Yo no sabía cómo me sentía en esos momentos. Era como si entre nosotras hubiera una conexión extraña; no era de amistad ni de sentimientos. No, era como si estuviéramos conectadas de manera... mágica. Algo que me aterraba y me gustaba a partes iguales. Era como si su presencia me inundara de una sensación que no podía describir.
En esos momentos, sus ojos grisáceos estaban posados en los míos. Ambas no necesitábamos saber quiénes éramos, porque ya lo sabíamos. Era como si nos estuviéramos leyendo la mente. Su cabello era de un dorado impecable, su rostro era perfecto y sin imperfecciones; no había ni un lunar ni una peca. Su nariz era pequeña y sus ojos eran enormes. Era una combinación extraña que la hacía lucir muy diferente a las personas de este mundo.
Vi cómo dejó el libro donde estaba sentada, se acercó a mí, dudosa, retorciéndose las manos con nerviosismo. Mirándola de arriba abajo, noté que llevaba un vestido que le llegaba por encima de las rodillas, dejando al descubierto sus hombros, donde pude ver algo rojizo. Sus piernas, concretamente sus pies, estaban decorados con algo metálico que parecía pesado; pensé que debía de incomodarle.
—No me incomoda, me he acostumbrado a ellos... ¡Perdón! —dijo rápidamente tapándose la boca.
Parpadeé rápidamente. ¿Me había leído la mente? Eso sí que era aterrador, demasiado aterrador.
—Me acabas de... —me interrumpió:—Lo siento, lo siento, es que no lo he podido evitar... Es que... —noté que se puso nerviosa, demasiado nerviosa.
Enseguida una brisa desagradable se apoderó de la habitación. Tuve que agarrarme al marco de la puerta porque estaba a punto de salir volando. Sin embargo, el mago se había quedado pegado al suelo. No se movió ni un solo centímetro, mientras que los objetos de la sala empezaron a volar por los aires. Tuve que agacharme porque un libro de gran magnitud casi me atraviesa la cabeza.
—Anna, tranquilízate.
Pero esas palabras solo empeoraron su nerviosismo. El viento era tan fuerte que tuve que soltarme del marco de la puerta y acabé estampándome contra la pared. Una mueca se apoderó de mí, ¿Qué le pasaba a este mundo que me quería golpeada? Ya era el segundo golpe que me había llevado desde que había venido aquí, las otras eran amagos.
—¡Anna! —gritó el mago, haciendo que la chica se quedara paralizada por unos segundos y logrando así que la ráfaga de aire cesara casi de inmediato. Suspiré aliviada al ver que todo había cesado.
Los objetos que estaban volando cayeron al suelo, provocando un ruido sordo que habría alarmado a las personas que estaban a nuestro alrededor. Pero suponiendo que estas cosas pasaban a menudo, dudaba que alguien se alarmara por el ruido.
La rubia me miró con cierto temor. En esos instantes, me recordó a un cervatillo asustado por las luces de un coche que se aproxima hacia él. Aquel gesto hizo que se me enterneciera el corazón. Sin duda, la idea de que ella fuera peligrosa se esfumó de mi cabeza. Posiblemente sería peligrosa, pero no para los demás, sino para ella misma. Cosa que dudaba que fuera mejor.
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La Reina De La Tierra-Primer libro De La Saga: Elementos- (EDITANDO) 2ª VEZ
FantasíaPrimer libro de la saga: "Elementos" "Y ella aparecerá y el reino de Astra resurgirá" Un mundo lleno de seres mágicos. Una profecía. Una maldición. Una ley que se debe cumplir y un dios que la quiere ver muerta. Cinco elementos. Y un secreto que cam...