Capítulo 10

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Había algo en las palabras del anciano que no me gustó en absoluto

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Había algo en las palabras del anciano que no me gustó en absoluto. La primera: dormir en un sitio desconocido con alguien desconocido; y la segunda: que esa persona desconocida no era más ni menos que el elemental del aire. Mi expresión se volvió de horror absoluto. No estaba de acuerdo con aquella decisión, con lo que estaba diciendo. No era consciente de que, al ser una humana, me querían muerta y, por muy "buena chica" que fuera mi compañera, era un ser de este mundo; por lo tanto, al igual que todos, quería que muriese.

Sin embargo, podía entender la situación más o menos. Pero la idea de compartir mi espacio con alguien que no conocía y que, encima, fuera el elemental del aire, después de escuchar todo lo que habían hecho los elementales anteriores, no hacía más que hacerme sentir ansiosa.

No pude articular palabra, mi cabeza aún estaba asimilando lo que acababa de decir. No era una persona a la que le gustara compartir su espacio personal con nadie; eso era algo que, desde que era pequeña, no había cambiado. Aún recuerdo cuando un día mi amiga Melany se quedó a dormir en mi casa por primera vez. Fue bastante difícil.

Recuerdo no haber pegado ojo en toda la noche, dando vueltas en la cama con sumo cuidado para no despertar a mi amiga, que dormía plácidamente mientras que yo no podía ni siquiera cerrar los ojos. La diferencia es que a ella sí la había visto en el colegio y sí había hablado con ella. La nueva compañera que me habían asignado era una completa desconocida, alguien cuyas intenciones desconocía por completo. Podía usarme como esclava utilizando su poder, podía humillarme o, lo que es peor, podría matarme solo con un chasqueo de dedos.

Dado el mundo en el que estaba, me extrañaba que mi nueva "compañera" fuera miss simpatía. Me iba a desmembrar sin dudarlo. Ya podía imaginarme una sonrisa sádica en una sombra sin rostro que frotaba sus manos como un villano de una película de Disney, mientras que mi cuerpo estaba esparcido por el cuarto.

Un nudo se apoderó de mi garganta. Mis manos temblaban y sentía que el suelo debajo de mí se movía de manera violenta; sin duda, sabía que era un mareo. Agradecí estar sentada en una silla; de lo contrario, me hubiera desmayado.

Descoordinadamente, tuve que adoptar una postura para no caerme al suelo por cuarta vez desde que había llegado aquí. No me podía acostumbrar al ambiente de este sitio, cosa que, en parte, agradecía. Mi intención no era quedarme más de la cuenta en este lugar.

—¿Elemental del aire? —De todas las cosas que le podía preguntar, debía ser esa; de todo lo que le podía formular, como, por ejemplo: "¿Es una sádica que se alimenta de las almas imbéciles que se van a mundos desconocidos con una gran posibilidad de morir?", o "¿Me va a matar mientras duermo?"; esas preguntas me parecían más interesantes que la que había realizado. Necesitaba ya el aire humano, porque este me estaba volviendo idiota.

—Sí, controla el aire... —lo corté con una mirada:— Sí, me lo podía imaginar, pero ¿no hay otra compañera? —pregunté retorciéndome las manos.

La Reina De La Tierra-Primer libro De La Saga: Elementos- (EDITANDO) 2ª VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora