12

10.1K 1.7K 250
                                    

De pie frente a un espejo, la realidad es muy diferente.

JiMin piensa con disgusto, que escogió una tienda de ropa al azar, solo porque ya no quería que YoonGi insistiera en querer sacarle de la zona de confort que se había auto impuesto, incluso si no había nada de confort en ello.

Por supuesto que amaba las cosas bonitas y coloridas, pero un maricón se vestía y se arreglaba de esa forma, no un chico Park, ni otro que perteneciera a una familia como la suya y bajo un apellido el cual llevar a la cima, a ningún otro lugar.

Ni siquiera importaba si la palabra maricón ondulaba a su alrededor, después de casarse con otro hombre. Porque nadie se lo arrojaría a la cara sin temerle a los Min, lo cual tampoco significaba que podría vestirse y arreglarse como siempre lo imaginó.

Pero de nuevo, YoonGi no parecía muy convencido a pesar de su indiferencia. Él estaba observando a su alrededor, sentado en uno de los sofá individuales de la tienda aburrida y monótona.

El saco negro se ajustó a sus delgados hombros y se encontró sonriendo de compromiso, sin intenciones de verse como se sentia.

YoonGi sin embargo, negó y se levantó con gracia.

—¿Y si me dejas a solas con mi esposo? —Preguntó al dependiente, un poco amable, un poco "largate de aquí"

Su petición fue recibida y pronto se encontraron a solas, sin la intervención de alguien más.

YoonGi escaneo el atuendo de arriba hacia abajo, haciendo sentir ridículo a JiMin porque a diferencia del traje que se probaba y en donde existían espacios que rellenar, el que YoonGi tenía le hacía lucir realmente bien, como si él estuviese luciendo el traje y no al revés.

Sus hombros anchos, su rostro serio y esas formas de ser amable por debajo de su mal humor, le hacían cosas que en ocasiones no quería.

—Esto es aburrido incluso para mí. —YoonGi frunció el entrecejo. —No salimos del maldito encierro para meterte en otro, quiero que escojas ropa que te agrade, no eso.

JiMin forzó una sonrisa, prestando atención a las costuras de las muñecas, en un vano intento por realmente parecer interesado en lo que tenía puesto.

—Me gusta, es lindo.

Las manos de YoonGi fueron a su cintura y apretaron suave, causando un jadeo de sorpresa. Sus ojos conectaron con los otros a través del espejo de prueba y casi pudo sentir como la piel se le erizo al contacto.

—Me gusta que te sientas lindo, porque lo eres. Pero realmente detesto que me mientan y tú lo haces, al decirme que esto te sienta bien, cuando lo que quieres es otra cosa.. ¿es así?

¿Que tenía ese hombre que le rompía y lo unía a la vez, cuando se portaba así?

Le confundía y JiMin odiaba sentirse tan así.

El chico deslizó las manos sobre las más grandes y las dejó así, esperando a ser apartado.

No sucedió.

YoonGi le observó un rato más, pero JiMin todavía no sentía el valor de admitir algo tan pequeño pero honesto a la vez. El miedo a no encajar, a que no le gustara y a que le rechazara por ser tan "maricón" terminó por cerrar su boca y destruir sus palabras.

Él quería, realmente lo hacía. Pero no podía.

Esta vez, mientras se perdía en sus pensamientos amargos, YoonGi inclinó el rostro y dejó un beso fugaz en el costado de su cuello, apartándose de nuevo.

—¿Por qué no me dejas buscar algo más bonito para ti? —Preguntó en medio de un íntimo susurro. —Vamos, si no te gusta puedes quitartelo, no le hacemos daño a nadie y a cambio, podemos descubrir buenas cosas.

Sonrió. JiMin sonrió, incluso si la misma sonrisa no llegó a sus ojos y asintió, porque no podía negarse cuando YoonGi le estaba tratando tan bien.

Era su salida después de todo e incluso si la idea de vestir algo más que un aburrido traje y zapatos negros no le agradaba, todavía tenía que esforzarse por demostrar lo contrario.

YoonGi le guió fuera de esa tienda, agradeciendo a los empleados que aparentaron no sentirse decepcionados ante la falta de compra. En otros momentos, JiMin se habría forzado a llevarse algo, pero no cuando YoonGi parecía tener otros planes.

Quizá era que la marca no era de su grado o era sólo que estaba tomando enserio que a él le agradaban más las compras en línea, por el mero hecho de que bajo esas condiciones, podía ver y apreciar la ropa que siempre le había llamado la atención, sin la necesidad de tener que ser consciente de las malas miradas que su madre le daría si lo viera haciéndolo en público o peor, vistiendolo.

Tus padres ya no mandan, JiMin. Eres más bien independiente a mi lado, pero todavía no lo quieres ver. YoonGi le había dicho eso en reiteradas ocasiones, pero todavía no estaba listo para salir de su rutina.

¿Pero y cuándo? ¿Cuando ya nada fuese lo suficiente bueno para llenar las esperanzas de una persona que se siente atrapado en un cuerpo y una vida que no es del todo suya?

Su mano afianzó el agarre que YoonGi mantenía, con sus dedos entrelazados mientras ambos caminaban a lo largo de los pasillos, escuchando de fondo las voces, los ruidos amortiguados, las vidas que pasaban y pasaban.

Cuando se detuvieron en seco, se obligó a retirarse de sus pensamientos una vez más y suspiró discretamente antes de observar la nueva tienda a la que YoonGi le había traído.

Dios ¿por qué habían tantos colores hermosos en ese lugar?

YoonGi no estaba sonriendo cuando le empujó dentro, pero tampoco parecía aburrido como lo había estado en el otro sitio. Era casi como si el hombre hubiese podido leer a través de sus pensamientos.

Pero eso era francamente imposible.. sí.

Más que esto © YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora