dejas de pensar y te subes a mí regazo?

JiMin frunce los labios, acomodando las manos a la altura de su estómago.

—¿No es que me odiabas por ser menor e inexperto?

YoonGi sonríe, con la mirada clavada en sus piernas.

—La experiencia se gana y cariño, yo quiero enseñarte muchas cosas buenas esta noche.

JiMin esta seguro que su rostro no puede estar más caliente y que la creciente incomodidad que no llega a ser tan así, no es para nada sana.

YoonGi está ebrio o al menos quiere creer que es así.

—Lastima que no se pueda. —Responde en voz baja, mordiendo su mejilla interna.

—¿A caso te ha bajado la regla? —YoonGi posa una de sus manos de regreso a su muslo y aprieta sobre la tela, provocando que JiMin salte de su asiento y la retire como si quemara.

—Que gracioso, ya no se ni que nueva faceta me presentaras. —Sisea.

—Pues tengo varias, amor. Tengo una de odioso, una tenaz, una de sádico y una de te voy a joder esta noche y vas a pedir que lo repita por el resto de tu vida.

JiMin jadea y da una rápida mirada hacia el chófer que parece no estar interesado en la conversación que mantienen.

Joder, que bochorno.

—Se me hace que no se te hará, por favor, deja de ser tan desvergonzado.

Esta vez YoonGi deja fluir una carcajada y antes de que JiMin pueda hacer cualquier otra cosa, el hombre ya se encuentra casi sobre él.

¿Dónde estaba el maldito cinturón que le vio ponerse?

—Se me hace que sí, porque aunque estés dándome negativas, tu cuerpo está reaccionando a mis palabras y créeme, es lo más delicioso que he visto en mi vida y no dudo que sea igual al probarlo.

JiMin detesta que todo sea verdad. Porque su cuerpo sí está reaccionando al timbre de su voz, a su cercanía, a su calor y a su aliento alcohólico que sólo provoca cosas extrañas.

—N-no olvides que soy menor. —Insiste, en un absurdo intento por alejar al mayor.

Sin embargo, YoonGi le sonríe con los labios casi pegados a los suyos.

—Y tú no olvides quién soy yo, ni aquí, ni mucho menos en mi cama. Porque es mi nombre el que deseo que repitas, mientras te follo hasta el cansancio.

Y aunque JiMin lo hubiese negado, aquella afirmación le encendió.

YoonGi sonrió.

Ser delicado no era suficiente para un hombre que ha tenido que soportar la idea de que se casó con un niño precioso que le altera de todas las formas posibles.

JiMin es ahora parte de su vida y parte de sus experiencias en la cama, mismas que desea explorar a detalle, probando su piel y admirando el contraste de su tono caramelo, fundiendose contra las sábanas blancas, impregnadas de su aroma.

YoonGi lo tomó de la cintura, sonriendo ante la aparente resistencia de un cuerpo que encajaba de alguna manera, perfecto contra el suyo.

JiMin decidió doblegarse sólo un poco, cuando los besos se intensificaron y en lugar de quejas y suaves no, YoonGi recibe jadeos y abrazos.

Resultaba impresionante la forma en que le tumbó sobre la cama y admiró el rostro sonrojado, junto a la boca roja y los ojos brillantes, llenos de pequeñas lágrimas de inexperiencia.

—Eso es. —Susurró, posicionándose sobre el menor. —Deja que me encargue de todo, bebé.

Antes de que puediese reprenderse por el aparente tono meloso, YoonGi se encontró atacando la suave boca del chico, tomando todo lo que tanto deseaba y todo lo que JiMin le ofrececia en medio de su inexperiencia.

YoonGi decide que las curvas de este chico, son preciosas. Su estrecha perfecta cintura entre sus grandes manos, es casi irreal y cuando la fricción de ambos cuerpos se acomoda, todo lo que YoonGi puede pensar es que tiene que tomarlo y dejar de pensar en todo lo demás.

No importa si JiMin es menor, porque ahora están casados.

No importa si el padre de JiMin es un imbécil que hurdio mierda en su contra para hacerlo caer de la forma en que lo está haciendo dentro de las piernas de su hijo.

Tampoco importa si JiMin es parte del problema.

Los jadeos de JiMin sólo le excitan más y más, mientras le arranca la ropa sin calma y ataca los botones de su pecho, sujetandolos entre sus dientes y succionando poco después.

Tiene que arremeter contra el cuerpo ajeno, tomando sus muñecas y envolviendolas entre sus manos que se amoldan a la perfección, disfrutando de la textura suave y perfumada.

Jodido JiMin y todos sus trucos para manipular a un hombre que nunca se permite ceder en primer lugar.

Pero mientras la ropa ya no está presente y sus ágiles dedos preparan al inexperto y hermoso cuerpo, YoonGi se permite opinar.

No importa una mierda. Nada de eso lo hace. Es simple sexo con la pareja que se le impuso, es disfrutar y hacer disfrutar. Nada más que eso.

YoonGi rompe la pequeña barrera que lo separa del chico que se retuerce, llora y jadea, uniendolos en un suave vaivén que le permite olvidar absolutamente todo y concentrarse en lo que verdaderamente importa.

Estaba deseando eso. Deseó tomarlo y lo hace tan bien, tan preciso y tan entregado, que se siente orgulloso de observar el desastre al que JiMin se reducio.

No importa mucho, porque más tarde podrá ordenar todo y eso no tendrá que afectar nada de su muy ordenada vida.

Y no habrá mucho que recordar.

Más que esto © YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora