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JiMin toma una respiración profunda, sosteniendo su peso contra la sólida pared a su espalda.

Estos días han sido cansados y llenos de tensión y junto al malestar físico que parece perseguirle, no hay mucho más que pueda hacer.

YoonGi tampoco está en casa por mucho tiempo, después de que ambos llegaron al mutuo acuerdo de que él estaría tomando las riendas de la empresa familiar que le corresponden al propio y JiMin y está por demás decir que, en el mejor de los casos, sus padres parecen concentrar su furia contra los Min.

Concentrando su atención en el área baja de su espalda, JiMin suelta un agudo suspiro. El dolor no parece mitigar y no importa cuanto lo intente, simplemente persiste. Esta pensando tan seriamente en ir al médico pero es la menor de sus preocupaciones, cuando lo que más le enfada en la vida es la acidez que sube por su garganta y las enormes ganas de vomitar todo a su paso.

YoonGi no es tonto, incluso si no pasa la mayor parte del día en casa, se dará cuenta en algún momento y reprendera a JiMin por no decirle, además que lo obligará a visitar al médico sea la hora que sea. Así que tomando nota mental sobre ello, JiMin se aleja de su sitio junto a la cama y empuja su cuerpo hacia el pasillo de su casa que lo llevara a la cocina.

El teléfono suena en alguna parte y la tensión en sus hombros incrementa, porque por supuesto que sabe quien insistiria tan temprano o tan tarde y aunque ha estado rebotando todas y cada una de esas llamadas, sabe que en algún punto no podrá. Porque no importa cuanta seguridad tenga su casa o que tan empeñado esté YoonGi con el asunto, uno nunca puede evitar para toda la vida a sus padres.

Sin embargo, lo que JiMin no espera es encontrar a YoonGi durmiendo sobre la mesa de su cocina.

JiMin se congela en su lugar, buscando en su cabeza algo que le diga el porqué de esto y si el mayor le habló de quedarse en casa a trabajar, aunque eso tampoco explicaría porque está profundamente dormido, con el rostro enterrado entre sus brazos enfundados en su chaqueta a talla.

Desde su posición, JiMin puede ver las delgadas cejas fruncidas de YoonGi y la suave curvatura de su nariz.

Una sonrisa se forma en sus labios y antes de saberlo, JiMin se para a su lado y se inclina lo suficiente, como para soplar sobre el flequillo ajeno y observar como las pestañas de YoonGi revolotean con molestia. Un latido pasa, antes de que ojos marrones le regresen la mirada y el entrecejo fruncido parezca relajarse.

Las mejillas de JiMin se sonrojan ante el acto y regresa a su posición, sólo para molestarse ante el repetido subidon de acidez. Bueno, esa en definitiva no era su idea para que YoonGi supiera que estaba un poco enfermo.

Sin embargo, YoonGi todavía parece un poco atontado por el sueño. JiMin lo ve parpadear rápidamente para eliminar el cansancio y estirarse sobre la silla, con sus agudos ojos escaneando el lugar antes de por fin despertar del todo y suspirar con fuerza.

—Mierda. —YoonGi dice, tronando sus nudillos. —Estaba tomando un café.

JiMin se ríe con ganas, soportando el peso de su malestar a favor de esto.

En ese tiempo juntos, nunca ha visto a YoonGi fallarle a sus cargas de trabajo y ahora se quedó dormido en su propia mesa, mientras espera que el café de todos los días se le enfríe.

—Ya, JiMin-Ah. —Pero YoonGi sonríe, como si su falta al trabajo no le fuese a pasar factura más tarde.

JiMin se tiene que recordar que este es el jefe y se puede permitir esos fallos de vez en cuando.

Hay líneas persistentes en la ropa de trabajo de YoonGi y mientras más lo ve, más observa las bolsas oscuras bajo sus cansados ojos.

—Supongo que el cansancio te golpeó duro esta vez. —JiMin dice, parándose detrás del mayor y permitiéndose envolver los brazos alrededor del otro.

La calidez y la protección que se le brinda en ese abrazo, hace que todo el malestar en su cuerpo valga la pena. Esta es una de las mejores cosas en su vida y JiMin se encarga de disfrutarla, porque tiene la dicha.

—Te he golpeado mejor que eso. —YoonGi susurra, atrapando las manos de JiMin y dejando un beso en los dedos pequeños y regordetes.

JiMin se siente sonrojar hasta la raíz por la elección de palabras, pero no se separa, besando la cabeza del otro en respuesta.

—Mmmmhh.. —Esta vez YoonGi sale del abrazo, solo para señalar su propio regazo y espera pacientemente hasta que JiMin se acomoda después de un par de minutos extras.

Los dedos largos de YoonGi se enrocan en su abrazo apretado y la cabeza de JiMin descansa contra el hombro ajeno, finalmente sintiéndose mejor que en toda la mañana desde que despertó e intentó hacer mejor su día.

—Agradezco que te quedaras inconsciente sobre nuestra mesa.

La risa de YoonGi vibra contra su espalda y ante los cuidados y los besos en su cien, JiMin quiere volver a preguntar si esto es amor para los dos. Quiere saber si las noches de abrazos, besos y amor, significa que se quieren como tanto lo desea y si la necesidad de YoonGi por mantenerlo en su propia esfera de cristal, habla de que lo ama como JiMin a él desde el principio.

Pero el miedo gana.

No está listo para escuchar que no es cariño de la forma que espera, incluso si lo siente contra su sangre.

—¿Qué está pasando por tu cabeza Min?

Saliendo de su ensoñación, JiMin se agita y sonríe, apretando los dedos contra los de YoonGi que le sostienen más de cerca.

—Por mí cabeza no mucho, pero me siento un poco enfermo.

YoonGi guarda silencio un momento y al siguiente esta regañandole por no haberle dicho antes. JiMin sonríe aunque no debería, solo por el hecho de que ya sabía que eso sucedería. Su esposo es así y ahora puede decir que por supuesto, reaccionaria de esta forma.

—Y es por eso que no puedes andar descalzo. —YoonGi finalmente dice, olisqueando su cabello. —Esta bien, programaremos una cita.

—No hace falta. —JiMin insiste, aunque sabe que es una batalla perdida porque en su cabeza, YoonGi ya programó su cita sin notificarle a su médico antes. —Pero bien, me mantendré a salvo hasta entonces.

YoonGi murmura cosas sin sentido y los obliga a regresar a la cama, porque el día laboral ya fue perdido y deberían aprovecharlo durmiendo un poco más.

Ellos terminan en la cama, haciendo el amor. Y es por mucho, uno de los mejores días en la vida de JiMin.

Más que esto © YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora