Había una vez una reina y un rey que gobernaban un hermoso reino. Se cuenta que en su reino había flores y pequeñas hadas revoloteando. Los elfos disfrutaban de la brisa fresca de la mañana mientras leían junto a un árbol. Se dice que este reino estaba bendecido por Helios, el dios del Sol.Una mañana, Helios se elevó en el cielo y vio a la joven reina acurrucada en una de sus sillas, sosteniendo un libro en la mano y sonriendo ante las letras que aparecían en las páginas, las cuales ya había leído varias veces. Helios brilló y los cultivos crecieron, bendecidos por el dios.
Los aldeanos de Astra se sintieron afortunados por esa ofrenda. Sin embargo, la reina lo ignoró porque su corazón pertenecía al gran caballero que lideraba las fuerzas de Astra. Esto ofendió al dios, ya que se decía que ese joven caballero era humano. Ese insulto dolió a Helios, quien no podía creer que ella pasara por alto sus favores de esa manera.
—Pero tía, ¿por qué el dios estaba tan enfadado con la reina? ¡Lo único que hizo fue ignorarlo! —preguntó Asia con cierto enfado.
Afora lo miró con determinación. En ese momento, la idea de desmayarse parecía demasiado real. Al mirar a la joven, contuvo los sollozos que amenazaban con escapar de su garganta. Asia, su querida Asia, era tan idéntica a su reina que, en ese instante, su corazón comenzó a romperse en mil pedazos.
—Los dioses solían considerarse perfectos y superiores a los demás seres, por eso lo que hizo la reina, a los ojos de Helios, fue una ofensa muy grave. Porque había elegido a un humano en lugar de a un dios.
—Él no la amaba, ¿verdad? ¿Fue solo un capricho? —preguntó Asia, frunciendo el ceño.
—Sí —confirmó Afora a la pequeña niña que escuchaba atentamente su historia, y la animó con gran entusiasmo—. ¡Sigue! —añadió Asia, dando pequeños saltos en su cama.
Afora rió entre dientes mientras continuaba explicando el incidente.
"La hermosa reina se casó con el caballero. La unión fue aprobada por todos los ciudadanos de Astra. Celebraron, bailaron y rindieron homenaje a todos los dioses. Con el tiempo, la reina dio a luz a una niña, una niña que era la hija del caballero. Hermosos ojos marrones y cabello castaño adornaban a la niña.
Decían que los ojos de la princesa se parecían a la corteza del bosque de las hadas, un lugar sagrado para todos los habitantes de Astra. La princesa era adorada por sus aldeanos. Sin embargo, la felicidad llegó a su fin. El Dios Helios no pudo contener su celos. Al ver que la reina había dado a luz a esa criatura con un humano, se enfureció. Alzándose ante los aldeanos, declaró que estaba ofendido y que quería que la reina y la princesa murieran. <<Todos moriréis por el inminente frío gélido>> amenazó, asegurando que no volvería a brillar. No había nada que los ansiosos aldeanos pudieran hacer. Amaban a su reina, pero no podían permitir que todos se congelaran hasta la muerte. Entonces, enviaron tropas para entrar al castillo. El propósito de los aldeanos era cumplir los deseos del dios y matar a la reina y la princesa. Tomaron a la reina y a la princesa, y huyeron. A pesar de que la reina luchó valientemente, no tuvo éxito. El padre de la reina se materializó repentinamente como un dragón marrón. Era de considerable tamaño y se elevó en el viento. Destruyó el reino y no dejó nada más que escombros, debido a la rabia por lo que pretendían hacerle a su hija. "
—¡Hala! —Asia se puso en pie. Su interés en la historia crecía.
"Sin embargo, al final, los aldeanos cumplieron su misión. El rey descubrió el cuerpo sin vida de su hija. Donde yacía el cuerpo, la sangre de color dorado cubría la hermosa hierba verde de Astra. De aquella sangre empezaron a brotar diminutas flores, dando a entender que el alma de la reina se había ido con Hades. Los aldeanos pensaron que habían hecho lo correcto, pero el padre de la reina mató a todos y destruyó el reino de Astra. El llanto de la niña resonó en aquel silencioso lugar. Pequeñas gotas de la sangre de su madre eran visibles en su piel pálida. A pesar del intento de asesinato, la niña no murió. Fue recogida por el hada más devota de la reina, quien la llevó consigo para que nadie supiera dónde estaba. "
Mientras Asia esperaba que su tía continuara, Afora solo sonrió, a pesar de que el dolor la estaba consumiendo.
—¡No me gusta la historia!
—¿Por qué? —preguntó Afora, acariciando el liso cabello castaño de la niña—. Porque no tiene un final feliz —la niña gimió y el hada la abrazó más fuerte.
Afora sentía una fuerte urgencia de llorar, y el recuerdo aún estaba fresco en su mente y sus pesadillas.
—Algunas historias no tienen finales felices. Pero al menos la niña se salvó.
—Sí, pero su mamá ha muerto... eso es muy triste... me recuerda mucho a mí.
Ninguna de las dos habló. Pasó un breve período de tiempo mientras estudiaban las palabras de la joven. Afora tenía que mantener la compostura, ya que eventualmente las lágrimas que había estado conteniendo comenzarían a fluir. Afora no quería que Asia la viera afectada. El hada no deseaba revelar nada sobre su pasado ni admitir que, lamentablemente, aquel cuento era real y que era la historia de la niña que tenía delante.
—Está bien, Asia, es hora de ir a dormir.
—Vale —dijo sonriendo, y su sonrisa se amplió aún más cuando su tía le dio un beso en la frente.
Ansiosa y entristecida por los recuerdos, el hada abandonó la habitación donde descansaba su niña. Le resultaba difícil aceptar que su reina, o mejor dicho, la persona a la que había considerado como su hermana, estuviera muerta. Era consciente de que nunca podría superarlo. Era una constante alusión al hecho de que no había podido hacer nada al respecto. Pero le aterraba más tener que revelar su verdadera identidad a su preciosa niña. Lo que la asustaba más era confesarle a Asia que ella era la futura reina de Astra y que toda su vida había sido una mentira.
ESTÁS LEYENDO
La Reina De La Tierra-Primer libro De La Saga: Elementos- (EDITANDO) 2ª VEZ
FantasiPrimer libro de la saga: "Elementos" "Y ella aparecerá y el reino de Astra resurgirá" Un mundo lleno de seres mágicos. Una profecía. Una maldición. Una ley que se debe cumplir y un dios que la quiere ver muerta. Cinco elementos. Y un secreto que cam...