Capítulo 23

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Miré cómo Anna comía lentamente

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Miré cómo Anna comía lentamente. La elfa le estaba sacando sangre, haciendo que Anna comenzara a temblar. Vi el miedo en sus ojos y pude notar que le atemorizaban las agujas. Eso me hizo darme cuenta de que aún seguía siendo una niña.

Tenía mejor aspecto. Su piel ya no era tan pálida y sus labios habían adquirido un tono rosado bastante sano. Sus ojos grises estaban más vivos, aunque denotaban cierta tristeza, lo que hizo que se me encogiera un poco el corazón.

Es cierto que llevaba poco tiempo con ella, pero había sido la primera en ayudarme, en hacerme sentir más o menos segura. Además, por su edad, me recordaba a una hermana pequeña.

Siempre había querido tener hermanos. Había pasado parte de mi vida sola, con mi tía, pero sola. Recordaba cómo veía a los padres paseando a sus hijos. Aún puedo ver la sonrisa que se me dibujaba, una sonrisa triste.

Mi tía se sentaba a mi lado y solía decirme:

—No te preocupes, Asia. Al final, la familia no es la que tiene tu sangre, sino la que está contigo en las malas, en las buenas y en las pésimas.

Yo solo asentía; me daba igual. Mi mente infantil solo quería tener un hermano, pero después, cuando conocí a Melany, se me quitó la idea.

Pues me pasó lo mismo con Anna. Para mí, era como una hermana pequeña. Miré a la rubia, que observaba con cierto recelo el bote que le había dado la elfa. Parecía como si no le gustara aquel mejunje verde; lo entendía. No es que tuviera muy buena pinta.

—Debes bebértelo, Anna. No creo que debas pensarlo demasiado; eso te hará sentir mejor —dije con una sonrisa tranquilizadora. Anna siguió dándole vueltas al bote.

La elfa suspiró, como si estuviera perdiendo la poca paciencia que le quedaba. Sabía que debía morderse la lengua; Anna era la princesa y ella solo una elfa.

—Alteza, por favor, debe bebérselo. Si no, puede acarrear serios problemas, y al menos podemos solucionar una parte —dijo la elfa con respeto.

La rubia nos miró a ambas. Suspirando, quitó el tapón del frasco. Primero lo olió y luego, cerrando los ojos, se lo bebió de un trago, haciendo que finalmente me tranquilizara. Llevábamos dos días en los que la enfermera no paraba de darle frascos y ella los rechazaba, hasta ahora. Al menos se agradecía algo bueno.

—¿Asia? —noté la mano cálida de Anna. Al menos ya no estaba fría como cuando se cayó en mis brazos.

—No sé si debería decírtelo. La verdad es que lo he oído, pero no estoy segura. Aunque, al parecer, los rumores en este sitio se extienden como la pólvora —me mordí el labio.

Solo esperaba que no pensara que estaba loca.

—Bueno, lo que quiero decir es que, según he oído, la reina Acua va a venir al internado —dije con un poco de nerviosismo. Anna abrió los ojos como platos y de repente, soltó un grito de entusiasmo, como si aquella noticia fuera la mejor que hubiera recibido.

La Reina De La Tierra-Primer libro De La Saga: Elementos- (EDITANDO) 2ª VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora