O3

12.5K 2.2K 321
                                    

—Quita es expresión, ya podremos dormir juntos en otra ocasión amor.

JiMin cerró la puerta de su habitación con YoonGi sonriendo cínicamente del otro lado.

El tipo esta actuando de una forma que no logra comprender, porque nada tiene sentido en ese punto. Es como si ese YoonGi fuese totalmente diferente al cruel que le puso un anillo en el altar, frente a todos, terminando por humillarlo.

Observó el amplio y frío lugar, murmurando en voz baja y terminando por suspirar y caminar hasta la cama.

JiMin odiaba sentir los espacios tan vacíos, incluso si no era de ese modo. Siempre había algo que le impedía sentirse cómodo y en total confianza, demasiado ocupado en tener que fingir para hacer felices a los demás y olvidando que el pequeño placer de las cosas, se encontraba incluso en su lugar para descansar.

Se recosto y frotó sus puños en ambos ojos, bostezando ante el efecto del sueño y fue casi imposible volver a levantarse para tomar una ducha caliente y regresar a dormir apropiadamente.

Antes de que pudiese sacar su ropa de una de las maletas apiladas, el móvil que YoonGi le había dado resonó por el lugar y atrajo su atención.

Lo tomó entre sus manos, deslizando el pulgar para desbloquear la pantalla. Casi al instante sintió la necesidad de apagarlo y alejarse.

《Espero que estés funcionando de la forma en que te informamos, JiMin. Confiamos en ti para esto, no lo arruines y regresa con el heredero de los Min.》

Le jodio.

Lo hizo tanto que no dudó en bloquear de nuevo el aparato, no sin antes hacerlo con el contacto de su madre y arrojarlo sobre el suave colchón.

Ella podía reñirle lo que quisiera cuando estuviera de nuevo en la misma ciudad, en el mismo país y casi en el mismo ambiente, pero por ahora todo lo que necesitaba era.. relajarse de algún modo.

Con pesar aceptó que ese viaje era lo más cercano a uno de boda y aunque las circunstancias eran totalmente diferentes, algo en su interior se obligó a verlo de ese modo y sentirse solo un poquito mas querido por un hombre que no lo hacía.

La ilusión se creó a su alrededor, como en cada ocasión que se forzaba a imaginar que las circunstancias en su vida eran distintas; más amenas y queridas.

Tomó su ropa sin detenerse a pensar en algo más e ingresó al baño, deteniendose antes de cerrar la puerta ante el golpeteo de la principal.

¿Es que a caso nadie le permitiría arreglarse y dormir?

Cedió una vez más y arrastró los pies ya desnudos por la alfombra, abriendo la puerta y encontrándose con Min de nuevo. Esta vez tenía la camisa mal acomodada y el cabello un poco revuelto.

—¿Has recibido la bienvenida por parte de alguno de tus padres?

Dudó.

Frunció el entrecejo y terminó por formular un suave cabeceo que respondió a la pregunta del mayor.

—Recibí uno muy alentador de tu padre y debo decir, cariño, que es patético.

—B-bueno.. y-yo.. ¿fue muy malo?

YoonGi afirmó uno de sus brazos con el umbral, apoyando la frente sobre el mismo y dejando fluir una risita.

—Fue muy malo. Tiene poca paciencia y esta casi exigiendo cosas que no quiero y no voy a darle, incluso si intenta golpear mi hombría.

Quiso morir de la vergüenza ante la clara señal emitida en las palabras del mayor.

Su padre podía y por supuesto que quería dejarlo mal parado en todos los aspectos, siempre apostando por intentar doblegar a un tipo como YoonGi. Casi como si olvidara que el hombre se casó con él por interéses mutuos que aún no comprendía y no porque su padre lo hubiese ordenado en primer lugar.

—Lo siento por eso.. yo..

—Pero no puedo entender. —Min interrumpió. —¿Por qué hablar tan despectivamente de su único hijo?

YoonGi no trató de ocultar la información, aún si todo podía ser doloroso. Él resultaba tan sincero en algunas ocasiones.

—Pero la pregunta es.. ¿por qué dejas que te humille de esa forma? —Indago, buscando su mirada y luciendo casi incrédulo. —No importa si eres su hijo. No tiene porque significar una mierda que lo seas, si a cambio solo estas recibiendo palabras y actos humillantes. Joder niño, estoy sintiendo lastima de ti, si es que no puedes pedirle que se detenga y que princesita no es tu maldito nombre.

Sintiéndose más que humillado, JiMin casi hundió los hombros y se escondió detrás de la puerta. Sus mejillas se encendieron ante el coraje y la vergüenza.

—Le he pedido que se detenga, pero que yo lo haga no significa que deje de hacerlo. —Intentó de alguna forma defenderse, aunque la voz le temblaba.

—Probablemente necesite un poco más de presión para comportarse como el hombre educado que dice ser. —YoonGi se separó del umbral y guardó las manos en sus bolsillos, echando una mirada hacia el pasillo a su izquierda. —Mandaré algo de comer en un rato, así que puedes hacer lo que quieras y relajarte ¿sí?

Asintiendo, JiMin mordió su lengua y se dispuso a cerrar de nuevo para terminar de hundirse en su miseria. Pero la voz de Min lo atrapó de nuevo.

—Y JiMin. —Casi tarareo, divertido. —Una de las formas más comunes de aprehensión para pendejos del calibre de tu padre, es la suave y delicada sensación de saber que tus planes se vieron frustrados. Cancelar las tarjetas cortesía de los Min, puede o no ayudar en el asunto. —Esta vez bostezó. —Ah, tu madre se quedó dentro de una tienda de Tiffany. Al parecer en medio de un ataque porque no pudo pagar por una belleza de joya de diamante.

Y casi como por obra de maldita magia, el móvil en su cama emitió sonido de nueva cuenta.

JiMin cerró los ojos con pesar.

—Antes de que respondas, toma en cuenta que ellos te humillaron primero y que después de todo, si decides ignorarlos a partir de este punto, quiero que estés totalmente seguro de que ahora eres algo mío y de que no hay forma en el maldito mundo de que ellos puedan llegar a ti sin antes tocarme a mi.

Bajo esa afirmación, YoonGi se alejó sin decir nada mas. Dejandolo de pie, avergonzado y.. un poco sorprendido.

Más que esto © YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora